Por lo general, mayoritariamente nos consideramos
una buena persona o, al menos, hacemos el esfuerzo por serlo. Se trata de una
aspiración noble y humana que nos lleva a posicionarnos como seres respetuosos
por la individualidad de nuestro prójimo, solidario y atento cuando necesita
que le tendamos una mano, y empático en la vida de relación. Todas estas
cualidades o dones llevan implícita
la reciprocidad, es decir, el deseo de llegar a ser retribuido o considerado
por el otro en los momentos en que lo necesitemos.
Competencias
vitales
Si en la relación cotidiana nos comportamos como
personas civilizadas –salvo las excepciones patológicas que nos puedan
sorprender– lo mismo vale para el ámbito laboral y profesional. Dado que ello
supone, desde el vamos, ser honestos y transparentes con uno mismo, en absoluto
se justifica que haya algún directivo o ejecutivo que se caracterice por
maltratar o acosar al personal. Sin embargo, vemos que lamentablemente suele
ocurrir.
Muchas veces uno escucha, entre las “razones” por
las cuales una organización mantiene en el cargo a personas que carecen de las competencias blandas o vitales, a las
siguientes:
- Tiene “mal
carácter”, pero en el fondo no es una mala persona. Entonces, la pregunta
que aquí se impone es porqué la empresa o institución le asignó tal posición,
sabiendo de sus carencias básicas hacia los prójimos. Es importante insistir en
ello porque una organización no es una abstracción en sí misma, sino una comunidad
de personas que trabajan para concretar un proyecto en común.
- Posee óptima
formación técnica y una gran experiencia. La empresa, en este caso, debe
ser plenamente consciente que esa persona sólo posee el cincuenta por ciento de
las habilidades que requiere el puesto.
- Se trata del
“dueño” de la compañía. Con más razón, porque el respeto por el derecho y
la consideración hacia los demás, empieza por casa. En el hoy es altamente
probable que el proceder de esta persona termine siendo denunciado o repudiado
por sus propios empleados, con las consecuencias negativas que ello luego producen imagen de la
empresa.
Como podemos ver, una organización es un conjunto de
personas que deciden compartir una instancia o proyecto que les permita, no
sólo “ganarse la vida”, sino que además les brinde un sentido a sus vidas. ¿Por
qué? Porque en ese emprendimiento cada uno de los involucrados está destinando
tiempo y esfuerzo por algo que consideran que tiene un sentido o bien vale la
pena en sus respectivas percepciones personales. Si así no fuera, no estarían
allí o directamente no permanecerían demasiado tiempo en esa organización, por
carecer ésta de los valores básicos funcionales y de respeto hacia las
personas.
En consecuencia, así como en el ayer las empresas
ponían el foco en las competencias duras del empleado o ejecutivo, hoy esa
ecuación está invertida. Esto significa que si el postulante es una buena
persona, pero carece de determinados conocimientos, es altamente probable que
lo incorporen al plantel. ¿Por qué? Porque de sus carencias duras luego se
encargará de asistirlo el área de Capacitación y Desarrollo.
¡El portador de Tu Marca Personal va logrando
el alcance de sus objetivos gracias a sus competencias vitales, por ser éstas
las determinantes de la “huella” que se va imprimiendo en los demás, a partir
de las cosas qué hace y cómo las hace!
José Podestá