Honrado y Honorable

27 enero 2019 ·

Tiempo atrás, los hombres que se llamaban a sí mismos honrados, solían resolver su “honorabilidad” en un duelo. Pero por lo general uno de ellos podía morir en el intento.


De las mujeres honradas se dice que solían atar sus pies para avergonzar a todos aquellos que no lo hacían.

Paradójicamente, los humanos honorables poseían esclavos en su mayoría, cosa que hoy sería literalmente inaceptable, a pesar de que aún existen casos en una cantidad que no podemos imaginar.

La apariencia, complica

En muchos ámbitos de la vida y de la cultura se piensa que el ser honorable es un signo o un atributo “cuantificable”, compatible además con lo figurativo y los estímulos del contexto. ¡Error! Aunque los medios y el mundo de las celebridades se nutran de ello, la honorabilidad es algo que se cultiva a partir de nuestro impulso interior, de nuestras convicciones y compromisos; vincula con lo que somos capaces de hacer, con el cómo y el rol que tienen nuestros prójimos en todo ello.

La persona multimillonaria que en vida viene contribuyendo con su fortuna periódicamente en acciones humanitarias o en pos del desarrollo de la ciencia, no la convierte per se en un  ser honorable. ¿Por qué? Porque no se trata simplemente de dar aquello que me “sobra”, sabiendo que podré terminar luego “ganando” con ello una mayor reputación o visibilidad en “mi” Personal Branding.

En el opuesto, también sabemos del caso de algunas personas que son realmente muy pobres, pero que sin embargo no dudan ni un instante en brindar lo poco que tienen a otro carenciado, aunque tal privación no les permita luego poder alimentarse debidamente. Aquí sí estamos ante seres muy honrados, a los que la honorabilidad y trascendencia del gesto poco y nada les importa, por la sencilla razón que el impulso interior que los moviliza a ser solidarios opera, “espontáneamente”, en la misma frecuencia que la de sus “hermanos”.

Por supuesto que el ser honrado no se limita al dinero, sino a todo acto que realizamos a diario, ya sea como empleado o directivo en una organización, como profesional ante sus clientes o pacientes e incluso como funcionario de estado, más allá del cargo que se detente. Al respecto, cuando se dice que el índice de inflación, de pobreza o de desocupación, aumenta, uno percibirá rápidamente cómo es la honorabilidad del funcionario –incluido el presidente del país en cuestión– según sea su compromiso, explicación o “justificación” del caso. ¿Por qué? Porque es la gente, los ciudadanos, los que hacemos en definitiva a un país, no las estadísticas.

Dilema para el Personal Branding

El hecho que en la cultura del ayer en donde se hallaban encuadrados los dos ejemplos mencionados, hayan cambiado, sumado a las situaciones cotidianas del hoy, nos alerta y enseña que el ser honrado que se ocupa por hacer muy bien las cosas, no puede estar condicionado por los usos y las costumbres que impactan en sus sentidos, sino por su rol y compromiso frente a la vida –recordemos que para eso hemos venido a la Tierra– y que en la práctica se resume a lo establecido en nuestra misión.

Algunos de ustedes podrán pensar que siempre hubo y seguramente habrá seres tóxicos, nefastos y criminales. Si bien ello también es parte de la realidad, los invito a que visualicen por unos instantes la imagen que recuerden de un niño pequeño –de hasta dos o tres años de edad. Seguramente que para nada nos íbamos a imaginar que años más tarde ese ser devino en un corrupto, un abusador o un asesino serial. Entonces,… ¿Qué es lo que pasó? ¿Qué establecía su misión? Esto nos lleva a meditar en lo siguiente:

- El ser humano es un “misterio” que se va revelando a lo largo de la vida. Bien pudo ser honrado y muy honorable hasta una determinada edad, para luego convertirse en “otro” ser opuesto y radical.

- Que ninguno de nosotros está exento de recibir un impulso exterior negativo tal, que nos haga girar en ciento ochenta grados lo que hacíamos hasta ese momento, o viceversa. Así como Cristo necesitó que lo traicionara uno de sus apóstoles –Judas Iscariote– para que se cumpliera lo establecido en las sagradas escrituras, quien haya profundizado en la vida anterior de Judas Iscariote descubrirá que fue un judío piadoso, creyente y muy preocupado por los estragos que la dominación romana venía produciendo en el pueblo hebreo.

