La creación de puestos de trabajo es la primera
demanda que la sociedad espera de una empresa u organización; es lo que
expresan las encuestas, en general. Sin embargo, las personas no dudan en
asignarle un bajo nivel de reputación e imagen, por múltiples razones: casos de
corrupción, políticas monopólicas, cartel de precios, contaminación del medio
ambiente, diferencias de género, etc.
Esta polaridad entre generación de empleo y bajo
nivel de aceptación, no deja de ser un contrasentido. ¿Por qué? Porque toda
organización es el resultado del conjunto heterogéneo de las voluntades que la
integran, más allá del directorio y su equipo de dirección. Concretamente, la
empresa es una comunidad de personas que aportan lo suyo desde sus responsabilidades
asumidas.
Expectativa
y realidad
Seguramente que muchos de ustedes conocen, porque lo
han vivenciado, la diferente actitud que se tiene antes y después de haber
ingresado en una compañía. Al principio, todo son deseos y expectativas por
llegar a ser parte del proyecto en cuestión. Pero una vez que uno se ha
instalado en el puesto y sin que haya transcurrido mucho tiempo de ello, se
comienzan a percibir diferencias entre lo imaginado y lo concreto o real; para
nada es malo o negativo este tipo de sensación, en la medida que ésta no sea
exagerada.
La ocurrencia de este tipo de dualidad, por
supuesto, no es privativa ni exclusiva del ámbito laboral. También se da en
otros ámbitos de la vida, incluso cuando uno se encuentra predispuesto a
incursionar en el Personal Branding. Sin embargo, aquí las expectativas suelen
acomodarse más rápidamente con la realidad, especialmente cuando el interesado está
predispuesto en llevar a cabo un curso para tal fin, dado que el punto de
partida comienza en este caso con su biografía existencial.
Y si de Personal Branding se trata, su portador
luego sabe que también lo suyo es una fuente de generación de empleo, sea
porque en el ámbito laboral en donde se desempeña quedo afectado al liderazgo
de un proyecto que le demanda tener un importante plantel de colaboradores a su
cargo, o bien porque desde la profesión ejercida también necesitará del aporte
y la asistencia de personal.
En esta situación o posición concreta, la persona no
debería entonces subestimar ni minimizar las mismas sensaciones y percepciones
de expectativas que sus nuevos colaboradores han de formularse a su lado.
Más allá de la existencia de supervisores, jefes o
directivos que carecen de trato e interés por la integración y la buena armonía
con sus empleados, ello no justifica, en absoluto, que en similar posición uno
luego proceda con sus prójimos de igual manera. No sólo estaremos haciendo con
ello “más de lo mismo”, sino que en términos de realidad concreta, pasaremos a
ser portadores de una lamentable y pésima reputación e imagen. Ese “lastre
tóxico”, que por supuesto se suma al posicionamiento del Personal Branding, terminará
jugándole luego en contra, ya sea en el corto o el mediano plazo.
Lo mencionado también tiene la finalidad de “alertar”
acerca de un justificativo nefasto e irresponsable que, en materia de toxicidad, se observa con frecuencia en algunas organizaciones. Ello tiene
que ver con el “racional” que esgrimen estas compañías cuando argumentan, en defensa
de sus “ejecutivos de confianza”, que se trata de personas muy talentosas y
leales. Sin embargo, en los tiempos actuales el perfil y presencia de estos
“imprescindibles” que paradójicamente maltratan al personal, son los que
contribuyen en la práctica a un resultado opuesto, porque con tal proceder
terminan luego produciendo o acelerando la partida de las mejores personas, es
decir, de aquellos que para nada están predispuestos a ser parte de una
organización que poco le importa la falta de respecto al personal.
Pero cuidado, porque así como ello suele ocurrir en
una organización, también puede darse en el emprendimiento o en la actividad
profesional independiente cuyo titular, si bien es una persona muy
“inteligente, creativa y eficaz” en lo suyo, puede llegar a carecer de las
elementales habilidades blandas para
conducir y gestionar a las personas. Y en este rol podemos llegar a estar
cualquiera de nosotros, sin llegar quizás a tener plena consciencia de ello.
Para
tener en cuenta
Sabiendo que todos necesitamos trabajar en esta vida
para plasmar la vocación y la
realización personal, no podemos hacer omisión de la buena práctica en las
relaciones humanas. Ni mucho menos relegarlo a un segundo plano, porque de esa
forma estaremos construyendo una imagen personal tan negativa como aquella que
el inconsciente colectivo siempre proyecta en las encuestas, toda vez que debe
expedirse acerca de su percepción sobre la organización.
Entonces, así como la imagen puede resultarnos
negativa en situaciones extremas, también se nos anexará en nuestro ser cuanto,
por un egoísmo a ultranza, ignoramos o hacemos abstracción del valioso aporte
que necesitamos de nuestros prójimos, no sólo en lo laboral y profesional, sino
también en nuestra vida de relación.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe muy
bien que podrá llegar a ser “descalificado” por su personalidad “tóxica y
egoísta” –independientemente de su gran capacidad para generar empleo y
proyectos en la vida– por el hecho de haber “omitido” ser humilde y respetuoso
con sus prójimos!
José
Podestá