Quizás a más de uno le podrá interesar ingresar o ser
parte de una organización que le “garantice” un trabajo de por vida, exento además de un eventual despido, salvo
que la persona incurra en un delito. Antes que alguien se formule la pregunta
de si existe algo así, les confirmo que muy pocas compañías se atrevieron a
ello en el ayer, mientras que hoy es literalmente imposible debido a las
turbulencias y el devenir que trae aparejada la aceleración del cambio.
Personalmente tuve la oportunidad de haber llegado a
beneficiarme con tal “garantía”, pero de poco me sirvió. Cuando ingresé en IBM
en el área de servicios denominada “Centro Educativo” –estaba destinada a la
capacitación de los futuros operadores y programadores, como así también al
personal ejecutivo de las compañías clientes– despertó en mí la vocación de realizar mi proyecto laboral
y profesional en el área de Negocios. Pero me encontré con un obstáculo y
requisito insalvable, como ser el de tener que cursar previamente –y por
espacio de tres años– la carrera interna de Ingeniería de Sistemas, que para
nada estaba dentro de mis planes. Para evitarla, decidí recurrir a la política
de “puertas abiertas” –que de modo pionero
IBM brindaba al personal– para entrevistarme con el Presidente de la compañía.
Si bien no logré mi objetivo, después de la reunión comprendí que el requisito
interno tenía su razón de ser, pero ello no era para mí. Entonces, opté por
renunciar para seguir adelante con mi plan y vocación en otra organización.
Destaco que IBM llegó a ser, en occidente, una de
las “exclusivas” compañías que hicieron realidad el compromiso del empleo de por vida y sin despido, por
espacio de más de veinte años. En oriente, específicamente en Japón, ello era
una práctica culturalmente impuesta y aceptada; el empleado era considerado
como un miembro más de la familia,
motivo por el cual no estaba previsto el despido.
Pero llegó un momento en que “el mundo cambió”.
Tanto oriente como occidente no pudieron continuar con tal práctica y compromiso.
Ello pasó a ser una utopía o ilusión porque la vida nunca nos garantiza que
todo pueda marchar por un sendero de “orden, seguridad y prosperidad”, por más
que nos empeñemos en quererlo. Además, si ello fuera así, viviríamos realmente
desmotivados y sin proyectos, porque más de uno estaría persuadido de que no
tendría sentido alguno el pretender alterar ese “estadio de paz y
tranquilidad”.
Ni
bueno pero tampoco malo
La “dosificación” de la inseguridad, en el ámbito específico
de la individualidad, no deja de ser un estímulo o un disparador positivo para
la movilización del ser humano. De allí que importa tener en cuenta lo
siguiente:
- La inseguridad no se la puede evitar, por tratarse
de un impulso que se nos puede llegar a presentar de uno modo imprevisto,
sorpresivo.
- Nos pone a prueba, con todo lo que ello tiene en
cada vida y proyecto personal.
- Demanda una respuesta de nuestra parte, incluso en
lo social. Así como llegado el momento se podrá necesitar alguna asistencia de
los prójimos, lo mismo éstos la esperan de nuestra parte; no obliga, pero
tampoco nos excluye ignorarla.
- No se la puede eliminar, porque su aparición muchas
veces suele ser incontrolable e imprevista. Al menos se la podrá acotar y
dimensionar, para luego poder abordarla y “transformarla”.
Conviene aclarar que aquí no estamos haciendo alusión
al tipo de inseguridad que diariamente nos muestran los medios de comunicación
–delito, narcotráfico, terrorismo– sino a la que nos impacta en el devenir de
nuestro plan de carrera laboral-profesional y en el desarrollo del Personal
Branding. Concretamente, todo aquello que tiene que ver con la misión y la vocación del ser humano.
Sabiendo que la inseguridad es un impulso de la
realidad que puede permanecer en estado latente y eventualmente aflorar en
determinados momentos de la vida, debemos prestarle nuestra atención, ya sea
porque nos puede poner a prueba o bien porque nos está indicando que por “allí”
no estaba previsto el “camino” en el cual nos encontramos transitando en ese
momento. Por más que ello no sea de nuestro agrado, estará en cada uno descubrir
y capitalizar el “mensaje” que nos trae la inseguridad, en cada aparición.
¡El portador de Tu Marca Personal no sólo
está expuesto sino también entrenado para llegar a “surfear” la inseguridad, apenas
irrumpe en su devenir laboral y profesional, porque sabe que ella pasa a ser en
ese momento parte activa del proceso que lo vincula con su desarrollo
biográfico!
José
Podestá