Una de las principales causas de rotación o renuncia
del empleado está motivada por el perfil de incompetencia del superior
inmediato. Cuando a ello se le suma el mal trato o la personalidad fuerte del jefe de turno, las consecuencias suelen ser
muy lamentables. ¿Por qué? Porque si la empresa es consciente de ello, está
incurriendo en una falta grave de irresponsabilidad que es, decididamente,
inaceptable.
La
mediocridad no se justifica
Cuando se investiga el motivo de situaciones como la
mencionada, suelen darse sinrazones tales
como:
- Es un miembro de la familia.
- Es considerado persona
de confianza.
- Se busca generar inseguridad y temor para que el
personal se concentre en sus tareas.
Si el lector de esta columna piensa o está por
ingresar en su primer trabajo en relación de dependencia, no debería
preocuparse por lo que estoy comentado. Este tipo de suceso ha sido muy visto en
décadas pasadas; en la actualidad sólo se da en contados casos. Sin embargo,
bien vale la pena saber y tomar consciencia de ello, porque uno nunca sabe si
en algún momento le va a tocar vivir una situación parecida, más allá del tipo
y tamaño de la compañía en que se encuentre trabajando.
La empresa le suele anteponer un decálogo de
justificativos, a cada una de esas sinrazones.
Pero seguramente ustedes sabrán aplicarles el antídoto correspondiente y luego podrán
ver la inconsistencia de esas defensas.
De todos modos, la realidad nos muestra que la convivencia
y los vínculos derivados de la relación formal jefe-subordinado suele tornarse,
por momentos, en complejas y estresantes. Es por ello que el rol del área de personas o de relaciones humanas
no puede permanecer ajeno a estas desviaciones, por las consecuencias que producen
dentro de la organización. Incluso hasta el área de relaciones públicas se
puede ocupar de ello, por las siguientes razones:
-El empleado es el cliente interno de mayor valor.
-Se pone en riesgo la imagen corporativa, una vez
que el empleado damnificado lo hace saber, de puertas-hacia-afuera, y en la red
social.
Un ejecutivo también es mediocre cuando no le
permite crecer al empleado, poniéndole obstáculos en su plan de carrera. Si
bien es un gran deseo-motivación que a los mejores empleados se los quiera retener, ello no deja de ser en la
práctica una ilusión y un contrasentido, porque:
a. El ser humano
no es patrimonio ni objeto de nadie y mucho menos de una organización. La
práctica de recursos humanos ha sido la responsable de haber generado tal
disparate en el ámbito de las organizaciones.
b. Los padres tampoco pueden retener a sus hijos
porque no les pertenecen: son seres
que han venido al mundo para cumplir con una visión y vocación de vida, tal
como a los padres les cupo hacerlo en un momento de su biografía.
Así como la vida en pareja demanda de la
comprensión, la empatía y el respeto mutuos, cuando uno se encuentra trabajando
y ejerciendo una actividad o profesión, también debe mostrar generosidad y
reciprocidad mutuas, porque es el “otro” quien nos permite ser.
La alteración del equilibrio siempre está a un paso
del umbral del conflicto, y éste suele estar alimentado por las actitudes
egoístas y mediocres. De allí la importancia de darnos cuenta a tiempo de ello, mediante nuestra inteligencia emocional.
¡El portador de Tu Marca Personal puede
llegar a neutralizar o mediar en las relaciones de conflictos, siempre y cuando
aplique las cualidades que parten de su ser interior!
José
Podestá