Cuando se tiene el conocimiento sobre algo
específico y trascendente, que además puede ser beneficioso para la persona,
muchas veces cuesta comprender el porqué de su indiferencia. ¿Será porque no
ven lo que uno vislumbra? ¿O porque lo interpretan de manera diferente?
El
punto de vista ajeno, importa
Muchas veces vemos que surgen en los grupos de
trabajo personas que no se interesan por el tema o el proyecto en cuestión, cosa
que sería totalmente diferente sí realmente les llegara a importar. El tema o situación
no deja de ser importante, motivo por el cual no debería ser objeto de simplificación
alguna; por ejemplo prejuzgándolos porque no se encuentran a gusto con el
equipo, porque presienten que se está perdiendo el tiempo o que su punto de vista nunca será tenido en
cuenta.
Por supuesto que es responsabilidad del líder del
grupo buscar motivación y consenso entre los integrantes, cosa que también
sabemos no siempre se lleva a la práctica ni tampoco puesto en consideración.
Asimismo, las “urgencias” muchas veces terminan imponiéndose sobre lo
importante, incluso más allá del objetivo establecido en la estrategia.
Sin embargo, es un error en mi opinión dejar pasar
por alto el “silencio” o el desinterés de involucramiento de las personas. ¿Por
qué? Porque se entiende que “todos” son una parte fundamental de la
organización a la que pertenecen, y por más insignificante que alguno de sus
miembros considere el tipo de “aporte” que está en condiciones de brindar, no
por ello hay que dejarlo pasar por alto. Al respecto, los orientales no se
cansan de repetir una de sus máximas fundamentes: “¡Lo pequeño, también importa!”. Esta expresión refiere no sólo al
tamaño de las cosas, sino también a la dimensión de las ideas.
Negocio
propio, aunque no lo sea
Cuando el empleado –incluso el profesional que
brinda sus servicios a la organización– es asimilado como tal dentro de un
puesto o función específica, termina considerándose a sí mismo como “ajeno” al
entorno. Esta “creencia”, que durante décadas se impuso a raíz de la cultura
emergente de la organización, ha sido literalmente “siniestra”. ¿Por qué?
Porque terminó “cosificando” y asimilando la individualidad de los empleados al
perfil de empleado-promedio, con un sueldo también promedio. Sin darse cuenta
de ello, fomentaron la aparición interna de “clones” que se limitan a cumplir sólo
con lo establecido.
Alguno de ustedes podrá llegar a pensar en este
momento que eso fue cosa del pasado. Efectivamente y enhorabuena que así sea,
pero aunque cueste creerlo, todavía existe esa forma “paleolítica” de concebir
el management en muchas categorías de
industrias y comercios.
Hoy en día se espera de la persona en relación de
dependencia que considere al proyecto por el cual ha sido contratado como algo
propio, aunque en lo formal ello no implique que lo así sea. Este tipo
actitudinal de abordaje le resultará beneficio al empleado, entre otros
motivos, porque:
- Podrá asumir la responsabilidad con libertad y
motivación.
- Sus puntos
de vista serán tenidos en cuenta, tanto por sus pares y colaboradores como
por la dirección.
- Enriquecerá su plan de carrera laboral y
profesional.
-Sumará reputación en el desarrollo de “su” Personal
Branding.
Como de lo que se trata es de hacer responsablemente
las cosas, no por ello se estará exento de cometer algún error –hasta les
sucede a los directivos. Sin embargo todo suma, aunque más no sea como “costo
de aprendizaje” propio, y del nuevo entorno organizacional en donde el
desarrollo se va “haciendo” sobre la marcha.
De allí la importancia de que “todos” puedan
expresar su punto de vista, porque se
“necesita” del involucramiento responsable de las personas, máxime cuando se
está operando en un contexto global. Aquí bien vale tener en cuenta otra de las
máximas proveniente, en este caso, del ámbito de las relaciones públicas: “¡El Silencio no es Negocio!”
Así como lamentablemente ocurre hasta en las grandes
corporaciones –el no decir nada a la comunidad luego de haberse producido un siniestro
o un acto de corrupción que afecta a la organización– también vale para las personas
que son parte de un proyecto o de algún emprendimiento. El “silencio”, como así
también la omisión del punto de vista
cuando uno sabe que debe brindarlo, termina perjudicando a todos los involucrados,
aunque nos cueste darnos cuenta en ese momento.
Entonces, el actuar como “propietario” de un
proyecto, aunque el mismo no me pertenezca, nos hace asumir un compromiso
personal y también “solidario” con los demás.
Si bien es cierto que a la mayoría de las personas
no se les enseña asumir este sentimiento –incluso hasta se “intenta” evitarlo
por el “temor” a la responsabilidad que ello implica– es importante que hoy se admita
que sí nos debe importar porque es la persona, en definitiva, la que está
llamada a ocupar y ser parte del “centro de la organización”.
¡El portador de Tu Marca Personal necesita
escuchar e involucrase en el punto de vista de sus prójimos, por ser ellos los referentes
y los destinatarios naturales de su misión y de la vocación que dará sentido a
su vida!
José
Podestá