Quizás muchos creen que con el trabajo personal se
está contribuyendo “responsablemente” al propio sustento, evitando así ser una
carga para los demás. Si bien es lo que debe ser, no es justamente éste el
sentido del presente tema, sino algo mucho más trascendente y
comprometido.
El
trabajo-profesión en alto grado
Cuando a partir de la vocación se ilumina el “despertar” de la profesión, es como si
hasta ese momento uno se encontraba en un estado de conciencia profundamente dormida, con relación a todo lo que atañe
a la profesión que acababa de aflorar en la mente.
De allí que ese proceso de búsqueda y encuentro sólo
lo podemos lograr cuando nos “recluimos” en nuestro ser interior, para
indagarnos y preguntarnos acerca de nuestra misión
y sentido en la vida. Así es como nos
conectamos con el pasado o si lo prefieren, con el “ADN de realización” que
subyace en nuestro ser.
Por supuesto que si fuéramos superdotados –como los
genios– o tuviésemos un despertar temprano de nuestra conciencia dormida –como
el caso del niño que, desde pequeño, ya les dice a sus padres lo que aspira ser
en la vida– tendríamos solucionado el dilema de nuestra misión y vocación. Pero lamentablemente no ha sido nuestro caso, motivo
por el cual necesitamos hacer el trabajo interior para evitarnos luego el tener
que estar “deambulando” por la vida, sin saber en dónde está el puerto al que debemos
arribar.
Lo mencionado podemos resumirlo diciendo, entonces, que:
- Algunos seres humanos se desprenden del resto al
ser llamados a realizar “algo” significativo para la humanidad.
- El ser humano es consciente sólo de algunos
efectos de “su” profesión sobre su alma, pero nada sabe de todo lo que será el
entrelazado de su actividad con su comunidad, con el mundo y menos aún de lo
que allí vaya a acontecer.
Si miramos es perspectiva la evolución de los
trabajos, oficios y profesiones en general, nos resultará fácil comprender que
todo ello ha estado “amalgamado” con la evolución del mundo. Sin irnos tan
lejos, la labor artesanal de antes de la revolución industrial respondió a un
momento histórico. Lo mismo es lo que nos toca a nosotros en la actualidad y
poco inteligente sería criticarlo, pues es una necesidad de la evolución misma.
Cuando en la actualidad se habla de formación o
capacitación continua, nos hallamos frente a una característica propia del
espíritu de la época. La tecnología, los nuevos paradigmas y los procesos
disruptivos hacen que necesitemos estar atentos y bien preparados para poder
brindar las soluciones que esperan de uno. ¿Por qué? Porque las aptitudes del
ayer poco y nada nos ayudan para ello. Necesitamos no sólo especializarnos cada
vez más, sino tener una buena dosis de “olfato” y creatividad tal que nos permita
plasmar, en tiempo y forma, lo que se espera de cada uno de nosotros.
Hoy ya no se dirá que estoy en esta profesión porque
me he convencido que es la única que se corresponde a mis aptitudes o
inclinaciones provenientes de mi niñez –salvo en el caso de los seres muy
dotados para una especialidad. En función de lo demandado en el hoy y atento a lo
que la vocación de cada uno le
“revele”, la persona se movilizará hacia aquella especialidad-profesión que lo
vincule con su misión. Incluyo no
debemos olvidar que asociada con esa profesión, existe también un “karma-destino” que nos llevará desarrollarla en determinadas condiciones,
sitio o país; seguramente que ustedes tienen conocidos o familiares que les ha
“tocado” migrar hacia otro destino o estén realizando su misión en ámbitos quizás inhóspitos y nada “amigables”.
El hecho que veamos que exista hoy en día un alto
porcentaje de personas que “optan” por las denominadas profesiones
tradicionales –medicina, abogacía, administración,…– más allá que por supuesto
siempre habrá seres que sienten que es eso lo que deben hacer, no sucede lo
mismo respecto de las nuevas especialidades surgidas de los nuevos impulsos del
cambio, debido a la baja atención que por lo general se le presta a los signos
de la evolución.
También está la “motivación” de pretender ingresar
en los trabajos y profesiones “especulativas” que prometen ganar buenos y
“rápidos” ingresos. Si bien sabemos lo tentador y atractivo de este tipo de
propuestas, con ello sólo se logra producir un desarrollo unilateral –el impulsado
por nuestro ego– sin posibilitar como contrapartida el progreso exterior. Ello
es lo que la realidad nos viene señalando a través de la brecha que se viene
ampliado entre los que más riqueza “personal” logran acumular, versus la
cantidad de personas que no logran poder ascender por estar “ancladas” en la base
de la pirámide social. Distinto es el caso por ejemplo de Jeff Bezos, el
creador y CEO de Amazon, que ha llegado a ser una de las personalidades más
ricas del mundo, a partir de un trabajo innovador y revolucionario en la forma de
concebir la comercialización de bienes y servicios, a tono con los impulsos de
la época.
Finalmente, es muy necesario y conveniente llegar a
comprender que de la misma manera como las profesiones “mecanizan” a los seres
humanos, se necesita también llegar a recomponer esta ecuación, por la
insensibilización que ello produce en muchas personas, desarrollando la
cercanía e inclusión del otro, es decir, de nuestros prójimos. ¿Por qué? Porque
en la medida que no se considere el “trasfondo social” de la profesión –lo
mismo vale para el Personal Branding– no se logrará contribuir con ese
trabajo-profesión a la necesaria mejora y transformación del mundo.
¡El portador de Tu Marca Personal es un líder
consciente de la contribución esperada que su trabajo-profesión deberá tributar
para beneficio de la gente, de la época y del mundo!
José
Podestá