En consecuencia y en la medida en que nos demos cuenta de ello, debemos asumir que en la historia universal y en la que nos toca vivir, hubo, hay y habrá seres humanos honrados, honorables y malos. Ello dependerá de cómo uno asuma la responsabilidad de su misión y el destino que le “correspondió” llevar a cabo en la vida; hasta Judas Iscariote se arrepintió de lo hecho. Esto para nada se trata de resignación, pero sí de comprensión y ayuda en la medida de nuestras posibilidades. Porque en el fondo de su interioridad, ningún ser humano desea ser un deshonesto, un traidor o una mala persona; basta con el recuerdo que tienen aquellas personas que llegaron a conocerlo de niño, cómo su espíritu puro y alegre se manifestaba en sus gestos ante sus padres y familiares, hasta el momento en que logró vencer la gravedad y ponerse de pie para decir: “Yo soy”. A partir de ese momento, su misión y el entorno comenzaron a hacer el resto.

¡El portador de Tu Marca Personal, en caso de ser honrado, lo será siempre y cuando su destino no establezca lo contrario, para poder así también ir metamorfoseándose en el tiempo en un ser honorable y referencial para las nuevas generaciones!
José Podestá

Contexto y Presiones

20 enero 2019 ·

Si uno observa el contexto internacional, especialmente en Occidente, no deja de ser preocupante. Los conflictos, reclamos, abusos de poder, inseguridad de todo tipo –incluido el laboral– acosos sexuales, deslealtades profesionales,… están a la orden del día. Por supuesto que todo ello termina repercutiendo en la faz anímica de las personas, como así también en el clima laboral en donde uno se desempeña, sumada a la presión por los resultados y la sobrecarga incremental de trabajo debido a la reducción de personal.


Qué es conveniente hacer

Por tratarse de estímulos ajenos y no controlables por uno mismo, ello termina “obligándonos” a ser más responsables por las tareas asignadas, el servicio profesional brindado y la posterior influencia que luego ello tiene frente a terceros.

Independiente de esta realidad y como uno debe ser el artífice de su propio destino, es necesario y muy “saludable” desdoblar el riesgo. ¿En qué sentido? Llevando en paralelo una actividad o emprendimiento particular en donde el “jefe” es uno mimo, al tiempo en que no sólo uno pasa a ser precavido ante un eventual imprevisto laboral –por ejemplo, ser despedido de la actual organización, sufrir una reducción salarial o ser trasladado a otro sector– sino que también se cuenta con un “reaseguro” económico para cuando llegue el tiempo del retiro o de la jubilación.

Si en el supuesto caso el emprendimiento en cuestión demandara la contratación de empleados, aquí uno tiene la posibilidad –y fundamentalmente la “responsabilidad”– de no replicar en ellos los mismos errores e “injusticias” que uno percibe o padece en la organización en la cual se desempeña. Esto que parece ser tan obvio y humano, no siempre suele cumplirse como uno se lo imagina. Al respecto, existen reiterados casos de “maltratos” que el emprendedor “independiente” también aplica a sus subordinados, tal como si fuera una “consecuencia” de lo que la organización o el sistema vienen haciendo con él.

En cambio, si uno obra respetando, valorando y tratando a sus empleados como “seres humanos”, es decir lo opuesto a “recursos humanos”, logrará no sólo mejores resultados en la actividad, sino que comenzará a tener un reconocimiento y estima tal que terminarán impulsando luego, con creces, la imagen y la reputación de su Personal Branding.

Posiblemente llegará el momento en que uno se encontrará ante una disyuntiva, al no saber si vale la pena seguir “gastando” energía en la organización en donde viene desempeñándose en relación de dependencia, o bien dedicarse exclusivamente a “su” emprendimiento personal. Desde ya que la decisión es eminentemente individual, porque de ella surgirán cuestiones tales como:

- Haberse convencido que su misión no pasa por trabajar en relación de dependencia.

- Sentir que “su” emprendimiento es lo que afloró como un impulso interior o “mandato” acerca de lo que “siente” que debe hacer, de ahora en más.

- Porque está transitando un nuevo septenio de su vida que le propicia la oportunidad del cambio.

Esto qué significa

Muchas veces no llegamos a ser plenamente conscientes de las cosas que nos suceden, por la sencilla razón de sentirnos “esclavos” de nuestra cotidianeidad. Tal como le ocurre al “dependiente” del celular, venimos caminando por la vida con la cabeza baja, tratando de ver-escuchar-responder al instante cosas que poco y nada vinculan con lo importante, sino más bien con las costumbres y los usos sociales del momento.

Recién cuando uno toma consciencia que por allí no pasa la vida, ni mucho menos el mandato que anida en la misión personal, es cuando se “ilumina” el alma para hacernos ver, sentir y recordar el motivo-razón de nuestra existencia. Entonces y en la medida en que uno capitalice el impulso, comenzaremos a darnos cuenta y comprender lo que de ahora en más se espera que hagamos.

