Un ejecutivo, un profesional o un portador de
Personal Branding no dejan de estar hoy presionados por un tipo silencioso de
estrés, motivado por el exceso de información. Basta con ver, en diferentes
lugares y circunstancias, como una legión de personas permanece con la cabeza
baja la mayor parte del día, al tiempo que revolotean sus dedos sobre el
teclado del móvil o hablan unidireccionalmente sobre la pantalla.
Angustia
por “querer saber”
El paisaje urbano nos brinda una imagen cotidiana
como la mencionada. Sin embargo, en el lugar de trabajo les aguarda diariamente
a los empleados, en sus respectivos puestos, una catarata de mails que se van
acumulando de modo continuo.
Ello no deja de ser preocupante no sólo para el
empleado, sino también para la organización. Es como si cada uno está corriendo
en círculos cerrados, tal como lo hace el perro toda vez que se quiere morder
la cola; nos movemos con mayor o menor velocidad, sin estar avanzando
necesariamente hacia la meta diaria.
Como si esto fuera poco vemos venir la ola de la información
con una gran sensación de impotencia, porque sabemos que no llegaremos a
procesar ni el diez por ciento, incluso de la que nos resulta de mayor interés.
Este torbellino informacional, sumado al
autoimpuesto impulso de querer saber,
se lo ha denominado bulinfomanía.
Esta expresión está inspirada en el trastorno alimenticio del vocablo bulimia, porque manifiesta la
irresistible atracción que cada vez más personas sienten ante la información
que los acosa por todos lados.
Tal como ocurre con la bulimia, la bulinfomanía también produce cada tanto
y como efecto compensatorio, una transitoria sensación de hartazgo e impotencia
culposa que lleva a la persona a deshacerse de todo el material informativo
acumulado que no ha podido procesar.
La avidez por estar conectados en la frecuencia
24/7, tampoco da tregua. Todos vemos lo que pasa cuando en determinados
periodos de tiempo la persona debe apagar su móvil. Ese “síndrome de abstinencia”
lleva a muchos a encender el móvil antes de tiempo, sin aguardar la
autorización. Una investigación de Facebook describe a esa sensación de “miedo”,
por quedar desconectados, con la sigla en inglés FOBO –Fear of Being Offline.
Recuperando
la cordura
Si el caudal de la información actual no tiene
límites y el móvil se les ha enquistado en la mano a la mayoría de las personas,
es el momento que reaccionemos con una dosis de sentido común, para darnos cuenta que en nosotros impera un
“impulso” negativo e improductivo que nos está “manipulando” y distrayendo. O
lo que es peor, reduciéndonos a la condición de “rehenes”. Basta reflexionar en
lo siguiente:
- ¿Somos conscientes que por ello estamos
bastardeando nuestro lenguaje y escritura ante la “necesidad autoimpuesta” de
recibir, gestionar y diseminar información a intervalos cada vez más cortos,
descoordinados y veloces?
- ¿Somos conscientes que estamos restando nuestra
energía y anestesiando nuestra creatividad a lo importante, como por ejemplo el
plan de carrera laboral y profesional?
Como seres humanos que venimos al planeta Tierra
para llevar a cabo nuestra misión y vocación, con el sentido que ello
implica en la vida de cada uno, el impulso por “saber” para nada es un
requisito contra la inseguridad por no estar al día. Entonces, para salir de la
“trampa” que nos está distrayendo, esclavizando y apartando del camino de la vida,
deberíamos por lo menos tener en cuenta tres premisas básicas:
- La sociedad
informacional no existe para fagocitarnos sino para poder adquirir de ella,
de modo selectivo e inteligente, el conocimiento básico, mínimo y necesario que
necesitamos para llevar a cabo el plan de vida –la misión– y el proyecto personal.
- Somos personas únicas, dotadas de algún talento o
habilidad que anida como un “don” en nuestro interior. Entonces, necesitamos
descubrirlo e ir a su encuentro para poderlo sumar a nuestro quehacer, como un
genuino valor agregado que luego pasará
a ser un factor clave en los respectivos Personal Branding.
- La voracidad bulímica por la información es una
“trampa” que arrastra a las personas y las
aparta de lo importante.
¡El portador de Tu Marca Personal necesita
gestionar su misión y vocación con sabiduría y sentido común, para resguardarse
a sí mismo de las consecuencias nefastas provenientes del “querer saber”!
José
Podestá