Decisiones Sobre la Marcha

10 mayo 2015 ·

La diferencia entre el abordaje en tiempos del ayer versus el hoy está condicionado, básicamente, por el cambio y su velocidad. Si bien el cambio se vino dando desde los inicios de la humanidad, la diferencia básica y fundamental que ocurrió a partir de la década de 1990 –inicio de la economía de la información y el conocimiento– radica en la aceleración de los sucesos.

No todos se dan cuenta
Así como en el ayer los cambios eran “lentos” y prácticamente la gente no se daba cuenta de ello, en los tiempos actuales tampoco muchos lo notan. ¿Por qué? Porque su velocidad es tal que por lo general no se lo percibe de inmediato.

Esto último ha venido produciendo consecuencias bastante lamentables en aquellas organizaciones que aún están regidas bajo el formato verticalista. Y es natural que así sea, porque cuando en el contexto interior de la empresa todo ha venido fluyendo bajo los esquemas lógicos y racionales de sus directivos, éstos carecen de la velocidad y adaptación necesarios al momento de tener que aplicar las decisiones radicales que demandan las nuevas reglas del juego.
Quizás para algunos lo que se está mencionando no les resulta novedoso. Y tienen razón, porque frente a las decisiones en donde es prioritario que el sentido común se constituya en un recurso inteligente, no suele darse en la práctica con la espontaneidad requerida.

Sin embargo –y por suerte– existen seres que en el momento adecuado están ocupando la función correcta. Son los que no sólo suelen anticiparse al cambio sino que, en determinadas circunstancias, hasta lo producen. Y cuando han sido exitosos en ello, pasamos a conocerlos por la habilidad-talento que tuvieron de acercar el futuro al hoy.
La clave está en la gente adecuada

Pretender evolucionar o simplemente mantenerse con la exitosa estructura organizacional y el perfil de empleados promedios, sumisos y de bajo costo, propio del paradigma del ayer, es literalmente un absurdo. No obstante, reitero, existe una legión de directivos que, por ser literalmente ignorantes y desinformados sobre el devenir, continúan trabajando de “puertas-hacia-adentro”. Son más proclives a seguir insistiendo con más de lo mismo.
Mientras el listado de empresas fracasadas por su resistencia al cambio va en aumento –tal como si el  contexto fuera el determinante de su inexorable desaparición– existen otras que no han tenido ningún inconveniente en reemplazar el paradigma o bien reinventarse. En este caso el empleado –más allá de la posición que ocupa en la organización –pasó a ser el verdadero artífice de la evolución. Además estas empresas, a inicios de la década de 1990, no se limitaron sólo a la implementación del empowerment sino a llegar a reconocer que el empleado era, en sí mismo, un paradigma.

La compañía Toyota es un ejemplo elocuente de lo que venimos manifestando acerca de cómo se deben tomar las decisiones en el hoy. Esta empresa no se cansa de repetir que es una organización que aprende, no del CEO ni de sus directivos sino de sus empleados. ¿Cómo? Por la forma espontánea y natural en que comparten sus conocimientos, crean, innovan y también aprenden de sus errores. El caso Toyota es reconfortante porque sirve para desmitificar el rol y la soberbia que, durante décadas, estuvo personalizada en aquellos CEO´s y directivos de estrechez mental, autoritaria y verticalista.
¡El portador de Tu Marca Personal construye y sigue desarrollando su posicionamiento, a medida que avanza hacia el logro de su visión, gracias a su actitud y flexibilidad en las decisiones!
José Podestá

 

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