¡Qué Suerte Tuvo Fulano!

03 octubre 2010 ·

Esta afirmación puede expresar, entre otras cosas, envidia o reconocimiento de algo importante que le sucedió a algún conocido. Puede haber sido consecuencia de un suceso imprevisto –ganarse la lotería– o de algo para lo cual esa persona se preparó con dedicación para competir en algún certamen –Miss Mundo, un triatlón o un concurso de canto. Mientras en el primer caso “la suerte” provino del azar, en el segundo existió un acto volitivo y una gran preparación.

También suele escucharse, dentro de las organizaciones, similar expresión cuando una persona ha surgido del mismo plantel y es nombrada como el próximo CEO, tal como fuera el caso de Jack Welch, ex CEO de General Electric. Aquí hubo un proceso muy riguroso de saber elegir, para la máxima conducción de los próximos años, a una persona que reúne cualidades sobresalientes.

Pero así como la gran mayoría especula que otros decidan por uno, también se da que otras personas optaron por ser los constructores de la buena suerte. Es decir, que entre la suerte a secas y el reconocimiento que otros hacen de uno por la buena imagen-percepción que se construyó a través del hacer superlativo, existe un gran abismo.

¿Qué nos dice esta asimetría?

Básicamente dos cosas importantes:

a. Esperar la suerte nos puede llevar toda la vida, sin la certeza o probabilidad que nos pueda verdaderamente beneficiar.

¿Cuántas personas ganan una lotería, un sorteo o un premio sorpresa? ¡Sólo una! Es decir, la que el azar determinó. Entonces, uno se puede preguntar si vale la pena depender de ello para acceder a otro nivel en la escala socioeconómica. Aunque parezca difícil de reconocer o aceptar, la inmensa mayoría sueña con ello.

b. Ser constructor de la buena suerte demanda tiempo y esfuerzo, pero nos prepara para ser mejores personas, en función del objetivo perseguido.

Jack Welch, Howard Schultz, Steve Jobs, la Madre Teresa –para nombrar simplemente algunos entre los globalmente conocidos como hacedores de la buena suerte– y cada uno de nosotros, a través de la misión-visión que nos hemos propuesto para gestar y desarrollar Tu Marca Personal, existe algo en común: Tanto ellos, como nosotros, hemos partido desde cero. Nadie los favoreció porque eran personas “de suerte” sino porque tuvieron el coraje, la constancia, el propósito, la responsabilidad y hasta la bondad de hacer las cosas con un sello personal que luego devino en el reconocimiento por parte de los demás.

Entonces, para avanzar en la construcción de la buena suerte se necesita estar convencido de ello para así –y sobre la marcha– ir transformando ese “sueño” en la realidad que más tarde los otros reconocen y valoran. Pero entiéndase bien que esto se hace desde el plano de la entrega y el amor, es decir:

¡Todos los líderes trabajan por y para el otro, antes que por sí mismos!

La Madre Teresa jamás trabajó para ser una celebridad global ni la “Embajadora del Vaticano,” sino por mantener latente en su visión, la voluntad y la entrega al prójimo más necesitado. En realidad, estos son algunos rasgos que identifica a los constructores de la buena suerte, aunque muchas veces tengan que luchar para derribar las paredes de la negación que siempre levantan los mediocres.

¡Los constructores de la buena suerte trabajan, sin darse cuenta, de un modo peculiar que hace que otros terminen valorando su gestión. Justamente de eso trata Tu Marca Personal: de posicionar en la mente del destinatario –empleo, profesión o comunidad– el sello personal por el cual uno luego es valorado y finalmente convocado para ser parte de un proyecto superador!


José Podestá

 

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