El Porvenir de la Vocación

20 agosto 2017 ·

Cuando nos detenemos a observar el curso de los acontecimientos locales o globales, más allá de su magnitud y de la aceleración de los mismos, por lo general nos invade una sensación de impotencia. ¿Por qué? Porque parecería ser que el presente histórico se nos estuviera escapando de las manos y poco y nada podemos hacer por ello.

Esta realidad nos lleva a “pensar” acerca del porvenir y el sentido de la vocación; y de paso, del Personal Branding. Por de pronto sabemos que el desarrollo de ambos, indefectiblemente, se consolida recién a partir del mediano plazo; no son de resolución “mágica”. Sin embargo no todos “creen” que necesariamente sea así, concentrándose entonces en dos de los condicionantes básicos del hoy:

- El sesgo material.

- La urgencia.

Cuando el tema de la vocación se lo limita a lo externo, ésta tiende a focalizarse en la categoría psico-sociológica de la profesión u oficio. ¿En qué sentido? En tratar de “decidirse” por aquella salida laboral que tenga futuro, además de permitir un ingreso económico “acorde” con el nivel de las expectativas personales y sociales.

Este “sesgo material”, más allá de ser funcional a las aspiraciones personales de trascendencia económica y social, tiene su razón de ser para la mayoría de las personas. Evidentemente hay señales muy claras del contexto que llevan a pensar y actuar, en consecuencia a dichos impulsos. Hasta aquí se llega a “hablar” de la vocación con salida de “empleabilidad”, sin ponernos a pensar si ello es lo más adecuado, ni “escuchar” la voz proveniente de nuestro impulso interior. Al poco tiempo o luego de algunos años, estas personas “descubren” que lo que vienen haciendo en lo laboral y profesional, para nada los hace felices ni plenos, a pesar del holgado nivel mensual de ingresos y de la “atractiva” exposición social en la que se encuentran.

Entonces, ¿en dónde estuvo el error? En haber partido al revés, es decir, en haberse concentrado o dejado seducir por las señales del mundo exterior, en lugar de partir desde lo ya “establecido” en su Yo –su espíritu– justamente porque es allí en donde anida el ADN de su venida a la Tierra, para llevar acabo “su” misión.

Quizás para algunos les llame la atención lo que acabo de expresar, pero ocurre que no todos tenemos bien en claro que, como seres humanos, estamos dotados de una constitución tripartita: cuerpo físico, alma y espíritu. Sin embargo, la ciencia en general y la psicología en particular, hacen abstracción del alma y del espíritu, porque es algo que no se puede “medir, cuantificar, ni pesar”, motivo por el cual lo más “sabio” es en tal sentido negarlos y reducirlos a la categoría de “psique”, diciendo que se alojan y operan desde el cerebro, que sí es un órgano físico; la neurociencia también hace hincapié de ello. Pero en lo concreto, se trata de otro “sesgo material”.

Entonces, en la medida que no se parta de la indagación personal e interior, no vamos a llegar a tener bien en claro el “quién soy” ni tampoco el “sentido” de la misión en la vida. Aquellos que lo hacen son los que luego llevan adelante su vocación con pasión y alegría, porque en definitiva es la consecuencia de ese impulso interior que los moviliza hacer lo que hacen, en beneficio de sus prójimos.

Es así como luego se lo plasma y proyecta en el Personal Branding, no gracias a la estrategia viral implementada en las plataformas digitales –otro ejemplo de “sesgo material”– sino porque en el mundo real son los seres humanos los que hablan del obrar de uno.

En cuanto al segundo de los condicionantes mencionado –la “urgencia”– ésta también proviene del mundo exterior. Existen suficientes razones de necesidad, conveniencia o competitividad que nos pueden arrastrar en hacer las cosas “ya”, sobre la marcha, con el riesgo que muchas veces implica tal proceder.

Por supuesto que en la vida estamos expuestos a tener que hacerlo en repetidas circunstancias; incluso hasta puede ser razonable. Pero cuando aludimos a la palabra “urgencia”, ésta tiene aquí otro significado; refiere y vincula a la “presión” a la que uno suele estar expuesto cuando hablamos de la vocación. Se da cuando no hemos arribado a ella a través del mencionado trabajo interior y por ello tenemos luego que decidirnos con rapidez. Por ejemplo, para no perder el año de ingreso en la universidad, por no llegar a ser parte de una oferta laboral imprevista o por la presión directa de terceros. También aquí estará presente el riesgo al error.

El término “empleabilidad”, por su parte, también tiene lo suyo por la promesa “vinculante” que las instituciones académicas suelen hacer. Al respecto, no necesariamente la carrera universitaria, el posgrado o el doctorado “abren puertas” hacia un mejor trabajo, sobre todo en los tiempos actuales en donde lo que predomina es justamente la escasez en materia de oferta laboral. Se trata, más bien, de una “oportunidad” para un acotado número de personas que sí poseen habilidades superlativas respecto de la mayoría restante.

¡El portador de Tu Marca Personal es un calificado hacedor en aquello que responde a su convicción y vocación, no sólo porque así lo demuestra, sino porque también está plenamente satisfecho por ello!

José Podestá   

 

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