En la presente economía de la información y el
conocimiento suelen darse por creídas algunas premisas. Una de ellas tiene que
ver, justamente, con la comunicación y su derivada: El diálogo con las
personas, sean familiares, amigos, compañeros de trabajo o clientes.
Los
soportes poco ayudan
Nadie discute acerca de los beneficios de los
múltiples gadgets en el ámbito de la
informática y la comunicación personal. Pioneros como IBM –inventor de la PC de
escritorio– y Motorola –inventor de la telefonía móvil– han sido los impulsores
de un revolucionario cambio de paradigma que, en sus respectivas categorías,
posibilitaron la expansión y el flujo continuo de múltiples soportes que hoy no
es tan fácil de predecir en su escalada de expansión global.
Sin embargo, también es un dato de la realidad el
tremendo grado de “soledad e incomunicación” que padecen muchas personas hoy en
día; de ello dan cuenta y confirmación los psicólogos. Si bien la inmensa
mayoría de la población mundial tiene “en mano” su celular o móvil, ello no es
garantía para el logro de una comunicación de calidad y de diálogo entre las
personas. Conviene aquí no confundir los conceptos de información –que es lo
que hoy abunda– versus la comunicación devenida en escasa y precaria.
Desde ya que la falla o carencia de lo que estamos
afirmando nada tiene que ver con la tecnología disponible e incorporada en los
celulares-móviles. El problema radica, más bien, en el uso y la forma en que
las personas hacen de ello.
Lo importante, entonces, es darnos cuenta que por el
simple hecho de llevar un celular en la mano y estar “conectados” las
veinticuatro horas del día, hemos perdido o “renunciado” entre otras cosas, al
diálogo con nuestros prójimos.
Quizás el ejemplo más contundente de esta
consecuencia no deseada nos lo brinda aquella imagen frecuente de padres con
sus hijos compartiendo una comida en el restaurant, “en silencio”, porque cada
uno se encuentra concentrado –o atrapado– con “la vista fija” puesta sobre la
pantalla del celular. Pero en realidad, ello no es nada más que el aggiornamiento del proceso de
aislamiento e incomunicación que años atrás fuera anticipado por la “caja boba”
–el televisor– en el momento en que la familia compartía la mesa en el hogar.
Control
personal
Más allá de los efectos adictivos que la tecnología
viene produciendo en las personas, siempre está en uno el saber fijar los
límites de tal intromisión. Si bien no es tan fácil lograrlo –de allí el
aumento de las consultas personales en búsqueda de ayuda– no debemos renunciar
o claudicar ante el “poder” de atracción que producen estos soportes u objetos
inanimados. ¿Por qué? Porque en definitiva, se trata de un “intruso” que
prácticamente nos está “extorsionando”, adhiriéndose en nuestra palma de la
mano para que lo llevemos a todas partes, al tiempo que nos va distrayendo y
apartando muchas veces de nuestra misión
central en la vida.
Si bien este relato tiene un sentido genérico, no
excluye en absoluto a los que están o vienen trabajando en su Personal
Branding. Una vez que el individuo haya descubierto cuál es su misión y la vocación que ha de permitirle llevarla a cabo en beneficio de los
prójimos, se necesitará tener una alta exposición a la observación y el
“diálogo” permanente, incluso con uno mismo. De esta forma:
-El estar en diálogo con las personas nos posibilita
tener un retorno fluido de sus necesidades concretas y reales, lo que no deja
de ser una ayuda inmejorable para llegar a ser más eficaz y efectivo en lo que
a diario hacemos.
- El estar en diálogo con nuestro ser interior nos
permite, además de validar lo que venimos haciendo, el poder realizar en tiempo
y forma las rectificaciones que sean necesarias, como así también el llegar a
capitalizar aquellos “mensajes” que provienen del yo, que es el núcleo espiritual
de la personalidad que se manifiesta en nuestra alma.
En ambos casos, el valor del diálogo es lo que en
definitiva el ser humano deberá priorizar para no sucumbir a la distracción y
el “ruido” que, desde el mundo exterior, el “fetiche” de turno aspira para que
cada uno no sólo baje la mirada, sino que termine “postrándose” ante él.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe que
necesitará avanzar en lo suyo a partir de los objetivos y metas que son
conducentes con el motivo-razón de su existencia; de allí que el diálogo pasa a
ser su principal “soporte”, por el sentido que ello tiene para el logro de una
mejor relación y empatía con sus prójimos!
José
Podestá