Así como en el ámbito de los productos y servicios
observamos la gran sobreoferta existente –con el beneficio que ello tiene para
nosotros, los consumidores– lo mismo está ocurriendo con las nuevas carreras de
estudios a nivel terciario, universitario y de posgrado. Para los que estamos
vinculados con la enseñanza, da la impresión que las instituciones educativas
–tal como si fueran “empresas comerciales”– también ingresaron en la espiral de
crear productos-cursos para todos los
gustos y presupuestos.
Conflicto
vocacional
Seguramente que nadie hoy llegaría a objetar el
beneficio que tiene para los jóvenes el poder acceder a opciones de formación
no tradicionales. Si bien ello no era frecuente en el ayer, seguramente que lo
será de ahora en más, a raíz del avance que la tecnología y la inteligencia
artificial vienen produciendo en la generación de nuevas actividades y
profesiones.
Esta realidad nos indica, además, que el mundo se
está encaminando a nuevos horizontes como nunca antes se dio. En tal sentido, ello
no deja de ser una oportunidad que merece ser capitalizada individualmente, en
función de lo que cada uno estime y sienta que tenga sentido en su vida, tanto
en lo vocacional como en lo laboral y
profesional.
Por supuesto que para nada dejarán de tener
preferencia las profesiones tradicionales –abogacía, arquitectura, medicina,
psicología, etc. Tampoco los viejos oficios de carpintero, pintor, peluquero,
etc., por la sencilla razón de ser plenamente necesarios.
Sin embargo, tampoco se trata de abordar aquella
actividad o estudio por el hecho de estar posicionadas como las que mejor
salida laboral o profesional brindan. La realidad se viene encargando de
mostrar, a legiones de seres humanos que acceden a una buena posición social,
pero sin estar a gusto ni mucho menos feliz con lo que han elegido y vienen
haciendo. Es así como el riesgo a una eventual enfermedad o frustración se
instala a un paso de distancia.
El Personal Branding para nada es ajeno a esta
realidad. Seguramente que los interesados en el tema ya habrán percibido que, de
un modo frecuente, se cataloga al Personal Branding como un recurso inteligente que permite poner
foco en aquello que a uno le interesa alcanzar, y poder así mejorar los
ingresos provenientes del nuevo empleo, posición o profesión alcanzada.
Por supuesto que el tener un justo ingreso o una
mejora en lo laboral o profesional, a partir del estilo y dedicación que se le
destina al hacer, no tienen nada de malo. Incluso, hay que tener en cuenta que
el Personal Branding tampoco es ajeno ni excluyente en las organizaciones sin
fines de lucro. Efectivamente, también vale en aquellas actividades y
profesiones que los seres humanos llevan a cabo –por sensibilidad y solidaridad
hacia el prójimo– en el campo de la investigación, lo comunitario y lo social.
En consecuencia, el Personal Branding no es un fin
ni un pasaporte directo para la captación de mayores ingresos, sino el recurso al que todo ser humano
–consciente o no de ello– puede llegar a capitalizar por sus logros, liderazgo
y compromiso puestos al servicio de sus prójimos. Seamos entonces conscientes
que hacerlo para uno mismo no tiene ningún sentido, por el simple hecho de que
ya somos portadores de un nombre y apellido.
En la medida que la vocación plasmada en la actividad laboral o profesional vincule con
el sentido que ello tiene para el ser humano, a partir de allí éste podrá capitalizar
la satisfacción por lo que haga solidariamente con los demás, más allá del
beneficio salarial o de ingresos que pueda percibir por ello.
¡El portador de Tu Marca Personal es un ser
que está fundamentalmente comprometido con su misión y vocación de vida, al
tiempo que va disfrutando en la forma de cómo lo hace y se brinda hacia los
demás!
José
Podestá