El Manager Tóxico

21 octubre 2018 ·

El escritor ruso León Tolstoi había postulado en su libro Ana Karenina que “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. Por tanto, para ser feliz una familia debe ser exitosa en cada uno de ciertos factores –dinero, formación, religión,…– con lo cual, la deficiencia de uno solo de estos eslabones conduce a la infelicidad.


Ello por cierto nos termina abrumando, porque existen más opciones para que una familia sea infeliz que para lograr ser feliz. Y cuando alguno de sus integrantes no se encuentra bien parado ante las circunstancias de la vida, el convertirse en una persona tóxica suele demandarle muy poco tiempo.

Esto llevó a que el geógrafo y escritor estadounidense de best sellers de divulgación Jared Diamond establezca el “principio de Ana Karenina”, en su libro Armas, Gérmenes y Acero. Se valió de esta metáfora para describir eventos en el que cualquier deficiencia en una parte de la cadena lleva a un fracaso.

En el mundo corporativo, si bien los buenos líderes se parecen, para los malos existe un “ramillete” de categorías que los terminan “posicionándolos” en tóxicos, como ser:

 - Exceso de ego.

- Falta de autoestima.

- Ignorancia.

- Crueldad,…

Algunas organizaciones, por su parte, favorecen conscientes o no el desarrollo de tales “personalidades”. ¿De qué manera? Incorporando esquemas de incentivos que promueven la llegada hasta la cima de ejecutivos desastrosos, de ambos géneros. De esta manera, en estas organizaciones se impregna la práctica de una “cultura tóxica” para desgracia de los empleados que, de buena fe, ingresaron para llevar a cabo el proyecto de “su” carrera laboral-profesional. Pero cuando en la estructura de este tipo de organización se van plegando algunos de sus empleados, ello va dando lugar a la aparición de sesgos tanto individuales como colectivos.

Los liderazgos nefastos

Si tenemos en cuenta, por ejemplo, el “sesgo de omisión” que se estudia en la teoría de la decisión, éste hace que las organizaciones tiendan a castigar más a aquellos que toman una mala decisión que a los que no toman decisiones –generando resultados igualmente desastrosos. ¿Esto en qué termina? Hace que las organizaciones se llenen de ejecutivos que sonríen bien, usan la ropa adecuada, sueltan alguna frase intrascendente en todas las reuniones que siempre están, pero a la hora de tomar decisiones huyen a toda velocidad, sin antes no dejar de “aclarar” razones de algún imprevisto.

Por suerte existe un interesante trabajo de psicología de management, que lleva por título El lado oscuro del carisma, en donde categoriza a los malos jefes en estereotipos que tienen que ver con personajes tales como:

- El señor Burns, de Los Simpson.

- Pelopunta, de la tira de historietas Dilbert.

- Michael Scott, el personaje que interpreta Steve Carrell en The Office.

El estudio explica cuál de estas tres personalidades es la más nefasta para los resultados de la empresa en el largo plazo. Como ustedes se han de imaginar, el empleado se encuentra  mientras tanto en el medio de una situación que lo va arrastrando hacia una complicidad de mediocridad que para nada lo ayudará en su proyecto personal. De allí la conveniencia, sin mayores titubeos, de migrar cuanto antes hacia otra solución o eventual emprendimiento personal.

Volviendo al ejemplo citado, de allí se desprenden tres categorías de “jefes” nefastos, tóxicos y mediocres:

- El flotador agradable –“Likability Floater”– que va subiendo peldaños en la organización gracias a que “jamás” toma decisiones difíciles ni se hace de enemigos. Tal el caso de “Pelopunta” en la historieta de Dilbert; se caracteriza por ser un inútil que termina siendo “favorecido” por sus superiores, para evitar serruchadas de piso y bloquear el ascenso de rivales más peligrosos –léase: eficientes, capaces y que realmente se lo merecen.

- El resentido –“Homme de Ressentiment”– se la pasa nadando bajo la superficie, pensando mal de los demás y preparando complots contra sus enemigos. Sí, son los émulos del señor Burns, de Los Simpson.

- El manager narcisista por antonomasia –“Tiranosaurus Rex”– que vive enamorado de sí mismo y por tanto se exhibe arrogante, utiliza gestos grandilocuentes y “demanda” que se lo halague permanentemente. Toda esta “máscara” le sirve para cubrir su elevada inseguridad y frágil autoestima, lo que lo lleva a menudo a actitudes hostiles con sus empleados. Este personaje alude directamente a Michael Scott, el líder de The Office.

Para los que aspiran al desarrollo y el posicionamiento del Personal Branding, deben tener muy en cuenta que para nada los ayudará cualquiera de los tres arquetipos tóxicos mencionados. Si bien aún perduran las organizaciones que practican y hasta se ufanan de “ser como son” en cualquiera de sus estados de toxicidad, no por ello lograrán perdurar por mucho tiempo. Felizmente, la velocidad que se está dando en las modificaciones de consensos en el campo de las relaciones laborales y de personas es tan alta como la que seguramente ustedes vienen percibiendo con la inteligencia artificial/IA, blockchain, computación cuántica o cualquiera de las denominadas “tecnologías exponenciales”.

¡El portador de Tu Marca Personal, por estar en las antípodas de lo tóxico y mediocre, difícilmente podrá ser de la partida en el ejercicio de algún liderazgo nefasto!
José Podestá

 

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