A raíz de la velocidad del cambio y de la percepción
que tenemos acerca de cómo se va el tiempo, por lo general no atinamos ni
pensamos en aprovechar el inicio de un nuevo año para realizar el balance
personal; quizás nos preocupamos más por llevar el automóvil al servicio
técnico para dar cumplimiento al calendario de control.
Debe
y haber
Si bien alguno de ustedes se podrá preguntar qué
sentido tiene poner en blanco y negro lo realizado en un año, cuando bien sabemos
que por obra de los imprevistos y de las contingencias resulta cada vez más
difícil poder cumplir con nuestros objetivos, deseos o expectativas, pero no
por ello deberíamos llegar a resignarnos o a claudicar en el intento. ¿Por qué?
Porque se trata nada más ni nada menos que de nuestra vida, de lo que nos hemos
propuesto hacer en función de la misión
y de la vocación elegida, no sólo
para cumplimentarla, sino también para contribuir con la evolución de la
humanidad, por más pequeño que consideremos sea nuestro aporte; recordemos, al
respecto, que no estamos solos en el planeta Tierra.
Convengamos que al ser humano le resulta “más fácil”
realizar el balance para la organización en donde trabaja, que el propio.
Además, nos sentimos más “seguros” y nos predisponemos para estar en “función
de”, que para indagarnos, cuestionarnos o “bucear” en nuestra interioridad
acerca del sentido y razón de nuestra existencia.
Convengamos también que nadie se va a “morir” por no
hacer su “puesta a punto” anual. Pero si tomamos consciencia que se trata de
nuestra vida –que es única e irrepetible– y que hemos decidido “venir” a la
Tierra para llevar a cabo una misión,
el balance se constituye per se en
nuestra mejor herramienta y “oportunidad” para no errar en el intento.
También
importa en el Personal Branding
Lo anterior también repercute en el debe y el haber del Personal Branding. Por supuesto que no se trata, en absoluto,
que uno deba convertirse en dependiente de “su” Personal Branding, porque éste
es simplemente la “consecuencia” de nuestro obrar –en lo laboral y profesional
–y de nuestro actuar– como persona y ser humano. De allí que también vale para
todos aquellos que no se interesan en el Personal Branding, por la simple razón
de ser portadores de un nombre y apellido.
Entonces, es muy probable que lo realizado o no en
el año, sumado al “cómo” lo hemos hecho, termine impactando en la reputación e
imagen que nuestros pares y la comunidad en general se fueron formando de
nosotros. Y es aquí en donde radica el problema, porque si el debe es el que más influyó en el
Personal Branding, no podemos metafóricamente hablando ir y borrar con una goma
aquellas cosas que no hablan muy bien de uno.
En la medida que no tomemos consciencia de ello,
entre otras razones por no haber realizado “mi” balance anual, seguramente que
ese descuido lo terminaré pagando caro más adelante. ¿En qué sentido? Pues
habrá más gente que no tendrá una buena imagen, concepto ni buena referencia
acerca de “mi” obrar, tanto en lo personal como profesional.
Sabiéndolo anticipadamente –gracias a la revisión
anual– uno podrá ir revirtiendo aquellos sucesos negativos del Personal Branding
que “sorprendieron” a nuestros prójimos, para rectificarlos y obrar en
consecuencia. Ello no deja de ser una valiosa experiencia y un buen
aprendizaje, incluso para luego poder compartirlo con nuestros referentes más
directos.
¡El portador de Tu Marca Personal no es un
ser dependiente de la percepción que tienen sus destinatarios de él, pero en
cambio sí opta por centrar toda su energía en el correcto obrar –que es consecuencia
de su misión en la vid– rectificando sobre la marcha todo aquello que es capaz
de omitir o llegar involuntariamente a cometer, como ser humano!
José
Podestá