Quienes ingresan por primera vez a un nuevo trabajo,
incluso los profesionales que cubrirán funciones técnicas –médico de fábrica,
contador, abogado, ingeniero, etc.– son asimilados a una estructura que en
materia de gestión de personas poco y nada tiene que ver con lo tradicional. Es
una buena noticia para los “nuevos” y quizás no tanto para los que ya han
promediado el ciclo de su carrera laboral.
Dado que en promedio cualquier organización cuenta
hoy con un cincuenta por ciento de su dotación o más dentro del grupo etario de
la Generación Y, sus críticas al sistema imperante han sido de tal magnitud
que, por suerte, las empresas se han tenido que “aggiornar”.
Lo
nuevo e importante
La disrupción no sólo se viene dando en lo meramente
tecnológico y productivo, sino también en la práctica de gestión de personas. A
título enunciativo podemos mencionar algunas de ellas, como ser:
- Los valores de la organización dejaron de ser
declarativos. Ahora las personas “demandan” que la dirección brinde el ejemplo.
- Los objetivos formales han devenido a los
estratégicos de la empresa, de modo que “todos” tengan bien en claro en dónde
se encuentran, a dónde van y qué es lo que se espera del “buen empleado”.
- La búsqueda aspira a incorporar “sólo” a los mejores
para cada puesto-función, porque de lo que se trata es que el empleado asuma su
responsabilidad en materia de desarrollo y resultados, no la empresa. Entonces,
aquel que tiene un desempeño “reiterado” por debajo de los niveles esperados,
termina en una desvinculación; la misma no es sorpresiva, sino funcional a los
motivos que el empleado en cuestión fue intuyendo que ocurriría de un momento a
otro. En cambio es una excelente oportunidad de carrera laboral-profesional, en
términos de progreso y mejor compensación, para aquellos que son parte del
factor de éxito que emana de su propia contribución. Además de impactar
positivamente en su plan de carrera, ello va sembrando las bases del Personal
Branding; la empresa y los “otros” –sus compañeros– comenzarán a reconocerlo
por su desempeño.
- La evaluación de desempeño formal y anual, “ya fue”.
Los errores son también parte del aprendizaje; se apuesta a “caminar hacia
delante”.
- Las bandas salariales dejaron de tener un rango
del cincuenta por ciento entre mínimo y máximo, para pasar a ser del ciento por
ciento y aún más. Asimismo los bonos anuales se están discontinuando, porque al
contarse con el mejor perfil de empleado y éste poder hacer uso de la libertad
para tomar las decisiones que considera correctas –en el ayer era sólo el
“jefe” el que “pensaba”– un bono no lo hará trabajar mejor ni lo convertirá en
más astuto e inteligente.
- Tampoco hay calificación de desempeño. Los
resultados quedan a la vista.
Como se podrán dar cuenta, nada de lo enunciado será
viable si la empresa no cuenta con un platel integral de “buenos empleados”, es decir, talentosos y
de calidad. En tal sentido, algunas organizaciones consideran que el requisito
de “talentosos” debe estar reservado a unos pocos, es decir, fundamentalmente a
la dirección. Con ello no sólo se equivocan estratégicamente, sino que no han
comprendido aún que es la empresa la que “debe” hoy trabajar para el empleado,
a los efectos que éste pueda llevar a cabo su contribución esperada de innovación
y valor.
Ahora,
escritorios al techo
Para que no queden dudas del proceso de cambios que
hoy viven aquellas organizaciones que se sienten responsables del momento
histórico que están construyendo y haciendo realidad, es interesante ver las
soluciones creativas que se vienen sumando para ser evaluadas y eventualmente
consideradas.
En Ámsterdam, Holanda, una empresa diseñó sus
oficinas de una manera muy peculiar. Una vez cumplida la jornada de seis horas
de trabajo, los escritorios son izados hasta el techo, suspendiendo así toda
actividad. Con ello se pretende que “todos” –empleados y directivos– tengan en
cuenta que hay un tiempo y espacio para comenzar y finalizar la jornada
laboral.
Este caso real es sólo un ejemplo de la disrupción
que se viene dando en el management organizacional.
Recién estamos transitando la apertura de esta realidad a la que no es posible
fijarle un límite, por la simple razón que está ligada a la creatividad puesta
al servicio de las personas. Concretamente, del “buen empleado”.
¡Al portador de Tu Marca Personal básicamente
le importa una cosa básica: proponer y
hacer las cosas de un modo innovador, eficaz y con sentido de
solidaridad hacia sus prójimos!
José
Podestá