Más allá de la necesidad objetiva y práctica de
querer reducir o minimizar el riesgo al error en la vida laboral y profesional,
también existe la “tentación” de pretender medir las cosas a tal extremo que
nos hagan sentir más seguros. Si bien intentarlo y hacerlo no está mal, la
realidad nos enseña que nunca vamos a poder estar “tranquilos” con ello, por la
presencia aleatoria y sorpresiva de algunas variables que, por lo general,
luego terminan derribando tales “fortalezas”.
Lo mencionado ocurre hasta con los mejores
presupuestos y planes económicos que los gobiernos presentan muchas veces con
sólidos reaseguros, pero que al poco tiempo dejan de serlo, no por la falta de
profesionalismo, sino por la aparición de oleadas financieras internaciones, el
impacto de las sequías o el fenómeno de los refugiados.
La
tipificación personal
Haciendo honor a la máxima cultural que ya se
encuentra anclada en las organizaciones –lo
que no se mide no se hace– siempre aparecen “estudios” que pretenden
tipificar al ser humano con la buena “intencionalidad” de poder lograrse una
mayor comprensión.
Seguramente que a muchos de ustedes les ha tocado
haber quedado expuestos, en más de una oportunidad, a diversos estudios y
mediciones, como por ejemplo, la determinación del nivel de inteligencia y los
test de personalidad. Éstos, al igual que el CV, no dejan de ser “herramientas”
de las que se valen las organizaciones y las consultoras de empleos para
intentar “tipificar” a las personas en función de parámetros que, por supuesto,
son principalmente funcionales a sus “intereses”.
Pero lo que nunca terminan de enterarse las organizaciones
con tal proceder es acerca de la cantidad de personas que, en realidad, eran las
más adecuadas para los puestos laborales-gerenciales pero, debido a su afán por la tipificación, los descartaron de “entrada”.
¡Allá ellos!
Dentro de las “nuevas” herramientas se encuentra la
investigada en los Estados Unidos y el Reino Unido, acerca de cuatro tipos de
personalidad: promedio, reservada, egocéntrica y modelo.
Si bien en el ámbito científico se acepta la
existencia de cinco rasgos principales de personalidad –apertura,
responsabilidad, extroversión, amabilidad y estabilidad emocional–surge ahora la
“necesidad” de adicionarles las ya mencionadas cuatro clases de personalidad.
Los perfiles “tipificados” presentan las siguientes características:
- Promedio.
Muestra rasgos de personalidad –conciencia y consideración de una persona– y
amabilidad –comprensión, escasa hostilidad– moderados, extroversión e
inestabilidad emocional o neuroticismo –cambios de humor, tendencia a sentirse
enojado o triste– un poco más marcados y muy bajo en apertura –curiosidad natural,
búsqueda de nuevas experiencias y aprendizajes.
- Reservada.
Se presenta como estable en todos los rasgos, excepto en apertura e
inestabilidad emocional, más bajos que en el promedio.
- Egocéntrica.
Combina un puntaje inferior al promedio en apertura, amabilidad y
responsabilidad, con uno muy alto en extroversión.
- Modelo.
Muestra altos niveles de extroversión, amabilidad y responsabilidad, con bajos
niveles de neuroticismo.
Los reparos y las críticas no han tardado en
manifestarse, porque no sólo pueden darse otras combinaciones de rasgos, además
del hecho que las personas venimos cambiando con el paso del tiempo; otra
advertencia en contra de la “tipificación”.
Así como los jóvenes encuadran mayoritariamente en
la categoría egocéntrica, las
personas mayores y las muyeres entran en la de modelo. Pero como las personas estamos en continuo desarrollo,
vamos mejorando en nuestra integración a la sociedad, adquiriendo rasgos de
mayor sociabilidad con la edad.
Entre los mayores se registran más personas que son
más amables y educadas, y que tratan a la gente con respeto. De todos modos, se
trata de encuadres-tipificaciones que no soportan las rigideces “deseadas” por
los técnicos, para beneficio de las personas que por la misión que le toca en sus vidas, son merecedoras de un mayor
respeto, atención y consideración.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe que debe
asumir con responsabilidad y entusiasmo los desafíos que anidan en su plan de
desarrollo laboral-profesional, motivo por el cual nunca estará dispuesto ni
mucho menos pendiente a que “terceros” intenten tipificarlo ni limitarlo en la
vida!
José
Podestá