Quizás algunos de ustedes conocen el caso de personas que, en un momento determinado, sintieron lo que debían hacer y con una gran tenacidad –que muchas veces orilla hasta en la obsesión– aplican toda su energía a dicha cuestión.

Si bien en todo momento es bienvenido escuchar nuestra voz interior para rectificar –incluso confirmar– lo que debemos hacer, no deja de ser otra buena opción intentarlo cuando nos sentimos oprimidos, desorientados o hastiados del contexto y de las presiones negativas que parten del mismo.

¡El portador de Tu Marca Personal es un ser que frecuentemente se autocuestiona con la finalidad de no errar en el camino que la vida le asignó, para ir plasmando desde allí las huellas de su recto obrar!
José Podestá

Vuelta de Hoja

13 enero 2019 ·

A raíz de la velocidad del cambio y de la percepción que tenemos acerca de cómo se va el tiempo, por lo general no atinamos ni pensamos en aprovechar el inicio de un nuevo año para realizar el balance personal; quizás nos preocupamos más por llevar el automóvil al servicio técnico para dar cumplimiento al calendario de control.


Debe y haber

Si bien alguno de ustedes se podrá preguntar qué sentido tiene poner en blanco y negro lo realizado en un año, cuando bien sabemos que por obra de los imprevistos y de las contingencias resulta cada vez más difícil poder cumplir con nuestros objetivos, deseos o expectativas, pero no por ello deberíamos llegar a resignarnos o a claudicar en el intento. ¿Por qué? Porque se trata nada más ni nada menos que de nuestra vida, de lo que nos hemos propuesto hacer en función de la misión y de la vocación elegida, no sólo para cumplimentarla, sino también para contribuir con la evolución de la humanidad, por más pequeño que consideremos sea nuestro aporte; recordemos, al respecto, que no estamos solos en el planeta Tierra.

Convengamos que al ser humano le resulta “más fácil” realizar el balance para la organización en donde trabaja, que el propio. Además, nos sentimos más “seguros” y nos predisponemos para estar en “función de”, que para indagarnos, cuestionarnos o “bucear” en nuestra interioridad acerca del sentido y razón de nuestra existencia.

Convengamos también que nadie se va a “morir” por no hacer su “puesta a punto” anual. Pero si tomamos consciencia que se trata de nuestra vida –que es única e irrepetible– y que hemos decidido “venir” a la Tierra para llevar a cabo una misión, el balance se constituye per se en nuestra mejor herramienta y “oportunidad” para no errar en el intento.

También importa en el Personal Branding

Lo anterior también repercute en el debe y el haber del Personal Branding. Por supuesto que no se trata, en absoluto, que uno deba convertirse en dependiente de “su” Personal Branding, porque éste es simplemente la “consecuencia” de nuestro obrar –en lo laboral y profesional –y de nuestro actuar– como persona y ser humano. De allí que también vale para todos aquellos que no se interesan en el Personal Branding, por la simple razón de ser portadores de un nombre y apellido.

Entonces, es muy probable que lo realizado o no en el año, sumado al “cómo” lo hemos hecho, termine impactando en la reputación e imagen que nuestros pares y la comunidad en general se fueron formando de nosotros. Y es aquí en donde radica el problema, porque si el debe es el que más influyó en el Personal Branding, no podemos metafóricamente hablando ir y borrar con una goma aquellas cosas que no hablan muy bien de uno.

En la medida que no tomemos consciencia de ello, entre otras razones por no haber realizado “mi” balance anual, seguramente que ese descuido lo terminaré pagando caro más adelante. ¿En qué sentido? Pues habrá más gente que no tendrá una buena imagen, concepto ni buena referencia acerca de “mi” obrar, tanto en lo personal como profesional.

Sabiéndolo anticipadamente –gracias a la revisión anual– uno podrá ir revirtiendo aquellos sucesos negativos del Personal Branding que “sorprendieron” a nuestros prójimos, para rectificarlos y obrar en consecuencia. Ello no deja de ser una valiosa experiencia y un buen aprendizaje, incluso para luego poder compartirlo con nuestros referentes más directos.

¡El portador de Tu Marca Personal no es un ser dependiente de la percepción que tienen sus destinatarios de él, pero en cambio sí opta por centrar toda su energía en el correcto obrar –que es consecuencia de su misión en la vid– rectificando sobre la marcha todo aquello que es capaz de omitir o llegar involuntariamente a cometer, como ser humano!
José Podestá

Crisis y Oportunidad

04 enero 2019 ·

Cuando estamos atravesando una crisis o en el opuesto hemos quedado posicionados ante una oportunidad, siempre es conveniente poder llegar a indagar el motivo de ello, por ejemplo:


- Observando cuáles fueron los condicionantes o los sucesos ocurridos en el contexto, sobre los cuales poco y nada uno puede hacer, por hallarse éstos fuera del alcance de nuestras posibilidades, o bien partiendo de uno mismo, sabiendo desde el vamos que por motivos de desidia, avaricia o responsabilidad, hemos llegado a ser artífices “plenos” de todo lo que ahora nos sucede.

