El ser humano en general y el trabajador, el
emprendedor o el ejecutivo, en particular, suelen estar expuestos a presiones y
cambios nunca vistos; y nada indica que se trata de una modalidad pasajera.
Un
contrasentido del presente
Los motivos o razones del estrés actual obedecen a
múltiples causas, tanto externas como aquellas que parten del interior de la
persona. Mientras las primeras resultan de mayor dificultad, justamente porque
están fuera de nuestro control, las internas suelen básicamente ser una consecuencia de la actitud
asumida en términos de:
- Cómo se procesan las presiones externas, incluso las
dadas en el entorno familiar.
- Cómo se suman a lo anterior las exigencias y
demandas que se impone la persona para mantenerse, crecer o eventualmente no
decaer en la posición social y económica lograda o deseada.
Por lo general, no todos suelen tener en claro que
el ser competitivo no radica exclusivamente
en la superación de los desafíos que están más allá de nuestras posibilidades.
Darse cuenta de ello para nada significa caer en un conformismo que nos
conduzca a la mediocridad. Por el contrario, demanda aplicar lo mejor de
nuestro ser, a partir de las habilidades o talentos que disponemos, y que gracias
a ellos podemos llegar a ser muy buenos en los distintos ámbitos de la vida.
Entonces, no se trata de embarcarse en una carrera
loca para ganar visibilidad por la posición social y los bienes que consumimos
o por el competitivo estilo de vida elegido. Hacerlo bajo tal motivación nos
redime a la categoría de un ser-objeto,
es decir, en aquel que aspira fundamentalmente al reconocimiento social a
partir de lo meramente material. Más allá que el “tener-para-ser” es un
pasaporte hacia el vacío existencial,
poco y nada tiene que ver tal actitud con el motivo o razón del ser competitivo.
El
prójimo, nuestro destino
Lo que acabamos de mencionar es un ejemplo concreto
de la presión-demanda interna que algunas personas se autogeneran para poder
llegar a ser reconocidos y valorados por los demás, especialmente a los que más
queremos “impactar”.
Otros, en cambio, consideran que ello poco y nada
tiene que ver con el sentido que aspiran darle a la vida. Son los que están
convencidos que su existencia cobra significado sólo cuando está en función del
otro. ¿Por qué? Porque todo individuo es un ser
social que adquiere sentido y trascendencia en la vida a partir del otro,
es decir, de su prójimo.
En el Personal Branding el desarrollo que moviliza a
su portador para llegar a ser competitivo en lo suyo, parte del esmerado y
responsable trabajo que viene haciendo para alcanzar su visión. Y ésta recién
se concreta cuando el otro – es
decir, el destinatario objetivo en la empresa, ONG, institución pública, etc.–
acepta y valora lo realizado.
En consecuencia, las presiones externas son un hecho
de la realidad que nos exigen habilidad e inteligencia para poder reducir su
impacto en lo personal. De allí que en lugar de sumarle una presión interna
aspiracional con foco en lo material, es de ser inteligentes darle sentido a la
vida a partir de los dones que se disponen para el servicio, el desarrollo y el
crecimiento del otro, por ser en definitiva lo que nos hace ser más humanos y plenos.
¡El portador de Tu Marca Personal es un ser
responsable que retribuye en los otros lo que con su esfuerzo y servicio logró
plasmar, ya sea como emprendedor, profesional, empleado o simple ciudadano!
José
Podestá