Cuando en el ayer se hablaba de planes a corto, mediano y largo plazo,
se aludía en términos de tiempo a doce meses, tres a cinco años y diez años en
adelante, respectivamente. Si bien en la actualidad existen organizaciones que
mantienen esa vigencia, no todas están muy convencidas de ello. ¿Por qué?
Debido al impacto de múltiples factores del contexto, los que luego terminan
haciendo obsoletas las premisas o las fundamentaciones de los distintos
programas de acción.
¿Conviene planificar?
El plan tiene el gran beneficio intrínseco de “obligarnos” a poner en
claro las ideas, definir el “norte” u objetivo hacia dónde nos conviene ir,
asumir el compromiso y ser consecuente con ello. Se trata, pues, de “pensar” y
de “acercar” el futuro de la respectiva misión personal, sabiendo que no por
ello la realidad necesariamente deberá ser benévola con uno mismo. De esta
forma, estaremos centrando el foco de nuestro proyecto laboral y profesional, y
reduciendo o acotando el eventual margen de error.
Por supuesto que existen personas que para nada planifican y les va
bastante bien en la vida. En el opuesto, hay individuos que literalmente son
“campeones” planificando todo o casi todo, pero en lo concreto no les va para
nada bien. En ambos casos ya tenemos una enseñanza para capitalizar: los
extremos poco y nada suelen ser de gran ayuda. Pero tampoco se puede ni debe
generalizar sobre el sinsentido de la planificación.
Aquí me parece útil mencionar como ejemplo el caso del iPhone, el
primer teléfono celular “multimedia” del mercado que produjo un giro de ciento
ochenta grados en términos de innovación y prestaciones para el usuario. Más allá
de los millones de dólares que Steve Jobs necesitó para poder hacer realidad
“su proyecto”, el proceso de investigación y desarrollo demandó siete años. De
no haber contado con un plan progresivo, a Steve Jobs le hubiese costado
muchísimo lograr persuadir a los accionistas de Apple para que invirtieran en
“su idea”. Al respecto, recordemos que él ya había sido despedido de la empresa
en una oportunidad, y que años más tarde lo “fueron a buscar” porque sabían que
era la única persona que en ese momento podía llegar a evitar que Apple entrara
en convocatoria de acreedores. La bonanza que sobrevino después en la compañía,
es bien conocida por todos.
Entonces, el plan “realista” siempre ha de ser necesario en todos los
órdenes de la vida, incluso en el Personal Branding. Lo que sí hay que
descartar, son todos los modelos econométricos o similares que aspiran a
“encorsetar” el plan para tenerlo “bajo control”. El hecho que esta forma de
pensar funcionara en el ayer, porque el cambio y la innovación no influían
demasiado, hoy se ha convertido en una gran utopía.
Para qué me sirve
El plan progresivo comienza a tener sentido a partir de la finalización
de la escuela secundaria. Cuando la persona ya superó la mitad del tercer
septenio, necesita resolver o ya tener bien en claro algunas cuestiones
fundamentales de su existencia, referidas a: la misión y la vocación que
considera ha de brindarle sentido en su vida.
La realidad aquí nos suele señalar que mayoritariamente se hace
abstracción de ello, no por una desidia consciente del individuo, sino por su
total desconocimiento. Ya sabemos que la escuela no suele “ocuparse” de la
orientación de los jóvenes que están a punto de tener que dar un paso
trascendental, mientras que sus padres suelen “creer” que el tema ya fue
resuelto en la escuela. Lo que viene después, seguramente es bien conocido por
ustedes.
Lo mencionado también vale para el Personal Branding. Cuando uno decide
ir construyendo y desarrollando en paralelo su identidad e imagen, a partir del
plan laboral y profesional en que se encuentra, el llevarlo a cabo de un modo
progresivo tiene el beneficio de la “escalabilidad” ¿Esto qué significa? Hacer
sinergia a partir de los resultados que se van cosechando en las distintas
etapas del plan, con las actividades social-comunitarias que la persona va
llevando a cabo en la vida.
Así como el plan progresivo sirve para poner en claro los objetivos
vinculados con la misión –para avanzar paso-a-paso y de un modo coherente– los
distintos logros que se van cosechando en el tiempo van sedimentando el
posicionamiento y el desarrollo del respectivo Personal Branding. A ello se le
sumarán también todas aquellas actividades específicas derivadas del Personal
Branding; concretamente, las que el interesado haya establecido de antemano por
su cuenta, o bien a partir del programa “Crea Tu Marca Personal” haya decidido llevarlo
a cabo, en función de sus tiempos, bajo la asistencia de un especialista.
¡El portador de Tu Marca
Personal irá capitalizando sobre la marcha los distintos hitos que fortalecerán
su posicionamiento, mediante el plan progresivo que oportunamente supo concebir
para tal fin!
José Podestá