Mientras
las oportunidades ocurren en el mundo exterior, las actitudes y motivaciones
que nos ponen en acción o las depresiones que nos condicionan en el hacer, se
gestan y transitan en nuestro ser interior. A partir de cuál es nuestra
predisposición frente a los sucesos que sentimos valen la pena –por ejemplo,
aquellos que son funcionales al plan de carrera laboral-profesional– terminamos
adoptando un comportamiento vivencial. ¿Por qué? Porque en ese caso se
constituye en un desafío personal, que posiblemente sea el que termine
brindando un sentido a la vida, aunque no se tenga un conocimiento profundo de
ello.
La
oportunidad oportuna
Aquellos
que han tenido alguna experiencia como cazadores
de oportunidades y tendencias, seguramente hayan interpretado el sentido
que tiene la oportunidad oportuna.
Si bien en
algún momento uno puede estar expuesto a un suceso que impulsivamente sentimos
que es digno de ser capitalizado, luego no siempre puede terminar siendo el más
conveniente para el plan o proyecto personal. Por supuesto que es bueno tener o
desarrollar alguna habilidad para percibir eventuales consecuencias que están
más allá de lo aparente. Sin embargo, ello nos debería hacer también más cautos
ante los riesgos implícitos que suelen estar ocultos, latentes e incluso
visibles, pero que por obra de nuestra fuerte carga emocional no hemos sido
capaces de ver.
Más allá de
aquella reiterada afirmación que dice que detrás
de una crisis se esconde una oportunidad, para uno lo será en la medida que
le sume valor y brinde algún sentido a la visión personal. Por su parte, tanto
el ser racional como el ansioso dirán que no por ello deberían descartar de
poder ir capitalizando, sobre la marcha, los beneficios marginales o económicos
que puedan provenir de una crisis. Lo importante es no perder, por ello, el
sentido y la razón de ser que implica como desafío el proyecto
laboral-profesional.
Gestionando el largo plazo
El desafío
suele remitirnos, por lo general, a un suceso del presente. El hecho que nos cueste
luego extrapolar el desafío al largo plazo – especialmente cuando se lo vincula
al puesto, el cargo aspirado o el rol consumado de la profesión elegida– no
significa que no deba hacerse. Aquí, de lo que se trata, es poder ir gestionando
el desafío a través de pasos y metas sucesivas, tal como lo vemos, por ejemplo,
en una carrera de postas en donde los atletas trabajan por etapas, porque saben que el desafío está en el logro
de la sumatoria de las mismas.
En un
contexto cortoplacista tan pronunciado como el actual, hace que muchos se
desanimen por todo aquello que demanda constancia y perseverancia. Sin embargo,
así es la vida y así es y ha sido el desempeño de los grandes líderes o
emprendedores que nos hayan llamado la atención. En cambio, aquellos que optaron por
ganar tiempo o elegir atajos, también sabemos cómo mayoritariamente han
terminado.
La salida exterior
Si bien uno es quien elige el país en donde nacer, aunque luego no se piense ni se
hable de ello, no implica en absoluto que se deba permanecer allí de por vida.
Si el destino o una oportunidad en lo laboral-profesional hacen que se deba
establecer raíces en otro lugar del planeta, es algo que está indefectiblemente
vinculado con la biografía personal. Escuchando a la voz interior, cada uno sabrá lo que implica como desafío lograr la
realización personal y de vida en otro sitio, sea en forma transitoria o
definitiva.
¡El
portador de Tu Marca Personal se ha preparado para asumir y gestionar aquel
desafío laboral-profesional que luego podrá llegar a brindarle un sentido en su vida, independientemente del lugar
geográfico en donde deba llevarlo a cabo!
José Podestá