Clic Entre el Decir y el Hacer

23 mayo 2010 ·

Con cierta frecuencia se observa, en el ámbito de las empresas, afirmar que hacen, valoran o respetan determinados principios pero luego los hechos muestran lo contrario. También a veces suele ocurrirnos algo parecido a nosotros, y quizás no nos damos ni cuenta de ello. Pero los que más uso y abuso hacen de esta circunstancia –frecuentemente adosada con mentiras hasta siniestras– son los funcionarios públicos y los políticos, en general.

Esta realidad, hoy devenida en global, ha terminado licuando y en todas sus concepciones el valor superlativo de la palabra, en términos de su credibilidad, honestidad, compromiso, reparo, confianza, etc. Pero lo más grave de ello, toda vez que se produce tal lamentable clic, son las consecuencias muchas veces ultra perjudiciales que terminan afectando directamente al prójimo. Y cuando este “ilícito” partió de una marca, el desencanto en el público-objetivo puede llegar hoy hasta derivar en una campaña viral de consecuencias negativas e impredecibles.

¿Por qué ocurre el clic?

Aquí ya nos tendríamos que remitir a los impulsos psicológicos que lleva a las personas a ejercer esta lamentable mala praxis. No obstante, hay un factor-razón que habitualmente se reitera y está implícito en ella: el corto plazo.

Quizás los manipuladores del clic, a riesgo de perder en lo personal vaya uno a saber qué mezquino objetivo, incurren en tal irresponsabilidad para preservar su presión de poder-dominio, sin darse cuenta que con ello están minando su posicionamiento e identidad personal de mediano y largo plazo. Esto ya nos dice que esta clase de individuo desconoce las consecuencias también negativas que ello tiene para Tu Marca Personal, seguramente porque “lo que importa es el hoy. Mañana será otro día”.

En consecuencia, para esta “raza” tiende a preservarse en lo personal a toda costa –más allá de las consecuencias a terceros– intentando incluso para tal fin el empleo de los medios “amigos”, es decir, los que les resultan más funcionales a sus intereses mezquinos e intentado, al mismo tiempo, ejercer todo el poder disponible para desprestigiar a todos aquellos que muestren la verdad oculta de tal accionar.

¡Cómo no caer en el intento!

Por supuesto manteniendo la coherencia entre el decir y el hacer. Pero no de un modo oportunista sino por la convicción de respecto y dignidad que hacia el otro uno realmente sienta desde su interior. Aquí el valor de lo cosmético es inversamente proporcional al empleo de la palabra dada. Por tanto, la coherencia entre la palabra y los hechos termina siendo valorada, respetada y replicada por los otros.

Las personas que optan por el recto decir-hacer evitan tener que hablar por sí mismos –algo impensado para los funcionarios y políticos– porque lo hacen con naturalidad y sin intencionalidad alguna. El rédito que terminan cosechando es decididamente superador, más allá incluso del beneficio de que sean los otros los que hablan de esta forma de proceder. Por tanto, van sumando una fortaleza de identidad y reputación positiva por la forma y el estilo con que proceden y actúan.

Demás está decir que estas personas van sedimentando una imagen tal del Personal Branding, que los posiciona como referentes calificados ante los públicos con los que interactúan, sea en lo laboral, profesional o social.

De lo que se trata, entonces, es ser coherentes a rajatabla en lo que hacemos –sin recurrir a la práctica de clic alguno. Y en la medida que los ejecutivos de una organización o los funcionarios de una administración lo practiquen con frecuencia, se beneficiarán en el tiempo porque Tu Marca Personal estará siendo reconocida y valorada por sus públicos.

¡En cuanto a los políticos, si se dan cuenta de ello, dejarán en sus discursos de nivelar hacia abajo, por tenor a no defraudar o perder al rebaño. Así a futuro podrán ser reconocidos y valorados, por la sociedad, por la coherencia e integridad de la palabra empeñada en el decir y el hacer!


José Podestá

 

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