El compromiso en los empleados y profesionales
vincula con el estado emocional y racional que los motiva a dar lo mejor de sí
en la tarea, oficio o profesión elegida. Sin embargo, el Estudio Global de
Compromiso Aon Hewitt 2016 realizado en 164 países, resalta que sólo casi la
mitad de las personas saben qué es y qué implica el compromiso.
En
qué consiste
El compromiso de las personas se manifiesta en tres
aspectos:
- El hablar favorablemente de la organización o de
la profesión que se ejerce y desarrolla.
- La intención de permanecer en la actividad, porque
hace al plan de carrera laboral-profesional.
- Contribuir desde esa tarea-actividad en la mejora
continua, sabiendo que lo suyo no sólo responde a su vocación, sino que tiene por destinatario a sus prójimos.
Cuál
es y debiera ser la motivación
Por el alto condicionamiento cultural y de
exposición a los designios del “mundo exterior”, el ser humano “cree” que la
remuneración-honorarios y el reconocimiento-prestigio social hacen al
compromiso que finalmente uno debería asumir o demostrarlo. Por tanto, en la
medida que el salario o los ingresos no guarden relación con la motivación así
entendida, para qué uno debería “entregarse” y “comprometerse” en algo que para
nada cubre con las expectativas personales.
Como podemos ver, en esta forma de pensar está
implícita la actitud condicionante del compromiso a la variable ingresos. Así,
lo material se antepone al sentido que para cada persona tiene su proyecto o
plan de vida; poner el dinero y el poder como aspiración central, sin
privilegiar a los “otros”.
Pero afortunadamente no todos piensan así. De allí
que existan seres humanos que, movidos por la necesidad y las carencias de sus
semejantes, trabajan para su reinserción y desarrollo en la sociedad, con una
total entrega y compromiso.
Quizás la mayoría de ustedes tiene presente la
imagen antigua del buzo que con una vestimenta apropiada, pero muy pesada,
descendía a las profundidades del mar asistido desde la cubierta de la
embarcación para que el suministro de oxígeno al que se encontraba conectado,
fluyera sin problemas. Esta imagen la podemos también convertir en una metáfora,
para representar a aquellas personas que van por la vida con una mochila muy pesada
en sus espaldas, conteniendo en ella todas sus conquistas materiales a punto
tal que les imposibilita poder moverse con rapidez y libertad, tal como le
ocurre al mencionado buzo.
En la medida que el hombre pretenda sumar y rodearse
de aquellos elementos que “cree” le será útil para un mañana sin contratiempos,
es muy probable que con ello se esté desviando del motivo y razón de su misión y vocación en esta vida. Así como hemos venido sin dinero a la
Tierra, también nos iremos de la misma manera. Creer que el dinero es la
principal razón y reaseguro para llevar una vida “digna”, es una trampa existencial.
¿Por qué? Porque la estamos viciando de egocentrismo.
Así como el centro de una organización, sociedad o
nación son las personas-ciudadanos, en el eje central de nuestra existencia
están los “otros”, es decir, nuestros prójimos. Para ellos es que uno lleva
adelante el trabajo o profesión elegida, a tono con la vocación. Luego, la organización o las instituciones proceden a retribuir
con dinero por la calidad del aporte personal y del valor agregado que, en función
del compromiso y motivación, cada uno haya puesto en lo suyo.
Entonces, en la medida que el compromiso se
concentre en hacer muy bien la tarea, al tiempo que no se pierda el norte o
sentido que ello tiene para sus destinatarios –sean clientes, consumidores,
pacientes, personas en situación de calle, etc.– no sólo se estará obrando
responsablemente, sino también que nos estaremos “enriqueciéndonos” mutuamente:
tanto el realizador de la tarea como el destinatario y razón de ser de dicha
entrega.
Si bien estamos aludiendo al compromiso a nivel de
las personas, cuando éstas se agrupan detrás de un proyecto común o trabajan
para su empleador, en la medida que la sumatoria de todas estas voluntades
hacen lo que hacen en función de sus destinatarios, estarán creando una
“riqueza” superlativa que va más allá del dinero o retribución personal
recibida. ¿Por qué? Porque no sólo es económica, sino también social.
¡El portador de Tu Marca Personal podrá ser
tanto una persona que persigue egocéntricamente la fama, el poder y el dinero en
el corto plazo, como aquél que trabaja en función de su misión-convicción y
vocación de vida! Como resultado de
ambos enfoques, la trascendencia y valoración de sus respectivos nombres y
apellidos sólo perdurarán y serán dignos de consideración, por el sentido que
hayan asumido en su compromiso laboral y social.
José
Podestá