Así como el
profesional recién egresado suele estar muy motivado en hacer realidad una
exitosa carrera liberal, lo mismo vale para el empleado que apuesta a su
desarrollo profesional en una organización. En este caso, tal vez sean mayoría
las personas que no tienen demasiadas expectativas con su primer empleo, porque
consideran y con buen criterio, que deben probarse a sí mismos y sumar
experiencia en el nuevo entorno.
Pro actitud responsable
También es
una realidad que no todos los seres humanos, tanto en lo laboral como en lo
profesional, se plantean objetivos realistas de vida. Por lo general, se asume
que se está fuertemente condicionado por el entorno y muy dependiente de las
escasas oportunidades de trabajo.
Quienes
actúan de tal manera, lo hacen desde una actitud defensiva. Se trata, por
cierto, de la postura más común, porque guarda relación directa con lo que
tradicionalmente ha venido sucediendo. Ello está culturalmente tan arraigado
que, por lo general, se lo acepta y reconoce automáticamente, tal como si fuese
un reflejo condicionado.
Pero los
seres humanos somos esencialmente individuos que no pensamos ni actuamos por igual,
de allí que existan algunos que para nada aceptan “someterse” a lo establecido.
Es así como a partir de la información disponible, se forman una opinión muy
acabada de la oferta laboral existente y obran en consecuencia.
Más allá de
lo que muchos se imaginan, las personas que con fundamento y conocimiento
asumen una actitud proactiva, terminan capitalizando las mejores posibilidades
de ingreso en una organización. ¿Por qué? Porque es lo que ésta hoy necesita
para mantenerse competitiva y sustentable: ¡Empleados con autonomía propia,
creativos, habilidosos en el puesto asignado –incluso como cadete– y capaces de
sumar valor e innovación en lo suyo!
En
consecuencia, la pro actitud responsable
es el soporte-estructura a partir del cual el empleado, en el momento en que la
adopte, le permitirá impulsar su carrera laboral-profesional.
El talento no basta
Las
estadísticas señalan –y hasta suelen reiterar– que la imagen que los ciudadanos
tienen de las empresas no es muy satisfactoria. Lamentablemente, el factor
corrupción está latente –y a veces presente– a lo largo de la pirámide
organizacional. Si bien el talento es un factor de alta valoración, también en
los hechos suele revertirse en su destino, aplicándolo a hechos delictivos en
general y de vaciamiento financiero en particular; al respecto, existen casos
internacionales que hasta han “salpicado” áreas de gobiernos.
Cuando el
talento está puesto para delinquir, la organización termina ocasionándole un
gran perjuicio al resto de los empleados. Se trata del mayor riesgo al que
muchas veces se expone el empleado proactivo y talentoso, para acceder al
desarrollo de su carera en la empresa.
En
consecuencia, el ser eficaz y eficiente, si bien es un factor clave para el
éxito, no es suficiente. Se necesita, además, que la persona cuente con sólidos
valores y principios éticos y morales. Tal vez porque con ellos no se logran
habitualmente incrementar las ganancias de la empresa, estos atributos y
cualidades no suelen tenerse muy en consideración, incluso al momento del
cambio o el reemplazo del CEO.
¡El
portador de Tu Marca Personal puede constituirse en una opción prioritaria para
el proyecto de una empresa, pero no por ello deberá resignar sus cualidades de
dignidad y honestidad, malogrando o poniendo en riesgo el alcance de su visión!
José Podestá