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20 diciembre 2015 ·

Para aquellos que se preparan o han establecido en su visión de mediano plazo ocupar un cargo ejecutivo, hay algo que es bueno que conozcan: se avecina un futuro de alta paga, combinada con muchas horas de trabajo.

Suben las horas
Hace un par de décadas atrás se había procedido a reducir la jornada de cuarenta horas laborales, a raíz del impacto cíclico de las recesiones. Sin embargo, desde la década de 1970 se están incrementando las horas trabajadas, por distintos motivos, especialmente entre los ejecutivos de salarios elevados y alta calificación.

Si bien la tecnología podría llegar de contribuir en el logro de un equilibrio razonable entre el ocio recreativo-social y el trabajo, poco y nada ayuda. Al contrario, la nueva “cultura tech” nos ha llevado a estar disponibles en el formato 24/7, es decir, en todo momento. Un ejemplo muy lamentable de esta realidad es la expresión “resignada” del vicepresidente del banco de inversión Goldman Sachs, de los Estados Unidos, que dice: “No hay límites, no hay descanso”.
Rentabilidad manifiesta

La gran mayoría de las personas que están decididas por llevar a cabo su plan de carrera laboral-profesional, lo hacen con miras de ser parte de una saludable y renombrada compañía.
Dejando de lado las razones o motivaciones que llevan a estas personas a focalizarse en ello, del lado de las empresas hay otras “urgencias” que van más allá de tener que disponer de un plantel cada vez más competente. Entre ellas está la más básica y “letal”: ¡Las ganancias!

Si bien las empresas que cotizan en la Bolsa de Valores cuentan con planes de negocios que son conducentes al logro de un objetivo de rentabilidad funcional al crecimiento y sustentabilidad, frecuentemente están también bajo la presión muchas veces extorsiva de los inversionistas. Es decir que el mundo de las finanzas, lejos de proveer el “oxígeno” necesario para la marcha  de una compañía, se ha trasformado en los últimos años literalmente en un “cáncer”. ¿Por qué? Porque siempre “van por más” en materia de resultados en los balances presentados, a tal punto que si sus “expectativas” –devenidas en extrema usura– no están satisfechas, pueden hacer caer el valor de las acciones de la compañía, sin importarles si ello puede llevarla a la quiebra en un futuro mediato.

Es bien conocido, en tal sentido, el caso de prestigiosas corporaciones en los Estados Unidos que han estado a un paso de desaparecer, a raíz de la brutal presión de los inversores. Entonces, para evitar tal “lapidación”, las empresas necesitan “maximizar las ganancias”. ¿Cómo? Básicamente a través de dos caminos simultáneos:
-Aumentando los precios, con las consecuencias que ello luego tiene frente a la competencia.

-Reduciendo costos e incrementando la productividad, en forma conjunta.
Para que ello sea viable necesitan, indefectiblemente, redoblar el trabajo diario no sólo del staff ejecutivo, sino de todos los empleados. Literalmente ello implica que cada empleado dedique más de cuarenta horas semanales; llegado el caso y aunque parezca increíble, lograr que el empleado de salario elevado trabaje ochenta horas por semana: ¡Sí, el doble!

Entonces, para los que están interesados en posicionar su Personal Branding en una gran compañía, no deberán olvidar que si bien por el trabajo especializado que van a realizar han de recibir un buen salario, éste representa en sí mismo el soborno que la empresa utiliza para mantenerlos diariamente motivados y concentrados en “su trabajo”.
Consecuencias personales

Por más entusiasmo que uno sienta por el desafío de pertenecer a una buena empresa, y más allá de las racionalizaciones acerca de “qué buena está la paga”, al poco tiempo el cuerpo humano comienza a expresar el impacto y a pasar la factura en términos de: alteración del sueño, mayor estrés, menor felicidad, peor salud y mayores posibilidades de sufrir lesiones y accidentes. Recién en ese momento, quizás le venga a la memoria el sabio refrán que dice: “No todo lo que reluce es oro”.
¡El portador de Tu Marca Personal debió llevar a cabo un proceso de descubrimiento interior, un darse cuenta de su vocación y el sentido que ello tiene en su vida, justamente para no terminar siendo un zombi o un “muerto que camina” por la gracia de un salario que, al final, tampoco podrá disfrutar!
José Podestá

 

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