Hay seres
humanos que están convencidos de la importancia y el rol vital que tiene la
imagen “externa” para el logro de sus objetivos. Hasta llegan a afirmar que no basta ser sino también parecer,
porque así los “otros” se forman una rápida opinión a partir de lo que ven.
Verdad a medias
Seguramente
que una recepcionista, una modelo, un periodista televisivo necesitan
privilegiar su figura, su “ser externo”. En marketing se llama “packaging” al envase contenedor que por
diseño y color no sólo es funcional al producto sino que también fue ideado
para destacarlo frente a los demás. Pero luego, en la práctica, el
cliente-consumidor es el que finalmente termina eligiendo aquél producto que,
por lo menos, cubra tres atributos básicos:
a. Sus prioridades,
más allá de la necesidad de satisfacción.
b. Brinde
la mejor relación costo-beneficio.
c. Posea
una superlativa promesa de valor, acorde con lo esperado.
Si en los
actos cotidianos solemos tener básicamente en cuenta tales atributos, previos a
la toma de decisión, con más razón un empleador evaluará los factores “ocultos”
del postulante, más allá de su externalidad o “packaging”.
Esto nos
dice que si bien la imagen de la persona es un aspecto a cuidar, no es un fin
en sí misma. Al respecto, recordemos que el individuo no es un objeto-recurso
humano ni tampoco un “elemento” de decoración, motivo por el cual no ha venido
al planeta Tierra para ser considerado por su “utilidad” ni valorado por su
“externalidad”. En los tiempos que corren, una persona físicamente disminuida no
deja de ser vital en lo social, laboral y profesional; también en lo cultural y
el deportivo. Todos tenemos buenos ejemplos de ello.
La imagen que importa
Sabiendo
que el mencionado refrán citado al comienzo es limitado e incompleto, cuando se
trata de una carrera laboral-profesional –tanto en una organización como en el
ámbito independiente– es fundamental que la persona construya y proyecte la
“otra imagen”: la que tiene que ver con sus valores, sus principios y sus habilidades.
Los que detentan o están llevando a cabo el desarrollo del Personal Branding, saben
bien de su importancia y valor.
Esta imagen
podrá constituirse en “ideal” porque surge desde el interior del ser humano;
por ello es la que más se aprecia. Entonces, el “packaging” pasa a ser en la
vida algo meramente secundario, porque lo que importa de una persona es su
integridad: lo que subyace en su interior.
Aquellos
que vienen trabajando por hacer realidad su imagen
ideal, como regla de su comportamiento, están construyendo su ideal de vida
de acuerdo al sentido que tiene su proyecto o aspiración futura. Por tanto, en
función de los talentos naturales y de los que vayan incorporando a lo largo
del proyecto de vida, estarán en condiciones de brindar a la sociedad y al
prójimo lo mejor de sí, es decir, lo que emana y subyace en su interior.
¡El
portador de Tu Marca Personal va consolidando su biografía a partir de su
imagen ideal, porque lo identifica como un ser humano íntegro y de
consideración!
José Podestá