El contexto en donde trabajamos o ejercemos la
profesión nos expone, hoy más que nunca, a quedar vinculados a situaciones
conflictivas, no deseadas, y de la que por lo general somos ajenas. Ello no
deja de ser un problema, porque nuestra identidad
en el mundo de las relaciones está centrada en el nombre y apellido, es decir,
en lo que constituye el soporte estructural del Personal Branding.
Por supuesto que no necesariamente se producirá un
eventual conflicto con nuestra identidad,
en la medida en que las mismas circunstancias expliciten que nuestra presencia
ha sido meramente marginal. Sin embargo, podrá tornarse compleja cuando, por
ejemplo:
- Estuvimos trabajando en una organización que pasó
a estar expuesta, en lo local e internacional, a un caso de corrupción.
- Transcendió que el acoso sexual era una práctica
oculta, pero frecuente.
- Desapareció imprevistamente del mercado, por
vaciamiento.
La
moral no es un juego
Mientras la transgresión a las normas es otro dato
de la realidad, la moral no es una cuestión abstracta. De que actuemos
moralmente depende hasta nuestra supervivencia; es tan esencial como la
confianza, el respeto, la gratitud, la justicia o la moderación.
Quizás alguno de ustedes considere que con la moral
no se puede llegar a fin de mes ni generar la mayoría de los negocios. Es
cierto, pero también lo son las consecuencias que a diario observamos, por el
simple hecho de no tenerla en cuenta ni se practicarla.
Si bien cada uno cuida y preserva lo suyo, no es
posible desarrollar el Personal Branding de forma aislada, porque en esencia,
no somos autosuficientes. Necesitamos de los “otros”, de la comunidad. Por
tanto, para “sobrevivir” y proyectar nuestra identidad, necesitamos actuar moralmente.
Los valores morales y las decisiones que día a día
tomamos basándonos en ellos, no son instintivos, innatos, ni producto del azar.
La práctica de los valores –además de ayudarnos porque “hablan” de uno mismo–
es muy necesaria. ¿Por qué? Porque desde el momento en que el aprendizaje
fundamental en nuestro desarrollo se da por “imitación” –algo que ya hacíamos
de pequeños– luego se va actualizando con nuevas ideas y experiencias. De esta
forma se transmite y sin darnos cuenta, terminamos entre todos construyendo la cultura.
En el opuesto, cuando el egoísmo, el individualismo
exacerbado, la descalificación, la prepotencia, la ausencia de respeto, la
mentira, el ventajismo y la estafa se convierten en prácticas cotidianas y se
“naturalizan”, se termina cometiendo mucho más que una transgresión. De allí
que llegamos a percibir –tal como también viene ocurriendo con el deterioro que
el ser humano produce en el medio ambiente– que estamos poniendo en riesgo toda
la herencia que se vino construyendo para que, en nuestra época, sigamos siendo
agentes morales.
Esto
qué nos dice
La realidad y sus circunstancias nos anticipan que
los portadores del Personal Branding pueden ser buenas o malas personas.
El que opta por lo inmoral, poco le importa quizás lo
que los “otros” piensen o digan de él. ¿Por qué? Porque se encuentra sumamente
concentrado en lo suyo –que por lo general lo hace muy bien– tratando de sacar
el máximo rédito posible a su favor, sin importarle en absoluto las consecuencias
que todo ello pudiera tener para sus prójimos.
En la acera opuesta están todos aquellos que hacen
lo que hacen, a partir de un motivo o razón existencial. Además, les importa
que el obrar sea responsable y solidario, por la sencilla razón que los une y
motiva valores mayoritariamente compartidos.
Detrás del accionar de estas dos tipologías de
Personal Branding hay un destino que
subyace latente y que, en definitiva, nos moviliza hacia el logro de los
objetivos, proyectos y metas propuestas. En ninguno de los dos casos se busca
competir entre sí, por la sencilla razón de la ausencia de sentido que ello
tiene; recordemos que el desarrollo y el posicionamiento que cada uno detenta
con el Personal Branding, está dado por la percepción que los “pares”, la comunidad
o la sociedad en general valoran del obrar expresado a través de su vocación.
¡El portador de Tu Marca Personal intenta
cumplimentar y aplicar los valores morales en su trabajo o profesión, no por
sentirse “obligado” a ello, sino por el hecho de estar persuadido que esa es la
forma para respetarse y valorar también a sus semejantes!
José
Podestá