Cuando
alguien elige una carrera universitaria generalmente es porque existe, en principio,
una vocación de por medio. No aventuro cuál es ese porcentaje porque como
docente observo que, prácticamente, es mayoría la cantidad de alumnos que siguen
una carrera sin convicción ni pasión por el estudio y la profesión elegida. En
lo anecdótico, he tenido casos de alumnos que ya finalizando la carrera han
manifestado, con gran firmeza, que lo realizado les sirvió para darse cuenta que jamás trabajarían a futuro en la
profesión (sic).
Haber
invertido cuatro o cinco años de la vida para llegar tardíamente a tal
conclusión, muestra hasta dónde muchos
no tienen en claro el qué y el para qué han venido al planeta Tierra. Al
respecto, si alguien cree que ello fue obra de sus padres, en realidad éstos
solamente han sido los gestores
biológicos que posibilitaron su venida; la decisión, antes de haber sido
concebidos, ha sido de cada uno de nosotros.
Profesión versus Empleo
El graduado
universitario, por lo general, tiende a trabajar en forma independiente. Pero
también suele hacerlo en relación de dependencia, especialmente cuando percibe
que el ámbito de la organización le es propicio para brindar sus conocimientos
y desarrollar su plan de carrera laboral-profesional.
El tema es
distinto cuando se trata del empleado que, necesariamente, debe recurrir a una
organización para obtener los ingresos necesarios para poder vivir. Como puede
llegar a ocurrir que carezca de especialización, vamos a asumir que logró
ingresar como trainee en el área de logística. Con el tiempo y en función de la
experiencia que fue acumulando y la capacitación interna-externa recibida, este
empleado finalmente terminó accediendo a una posición ejecutiva. De esta forma,
hizo suya una especialización que nunca antes se le hubiera ocurrido estudiar,
pero por la contención y la práctica llevada a cabo en la empresa, se
constituyó en su vocación y carrera laboral.
Este
ejemplo bien podría llegar a coincidir con el caso personal de quien se
encuentra en estos momentos leyendo esta columna, aunque el área o especialidad
no haya sido necesariamente la logística. Lo importante a señalar es que la
vocación no está limitada exclusivamente a una carrera universitaria, sino que está
o debiera estar en todas aquellas personas que le brindan al trabajo un sentido
que no se reduce a lo meramente contractual. Un pintor, plomero, carpintero,
artesano, médico, ingeniero o CEO, no dejan de ser profesionales en lo suyo,
tengan o no un diploma que lo certifique.
Más allá
del trabajo que se esté llevando a cabo, lo importante es darse cuenta si ello
sirve para alimentar y expresar nuestra alma y si tal tarea, ocupación o
profesión ayuda para alumbrar un sentido en la vida. Si a través del hacer
estamos amoldando nuestras capacidades, aspiraciones y potencialidades para
satisfacer expectativas ajenas o encontrar mera seguridad económica, lo único
que estamos mostrando a los otros es que somos lo que hacemos. Sin darnos
cuenta –o tal vez sí– hemos sido fagocitados por el trabajo.
En
consecuencia, el trabajo-profesión que debemos realizar es el que nos permita
expresar lo que somos. En la medida en que se opte por lo contrario –vivir para
trabajar– paulatinamente esa persona se irá cosificando
hasta perder su identidad. Estaríamos ante la presencia de un ser humano que,
quizás por desconocimiento, se ubicó en las antípodas del Personal Branding.
Esto no implica pensar necesariamente en una falta o ausencia de reconocimiento
por parte de la organización en donde optó por inmolarse, porque tal vez pensando que con ello llegaría a escalar
una nueva posición, o simplemente ser lo que ellos esperan que él sea, cuando
la empresa considere que tal sacrificio
ya no les resulta funcional a sus objetivos, terminarán por despedirlo con los honores de rigor.
¡El
portador de Tu Marca Personal sabe que deberá estar siempre atento a la escucha
de su voz interior, especialmente cuando le advierta sobre una tarea, cambio o
nuevo cargo que lo aparte de hacer lo que realmente él es!
José Podestá