- Meditando –dado que no poseemos aptitudes clarividentes– acerca de los impulsos y las circunstancias que anidan en el ADN de nuestra interioridad. Quizás les sorprenda a más de uno este tipo de “abordaje”, pero basta solamente con ver cómo la naturaleza y nuestra biología se van desarrollando y transformando a partir de los estímulos provenientes del universo. Al respecto, la gente de campo “sabe” muy bien en que momento conviene sembrar o cosechar, como así también en qué momento la madre va a dar nacimiento a su hijo.

En consecuencia, está en la voluntad personal el querer saber lo que nos está pasando y el por qué. Si bien la mayoría de nosotros no suele detenerse en ello y sigue adelante de la mejor manera posible, siempre conviene indagar en los motivos, no por una mera “curiosidad”, sino para “aprehender” de los errores o del significado-mensaje que “oculta” la oportunidad que nos ha tocado en suerte.

De esta forma nos aseguramos de ir transitando por la vida con una actitud más proactiva –no exenta de cierta curiosidad– por todo aquello que nos sucede, cualquiera sea su signo. Además, a uno le resultará útil para “comprender” el sentido que el suceso mismo tiene, de acuerdo a la etapa del septenio personal en que se encuentre, para obrar luego de la mejor manera posible.

Impacto en el Personal Branding

Como espejo terrestre del “quién soy”, el Personal Branding va sumando o “restando” los atributos de nuestro obrar, más allá de si el portador se ocupa o no de su desarrollo y posicionamiento. ¿Esto qué significa? Que siempre la persona irá dejando una “huella” en la Tierra y por ella será recordada, valorada o criticada, de acuerdo al valor, la calidad y la entrega amorosa que supo brindar a sus semejantes.

De allí que toda crisis o eventual oportunidad se va constituyendo en “hitos” que sobresalen de lo que uno ha venido realizando, más allá de cual sea su signo. Por ejemplo, consideremos el siguiente caso: Después de años de una exitosa performance como actor, esta persona se vio expuesta en los medios de comunicación, de un modo abrupto y “sorpresivo, ante la denuncia de reiterados acosos sexuales llevados a cabo en el pasado. A partir de ese momento y tal como si se tratara de un “castillo de naipes”, tuvo lugar el inmediato derrumbe de su reputación e imagen, a pesar que aún no mediara investigación ni sentencia judicial alguna que confirmaran dichas denuncias. Así, la noticia terminó alterando el humor y la simpatía que hasta ese momento gozaba el actor frente a sus pares, y en la opinión pública en general.

Para quien atraviesa esta situación, se trata de una crisis brutal por la repercusión local e internacional que alcanza el suceso en sí mismo, a tal punto que el damnificado puede llegar literalmente a vivenciar su “muerte civil”, debido a que todas las puertas se les cierran delante de él, sin posibilidad de poder acceder a un nuevo trabajo.

Dentro del ámbito de las organizaciones, la historia también nos señala el caso de exitosos directivos o dueños de empresas que, en el otoño de sus vidas y vaya uno a saber por qué motivos, llegaron a vaciar y destruir sus corporaciones, al tiempo que involucraron en su afán a renombrados estudios contables internacionales, jueces y políticos, para evitar su eventual “trascendencia” en la sociedad. Pero como se ha podido comprobar en más de una oportunidad, el “hilo” de la corrupción termina cortándose en el momento o lugar menos indicado.

Si bien estos dos ejemplos son típicos casos de crisis “autoinducidas” por sus propios autores, valen para tenerlos muy en cuenta. ¿Por qué? Porque el tiempo es un gran purificador de circunstancias, cualquiera sea el signo del suceso en sí. De allí que todo lo que uno vaya realizando a lo largo de su vida –más allá de su magnitud e importancia– terminará impactando de un modo positivo o negativo en “su” Personal Branding.

¡El portador de Tu Marca Personal sabe muy bien las consecuencias que puede llegar a producir su obrar en la comunidad, en sus prójimos, motivo por el cual no suele dejar librado al azar aquellos impulsos que pudieran apartarlo, en algún momento de su vida, por las consecuencias nefastas e incluso de “oportunidad” que poco y nada tienen que ver, en definitiva, con su misión!
José Podestá

 

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