Más de uno puede pensar por qué contraponer la
honestidad contra el talento, cuando ambas debieran ir juntas; incluso hoy en
día hasta suelen escasear las personas honestas. Y no está mal cuestionarse y
cuestionarlo, dado que en la sociedad se tiene asumido que si uno no hace el
mal se tiene la posibilidad de ser una persona honesta.
La honestidad está al alcance de todos
Si partimos de este pensamiento ya podemos comen.zar a vislumbrar
algunas diferencias entre el honesto y el talentoso, como ser:
a. No son sinónimos, pero tampoco excluyentes entre sí.
b. El talento, incluso moral, tiene otras exigencias porque persigue
una perfección que con el tiempo puede devenir en virtud.
c. El honesto convive y se somete a las convenciones corrientes. Y en
tal sentido, puede tener seguidores e imitadores.
d. Al talentoso lo moviliza la originalidad –no por una motivación
elitista o de reconocimiento– sino por la búsqueda o concreción de un ideal de
mejora o de superación, con el beneficio que ello tiene en la sociedad.
e. La honestidad puede ser potencialmente masiva –mayoritariamente
aspiramos ser personas dignas– mientras que el talento es de unos pocos
elegidos.
f El honesto, si se lo propone,
podrá descubrir sus propias habilidades-talentos y también hacer un aporte original.
Aquí se encuentran la mayoría de los constructores y portadores de Tu
Marca Personal, es decir, los que han optado por no ser considerados
parte del rebaño y por ello están decididos en canalizar su ideal-vocación y
misión en la vida, más allá de sus circunstancias.
El talento no se retiene
Cuando una organización dice contar con una política de retención de
talentos, pueden ocurrir dos cosas.
a. Que no tengan en claro la sinrazón de dicha propuesta.
b. Que la tengan en claro, pero en realidad los mueve el fin egoísta
de “retener”, hasta un cierto costo, aquellas personas que les son útiles y
funcionales a sus “necesidades” que no siempre son los del proyecto de vida,
laboral y profesional, de los empleados.
A estas “empresas” les
cuesta entender que se deben al personal y no al revés. Por tanto, de lo
que se trata es brindarle al empleado-ejecutivo las condiciones laborales
adecuadas, sin esconder o regatear frituras “dádivas” que se vinculan más con
un comportamiento corrupto. Si el empleado dio todo para la empresa –de ello
abundan casos a escala mundial– cuando
siente que su ciclo a llegado a su fin, si es talentoso y honesto consigo mismo
no estará dispuesto a recibir las postergadas o futuras promesas de la política
de retención, porque éstas perdieron su sentido y valor. Llegaron tarde.
Además, porque su plan-proyecto de carrera laboral-profesional lo motiva ahora
a continuar por otro camino.
Cuando las empresas insisten en la práctica de la retención, el
empleado talentoso que se marcha se va convencido de haber tomado la mejor
decisión, llevándose de la empresa una percepción lamentable y mediocre del
directivo que intentó sobornarlo, egoístamente. En cambio, aquel empleado que
optó por quedarse, le está demostrando a la empresa que no era todo lo
inteligente y talentoso que aparentaba ser –más allá de capitalizar el soborno ofrecido– ni mucho menos honesto
consigo mismo.
¡El portador de Tu Marca Personal dispone del derecho y el poder de
hacerse valer, además del mejor reaseguro –el proyecto que le brinda un sentido a su vida– para
no tener que tranzar con ninguna retención!
José Podestá