Las crisis
recurrentes, la pérdida de competitividad, los costos incrementales –entre
otras causas– está obligando a las empresas a ser más eficientes en lo suyo.
Ello supone poner el foco en los temas centrales y estratégicos, transfiriendo
a los operadores externos todo aquello que no sume valor al negocio o a la
principal actividad de la compañía.
Nada nuevo bajo el sol
Si bien el
recurso del outsourcing o
tercerización está en boga, para nada es nuevo. Empresas líderes globales, como
Coca-Cola, lo han adoptado hace más de treinta años. Con ello no me estoy
refiriendo a las actividades de índole administrativo o técnico –como ser el
traspaso del área de liquidación de sueldos y jornales, la búsqueda de personal
o la flota de camiones a terceros– sino a temas de mayor significación.
Tal vez
cueste imaginar o aceptar que la producción de una gaseosa, un automóvil o un
periódico sea realizada por alguien ajeno a la empresa fabricante o editora.
Hoy para nada es un impedimento hacerlo, porque existen en el mercado
organizaciones altamente profesionales y capacitadas para ello.
Lo mismo
vale, por ejemplo, para la tercerización de la comercialización y la logística,
desde la distribución hasta el acopio de lo producido en depósitos o almacenes
dotados de sofisticados soportes de tecnología.
De esta
forma la empresa se encuentra mucho más “liviana”, por la transferencia de sus
activos físicos, y puede así dedicarse a lo más importante: La estrategia y el
posicionamiento competitivo. Pero para poder llevarlo a cabo, se necesita
asumir un paradigma distinto con el empleado. ¿Por qué? Porque ahora hay que aplicar
más inteligencia, creatividad y valor en
las tareas. Y ello no es posible hacerlo con el tradicional esquema de sumisión jefe-empleado.
Cada
empleado, experto en lo suyo, va haciendo realidad junto con el equipo del que
forma parte, la misión y la visión de la compañía. A los jefes, por su parte,
les toca ejercer el rol de liderazgo y del dejar-hacer.
El reposicionamiento laboral
Se trate de
una empresa u otra la que lleve a cabo la producción, comercialización y
gestión de las áreas tercerizadas, el rol hoy esperado del empleado es el
mismo: talentoso y de nivel, más allá de la posición que tenga en el
organigrama.
Así como en
el ayer el empleado hacía básicamente lo suyo en las áreas periféricas de la
empresa –para nada tenían ingerencia en el nivel de supervisión ejecutiva–
ahora pasó a ocupar el centro de la organización. Este reposicionamiento, por
cierto, no deja de ser un desafío diario, motivo por el cual cada uno debe necesariamente
debe asumir un rol protagónico.
De esta
manera las empresas podrán ser más competitivas, siempre y cuando cuenten con
las personas habilidosas y con alta dosis de flexibilidad e integración. Ya no
se trata del empleado que mejor califica para el puesto, a un salario promedio,
sino el más talentoso, creativo e innovador que sepa, además, sumar
conocimiento y valor al proyecto de la organización.
¡El
portador de Tu Marca Personal cuenta con el perfil y las capacidades para
asumir desafíos y proyectos, que provengan tanto de las empresas reposicionadas
como de las que se hicieron cargo de la tercerización!
José Podestá