Más Subjetivos Que Objetivos

13 agosto 2017 ·

Si bien el ser humano es esencialmente un misterio y una singularidad compleja por naturaleza, a la hora de evaluarlo tanto en una entrevista laboral como en su posterior desempeño, la persona pasa a ser considerada un “objeto de conversión”, es decir, asimilada a una serie de índices o ratios meramente cuantitativos. Esta forma de proceder es una derivación de la “creencia” aún generalizada, de que la persona es un “recurso humano”. Y como tal, deberá ser “cuantificable y medible” en función del “costo y resultado” esperado en el puesto o función asignada.

Sin embargo, a ninguno de nosotros –incluido el directivo de “recursos humanos”– se nos ocurre pensar ni aceptar que hemos venido al planeta Tierra para terminar siendo asimilables a una cosa u objeto, tal como lo son las materias primas y el resto de los “recursos” e insumos que intervienen en el proceso productivo de una organización.

Lamentable simplificación

Por suerte y como somos personas, un software o una planilla Excel “jamás” podrán abordar ni resumir la complejidad y las valores que nos caracteriza y distingue. ¿Por qué? Porque somos un crisol de sentimientos, emociones y personalidades puestos en acción en nuestros ámbitos de relación, incluido el laboral y profesional. Por tanto, intentar “acotarlas” dentro de un contexto singular o específico, no deja de ser una “simplificación irresponsable” por parte de todos aquellos que así pretenden “etiquetar” a una persona.

Tal como ocurre en un análisis químico, no se trata de aislar o ignorar determinados atributos cualitativos del ser humano, por considerarlos que carecen de “relevancia” para el cargo en cuestión; en el ayer, hasta la “inteligencia emocional” era ignorada. Esas cuestiones ya habían sido obviadas por el taylorismo, en las primeras décadas del siglo XX, con motivo del advenimiento de la producción continua o en cadena. Luego terminó siendo denunciada y parodiada, por el actor Charles Chaplin, en su película Tiempos Modernos del año 1936.

Así como el ser humano no puede ser “objeto” de reducción alguna –aunque la realidad nos muestre y pretenda hacernos creer lo contrario– nada impide que esta “creencia” sea perfectamente válida y aplicable en la automatización y la robótica. Justamente porque se trata de algo meramente tecno-material, que nuestra inteligencia pone al servicio del hombre y de nuestros prójimos: ¡Pero no para su reemplazo!

Por suerte existen organizaciones –especialmente directivos y ejecutivos– que valoran al ser humano “integralmente”, es decir, por lo que representa y es. Estas entidades saben que el rol y el desempeño de las personas son necesariamente un factor clave para el éxito y la sustentabilidad de la misma en el tiempo, motivo por el cual están en las antípodas de simplificarlas y reducirlas a un objeto-cosa. Por el contrario, se “ocupan” para que las personas hagan y brinden lo mejor de cada uno.

Positiva evolución

Esta apuesta y reconocimiento por todas las facetas del ser humano, parte de un enfoque principalmente “subjetivo”. Aquí poco y nada tiene que ver y hacer el área de “recursos humanos”, por las connotaciones negativas y nefastas que ya he resaltado precedentemente; incluso en más de una oportunidad. Pero en cambio sí entra en acción un “derecho” sobre el que se sustenta lo “subjetivo”: ¡Los grados de libertad!

Para pensar, proponer, realizar y hasta equivocarse, la persona necesita poder trabajar y transitar por la senda de la libertad, con todos los riesgos que ello implica tanto para el empleado o profesional, como para la organización a la que pertenece. Esta libertad, desde ya, nada tiene que ver con los aspectos que algunos directivos luego terminan minimizándola a un nivel que raya en lo elemental, lo cosmético y meramente aparente. Por ejemplo, el permitir “traer su mascota a la oficina”, es tan pueril como lo que se pretendía hacer “creer” de puertas-hacia-afuera, en los primeros tiempos del concepto de “organización socialmente responsable”, cuando de puertas-hacia-adentro mantenían un alto porcentaje de sus empleados sin los aportes previsionales ni sociales, o llevaban a cabo una doble contabilidad “paralela”, es decir la real y la tergiversada, para eludir el pago de impuestos; por supuesto que ambas prácticas siguen todavía vigentes para muchos, lamentablemente.

Por cierto que todo ello nos habla de las “miserias” que aún anidan en nosotros, pero que paulatinamente ha comenzado a revertirse a través de un nuevo impulso de mejora y superación. Estos nuevos “anticuerpos” que han comenzado a surgir en el mundo como respuesta a lo negativo existente, nos habla de la presencia de seres que no están dispuestos a mantener el “statu quo” en sus respectivos ambientes, por el mero hecho de habérselo considerado hasta ahora como lo “políticamente correcto”. Es, por cierto, una evolución positiva que incidirá hasta en una mejor calidad en la imagen y reputación del Personal Branding. Porque ya no dependerá de la impresión de “los otros”, sino de uno mismo.

¡El portador de Tu Marca Personal logrará su objetivo, independientemente de su misión y vocación en la vida, en la medida que no descuide ni se olvide del sentido y el respeto que sus prójimos también merecen!

José Podestá

 

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