En Función De

11 diciembre 2016 ·

Un titular así quizás puede llegar a despertar alguna curiosidad, más que indiferencia. Por lo menos, para llegar a saber su sentido y finalidad.  No descarto, tampoco, alguna postura más radical de total rechazo. ¿Por qué? Porque todo dependerá, en definitiva, de la actitud de cada uno.

Encerrado o abierto

El ser humano, por suerte, necesita estar en contacto con sus prójimos, sus semejantes. No obstante, a veces llegamos a “soñar” con la paz y la tranquilidad aspiracional que podríamos alcanzar si “viviéramos” en una isla desierta. Razones para ello no nos faltan, sobre todo en los tiempos acelerados, inciertos y conflictivos en que nos toca vivir. Pero si realmente se nos presentara esta “oportunidad” tampoco sería muy saludable para nuestro desarrollo, ni mucho menos para el logro sustentable del Personal Branding. Para ello bastan, al menos, dos razones básicas:

- El desarrollo del mundo, a través de la historia, ha sido y es una consecuencia de voluntades e inquietudes compartidas entre las personas.

- En lo personal e individual, sólo los que con su esfuerzo, trabajo y conocimientos  adquiridos puestos al servicio de sus prójimos, son los que justifican dignamente el don de la vida. Tal vez parezca algo presuntuosa esta aseveración, pero lo cierto es que toda aquella persona que hace y transforma lo suyo en un “tesoro” de gran valor –y por ello decide mantenerse oculto a los demás– sin darse cuenta se va “marchitando” en el tiempo como persona e individuo; seguramente que ustedes deben tener buenos ejemplos directos o indirectos de los dos casos que acabamos de expresar.

En ambas actitudes humanas –abierto hacia los demás o cerrado en sí mismo– el egoísmo ocupa su lugar. Ello es así porque se trata de una faceta que siempre nos acompaña y está presente en la personalidad y en la conducta de los seres humanos; incluso hasta en la naturaleza.

Es propio de las personas

Muchas veces nuestro accionar no necesariamente arriba a la meta fijada. Entonces, es normal que uno caiga en el error y el extravío, porque hace al principio de libertad, al ejercicio de una existencia libre. Hoy es bien aceptado que un error no necesariamente es sinónimo de fracaso, especialmente cuando el móvil de su realización no haya sido la mala fe. Gracias a los “errores”, muchas veces capitalizamos grandes enseñanzas que no éramos capaces de “ver” hasta ese momento.

Si bien había hecho alusión que hasta en la naturaleza se manifiesta el egoísmo, debemos hacer una aclaración con relación al llevado a cabo por nosotros.

La planta, de uno modo inconsciente, tiene que expresar en sí misma su naturaleza –“su aspecto egoísta”. Así es como crece hasta un cierto punto, luego florece y una vez consumado su “acto egoísta”, se prepara para aniquilarse a sí misma. ¿Cómo? Dando paso a algo nuevo: el germen para un nuevo ciclo.

En el ser humano acontece algo casi similar. No sólo está llamado a engendrar a su semejante, sino también a llevar en sí mismo la vida de su individualidad, que trasciende al género. Entonces, para su accionar “egoísta” cuenta con dos caminos opcionales:

- La posibilidad de evolucionar saliendo de sí mismo, con sus cualidades y creando una armonía con el entorno. De esta manera siente que con ello está llevando a cabo su misión, mediante una vocación que más allá de lo meramente personal –el “acto egoísta”– considera al prójimo como el destinatario natural de su obrar.

- Cuando lo que él ha desarrollado en el trato con sus prójimos no lo aplica nuevamente para vivirlo en conexión con ellos, sino que opta por encerrarse en su propio egoísmo. Pero también puede ir endureciendo y resecando sus cualidades, cuando siente que las impresiones que su alma sensible acoge del exterior –el color, el sonido, etc. – no le despierta ningún eco que le permita volcar esas vivencias otra vez al mundo exterior, pero esta vez cargadas de interés y placer. Lo mismo vale cuando se encierra en el conocimiento adquirido o bien se la pasa diciendo que los hombres constituyen una carga para él, que éstos le perturban su existencia haciéndolo “perder tiempo”, sin llegar a darse cuenta que lo que él considera tan importante y digno de alabanza en sí mismo, no podría existir sin aquellas personas con las que no sabe qué hacer “con ellas”.

En este caso, como se han de imaginar, el no estar en la vida con una actitud en función de, imposibilita que el yo se armonice con todo el resto del mundo, endureciéndose e insensibilizándose frente a los demás.

Pero lo más importante de la causa y razón del egoísmo es que le permite al ser humano hacer una autocorrección de su existencia. Es decir, que toda esa actitud de sublevación hacia el entorno hace al aspecto positivo del egoísmo, “para reaccionar”. Caso contrario, al que no le interesa estar en función de, puede llegar a autoaniquilarse socialmente y como persona. Entonces, aquí conviene preguntarnos: ¿Y el Personal Branding?

¡El portador de Tu Marca Personal necesariamente está “obligado” a ser un “egoísta positivo”, porque sabe que su responsabilidad está en suplir la “deuda social” que tiene con sus prójimos y el entorno que, en definitiva, hicieron también lo posible para que llegara a ser lo que hoy es!

José Podestá

 

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