Algunos especialistas en Personal Branding suelen
vincular el uso de las prácticas y herramientas que demandan su posicionamiento
y desarrollo, con las que llevan a cabo los marketers
en la gestión del negocio. Como profesional en Marketing debo decirles que
puede o no ser así. Todo dependerá del objetivo aspiracional y del abordaje
ético que realice el interesado.
No
persuadir, tampoco engañar
Así como existe un alto porcentaje de individuos que
desconfían de la publicidad –muchas veces con justa razón– lo mismo le cabe a
todos aquellos que piensan que con el Personal Branding podrán hacerle creer a los otros lo maravilloso
que son. Estos seres, que lamentablemente representan un alto porcentaje en la
sociedad, creen que podrán suplir su mediocridad colocándose una máscara que les permita ser percibidos
como algo que no son.
Quizás conozcan ustedes algunos casos exitosos de
personas que, con tal proceder, les ha ido muy bien en la vida. Si uno se
preguntara cómo lo lograron, seguramente descubriremos que fue gracias a que
“los otros”, es decir el mercado laboral-profesional al que aspiraron, también
se encontraba mayoritariamente representado por seres mediocres. Si bien en
algunos casos estos referentes del mercado suelen ser muy idóneos en lo suyo,
en la práctica a muchos de ellos no les importa llegar a ser “engañados” porque
sienten que tienen el poder y pueden, con tal actitud, alimentar su ego. Al
respecto, insisto en la existencia de esta gran legión de funcionarios que
saben que el postulante no es lo que dice ser, pero que sin embargo lo aceptan
porque creen que lo podrán domesticar y cobijar
bajo su propia sombra; de paso, se aseguran que éste no intente desplazarlo
del cargo.
Así como hay malos profesionales en los ámbitos más
diversos del saber, también existen malos empleados, ejecutivos, políticos,
presidentes, etc. Cuando el más lúcido se pregunta cómo ello es posible, puede
llegar a la conclusión que son verdaderos incapaces o clones que poco y nada pueden o suelen sumar para el bien de la
sociedad.
El
ser honesto y humilde
Por lo general no suele cuestionarse el valor de la
honestidad, aunque algunos lamentablemente creen que con ello no se factura ni
come. En cambio hay menos adeptos de la humildad, porque se la suele vincular
negativamente con:
- Debilidad.
- Falta de iniciativa o ambición.
- Conformismo,…
Sin embargo, ninguna de estas connotaciones tiene
que ver con el ser humilde. Hoy en día se considera fundamental que hasta el
buen líder debe practicarla, tanto en su actitud como en el hacer. Estos
líderes son los que ante el éxito del equipo se apartan a un lado, porque
consideran que el mérito es de su gente; en cambio, no dudan en asumir en su
persona el costo del fracaso. Lo opuesto es lo que vemos en los líderes
mediocres, es decir, aquellos que nunca aceptan quedarse afuera del éxito ni
tampoco dudan en culpar a su gente ante el menor fracaso; son verdaderos campeones en el reparto de sus errores
personales.
Lo mencionado sirve también para ilustrar lo que
implica detentar, con honestidad y humildad, el Personal Branding. La marca en
el ser humano no es Marketing, porque no hemos venido al mundo para ser un producto
o una cosa. En cambio, sí hace a la reputación y al valor de los que son
sobresalientes y están al servicio de los demás.
En consecuencia, si bien las habilidades o talentos suman
en el ámbito laboral, profesional y social, carecen de valor cuando están
reñidos con la esencia y los atributos morales del ser humano.
¡El Portador de Tu Marca Personal está
llamado a ser un buen líder en lo suyo, porque sabe muy bien que para el
reconocimiento y la estima no sólo importan los resultados materiales, sino
también sus valores, como persona!
José
Podestá