Tiranía del Momento

25 noviembre 2018 ·

La aceleración del cambio de la que tanto se habla, no está exenta de resguardos y advertencias. De allí que cuando nos proponemos sumar conocimientos, sea el joven en una carrera de grado o el adulto en un posgrado, no estamos siendo correspondidos por la institución-universidad con la solución académica adecuada. ¿Por qué? Para ello conviene recordar que la misión de la educación, desde que los antiguos la articularon con el nombre de paideia, era, es y probablemente seguirá siendo la preparación de los recién llegados para vivir en la sociedad que les ha tocado.


Pero la vida del “ahora” a la que está expuesto el consumidor ávido de experiencias nuevas –también el estudiante, cualquiera sea su edad– la razón de “apresurarse” en sus cosas no tiene que ver con el impulso por adquirir y sedimentar conocimientos, sino por descartar, sustituir y “pintar-copiar”.

Diluvio de información

El factor tiranía del momento que trabaja al unísono es el “diluvio de información”. Esto debería alertar al decano de la universidad para que disponga de un plan de asignaturas actualizado –lo ideal sería anticipatorio– en lugar de la oferta obsoleta que poco motiva y forma al estudiante, porque al momento de egresar se encuentra que no está en “sintonía” con lo que tiene que aplicar en su trabajo o profesión. Sin embargo, la realidad es otra para la oferta universitaria, porque frente a la competencia reinante se tiende a priorizar, como objetivo, el “atraer clientes” –léase estudiantes– poniendo los esfuerzos en el reconocimiento de la marca-universidad, el beneficio de proximidad y el posicionamiento destacado en el ranking anual competitivo, tanto local como regional.

Así, la tiranía del momento termina involucrando también a las personas. Porque el mundo externo espera que la universidad prepare al estudiante para la vida, en lugar de terminar “eyectándolo” de conocimientos desprovistos de sentido.

Lo que ocurre aquí es que la universidad, que se supone sigue una lógica de pensamiento deliberado, creatividad pausada y existencia equilibrada, hoy en día se ve obligada –tal como ocurre con los productos de consumo– a transformarse en una organización que “debe” reaccionar rápidamente a las fluctuaciones del mercado, como así también a los cambios en la opinión pública y el entorno. De allí que no debiera sorprendernos la presencia del “profesor empresario”, como reflejo lógico y natural del estado actual de la universidad.

Todo esto sirve, entonces, como un “alerta” para que los interesados en el Personal Branding lo asuman y tengan en cuenta. Porque:

- El conocimiento académico y el de aplicación laboral-profesional se encuentran desfasados de la realidad demandante.

- Como habitantes de la modernidad líquida hemos devenido en un “erudito nómada o itinerante” que necesita de la autoformación y del aprendizaje continuo, especialmente a la hora de cambiar de trabajo o de buscar nuevas tareas.

- El plan de carrera laboral y profesional necesita incorporar, en la “mochila”, las herramientas personales que cada uno considere fundamentales para el logro de su misión en la vida.

- En el hoy el desarrollo de la profesión está en la diferenciación, en la especialidad. Entonces, para llegar a ser reconocido y valorado como tal, se necesitará disponer tanto del conocimiento actualizado como de la habilidad en la gestión. Ello hace a la necesidad de la evolución, la que no debiera quedar meramente “anclada” en lo personal, sino también con la mirada y la contribución puesta al servicio de la transformación del mundo. Al respecto, tengamos en cuenta que lo que más sobra en la actualidad es el egoísmo, el individualismo.

- El ser humano es consciente sólo de algunos efectos que su trabajo y profesión tienen sobre su propia alma, pero nada sabe acerca de todo el entrelazado y la razón de ser de su actividad en el mundo, y de lo que luego allí acontece.

- Si bien sólo algunos seres humanos fueron “llamados” para realizar algo trascendental para la humanidad –vemos al respecto cómo se desprenden del resto en lo que hacen y cómo lo hacen– ello no nos excluye ni invalida, en absoluto, para llevar a cabo nuestra respectiva misión.

- No deberíamos preocuparnos si el mundo nos exige, cada vez más, que seamos referentes de la vocación que llevamos a cabo, por más específica que ésta sea. Nos ha tocado nacer y vivir en un país y zona determinada, porque se espera que desde allí seamos protagonistas del destino y de las circunstancias derivadas del entorno y de nuestros prójimos.

- Es bueno que sepamos que hace escasamente cien años atrás, los seres humanos estaban mucho más inmersos en su profesión con respecto a lo que es hoy en día; sabemos de ello porque llegamos a percibirlo en nuestros abuelos o bien porque algún familiar nos lo contó. En la actualidad, por el contrario, predominan en algunos el desgano porque sienten no tener otra cosa que “su” profesión. Pero cuidado, porque los maestros, escritores, sacerdotes e incluso los orientadores vocacionales que nos hablan sobre el tipo, carácter y elección de una profesión, son los que menos perciben la problemática que ofrece la vida para la profesión en los tiempos que corren.

- La aceleración del cambio, sumada a la tiranía del momento, nos crea la “ilusión” que el mundo puede, gracias al desarrollo unilateral, alcanzar el progreso y el bienestar por sí solo. De la misma manera como las profesiones “mecanizan” al ser humano hoy en día, éste necesita en la misma intensidad del polo complementario que llene su ser interior con aquello que lo acerque a la interioridad de sus prójimos, independientemente de cual haya sido su especialización.

- Darnos cuenta de ello nos permitirá que a partir de la profesión y “mecanización”, seamos nuevamente creativos para trabajar compensatoriamente desde impulsos totalmente distintos a lo conocido, lo que redundará en una mayor cercanía e involucramiento con nuestros prójimos. Así estaríamos produciendo un quiebre al impulso que lamentablemente todos tenemos en común, desde nuestra profesión y especialización, por “querer” ganar lo máximo posible, sin percibir que ello es lo que a todos luego nos termina igualando.

¡El portador de Tu Marca Personal sabe que si bien la profesión y especialización es lo que nos pide el desarrollo objetivo del mundo, los lleva a cabo con plena consciencia, porque con ello está contribuyendo no sólo al desarrollo de la totalidad, sino también con la evolución de la humanidad!
José Podestá

 

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