La pasión suele manifestarse a partir de la superación del
umbral de la conducta humana, que no es la misma para todos. En nuestras
actividades uno puede estar motivado y por ello llegar a disfrutar de lo que
hace. Pero cuando a esta motivación se le suma un impulso mayor, aflora la
pasión para también hacer lo suyo. Y para nada está mal, salvo cuando ésta se
torna en una demanda y exigencia interna que termina desbordando a su portador.
Cuando la pasión nos
supera
Si uno tiene plena consciencia que la pasión aplicada para alcanzar
las metas lo está consumiendo, es necesario y conveniente soltar el lastre. ¿Por qué? Porque de continuar en
la misma frecuencia, el organismo se verá desbordado y aplicará cualquier
mecanismo de salvaguarda, muchas veces con consecuencias para nada felices para
nuestra salud y bienestar.
Tal vez alguno se pregunte a qué alude el lastre. En este caso tiene que ver con
la indiferencia. El equilibrio entre pasión e indiferencia permite desacelerar
el primer impulso para darnos tiempo a
repensar qué es lo más conveniente para ambos: uno mismo y la empresa.
Visto en perspectiva, la indiferencia es tan importante como
la pasión: es una herramienta de supervivencia clave. Cuando se debe dar
curso-solución a un conjunto de tareas que no son centrales pero necesarias de
realización, es muy saludable no ponerle vehemencia a algo que carece de
relevancia y que por ello no demanda mayor preocupación.
Lo mencionado es útil para aquellos que les cuesta, en lo
laboral, separar lo importante de lo rutinario, asignándole a todo el mismo
nivel de importancia y urgencia.
A quién le importa
La pasión, reitero, no es algo malo en sí. El problema
radica cuando se le asigna mayor impulso de lo que las circunstancias demandan.
Está bien claro que un músico que no le pone pasión y alma en lo que escribe o ejecuta, seguramente que
terminará por causar somnolencia en la audiencia.
En cambio es útil tener en cuenta que si bien la
indiferencia no es algo muy tenido en cuenta por los autores de obras sobre management, no debería ser descartada en
situaciones personales de riesgo.
Ser vehemente en extremo no es bueno por dos razones:
a. El límite cognitivo nos dice que las personas
pueden hacer una cantidad limitada de
tareas simultáneas. Por tanto, si uno pone todo el esfuerzo
físico y emocional en cada
tarea, es seguro que terminará haciendo varias cosas mal.
b. Si bien es fabuloso sentir pasión cuando la empresa se ocupa de uno, puede ello terminar
en una autodestrucción cuando en ese contexto uno quedó atrapado en un sector
en donde los empleados no responden y el jefe del sector es un inoperante. Lo
que aquí se impone es desacelerar y poner en claro la situación reinante entre
los involucrados. Y si ello no tiene solución e incluso puede llegar hasta
interferir el plan de carrera laboral-profesional, es una clara señal de que
llegó la hora de ponerse a trabajar en el recambio.
En consecuencia, de lo que se trata es de autopreservarse,
es decir, mantener intacta la auto estima y la salud mental.
¡El portador de Tu Marca Personal debe extremar los cuidados de su
desempeño por ser, además, el Presidente-CEO de Yo SA!
José Podestá