Contrariamente a lo que se pudiera imaginar, este
titular no alude al apoyo que la dirección pueda brindarle a un ejecutivo en un
determinado momento, más allá del motivo que lo justifique. En realidad se
vincula con algo mucho más novedoso, que tiende a ser cada vez más frecuente en
una organización.
Empleados
de calidad
Sabemos que en la medida que una empresa no disponga
de proyectos que generen la adhesión y el compromiso de sus empleados, éstos
comenzarán en algún momento a planificar la partida. Así como en el ayer las
organizaciones lograban contener y garantizar la permanencia de sus empleados –hasta
hubo casos que garantizaban “empleo de por vida”– la realidad hoy ya no es así.
Si bien las razones pueden ser varias, la
aceleración del cambio pasó a ser un factor tal que está imponiendo a las
empresas la necesidad de anticiparse a las circunstancias o llegado el caso, de
reinventarse. Por tanto, el CEO como responsable máximo ya no puede estar en
todo porque correría el riesgo de perder el control
del timón, poniendo así en peligro el arribo a la visión establecida.
La situación de los jefes o supervisores también hoy
corre el mismo peligro. ¿Por qué? Porque en el día-a-día se van dando
situaciones que provienen del contexto o de las variables de gestión que están
afuera de su órbita. De allí que necesiten contar con un plantel de calidad en
donde las personas lleven adelante sus tareas, no de forma aislada, sino como
miembros de un equipo inter-áreas.
En este escenario de trabajo, el jefe-supervisor
cumple un rol clave que poco y nada tiene que ver con el control de su gente.
Sí, en cambio, con el saber motivarlos y asistirlos
en el logro de los objetivos. Es decir que trabaja para su gente y no al revés.
La mayor libertad y responsabilidad de las personas,
sumados a la habilidad-talento que detentan, los ha posicionado en la
organización de un modo peculiar. ¿En qué sentido? En el hecho de poder llegar
a establecer demandas responsables hacia el inmediato superior, que para nada
tienen que ver con un incremento salarial, pero sí con mejoras en la forma de
trabajar.
La
permanencia negociada
Así como hoy los mercados se encuentran sobreofertados
de productos y servicios, dentro de las organizaciones hay una significativa
carencia de empleados de calidad.
Entonces, en la medida que éstas sufren por la partida de sus mejores empleados
–seducidos por atractivos proyectos– los mandos directivos quedan expuestos a
un vacío que los está colocando en una situación cada vez más incómoda.
Esta “debilidad” es sabida por el empleado. De allí
que se están dando casos de negociación en donde como compensación de mejores espacios de libertad para hacer las cosas,
el empleado termina brindándole al jefe la oportunidad de seguir siendo parte
de la organización. Seguramente que de hacerse esta práctica cada vez más
frecuente, algunas empresas comenzarán a cuestionarse la validez de los mandos
medios.
El poder y la autonomía que ejercen los empleados de calidad para llevar
adelante su gestión demandan, en definitiva, el reposicionamiento de las
jefaturas. En la medida que ello ocurra, la organización también les estará brindando
una nueva oportunidad. Caso contrario, el jefe deberá estar agradecido a sus
empleados por permitirle permanecer activo gracias a las nuevas formas de
involucramiento y abordaje acordados,
evitando con ello la partida de los mejores.
¡El portador de Tu Marca Personal, más allá
de su rol de empleado, ejecutivo o profesional, es un “prestador de servicios”
que no por ello alterará su compromiso en la forma de cómo lo hace y se brinda
a sus prójimos!
José
Podestá