Hay personas que son creativas e innovadoras en la
medida que se les permita trabajar de modo unipersonal. Otras, en cambio, se
potencian cuando sienten que son parte de un equipo. Sin embargo, ambas
tipologías tienen las mismas posibilidades de trascendencia con relación al
Personal Branding. ¿Por qué? Porque el desarrollo del mismo dependerá de cómo hacen lo que hacen –en lo
estructural– más allá del ámbito circunstancial en que se encuentren.
No
somos iguales
Seguramente que ya han escuchado decir que “el ser
humano es una entidad única e irrepetible”, aunque se trate de hermanos
gemelos. También es muy probable que conozcan casos –o hayan tenido noticias de
ello– que sostiene que una persona exitosa de tipología individualista tiende a
fracasar cuando se la induce u obliga a trabajar en equipo; lo opuesto también
se da. Es por ello que cuando esta situación tiene lugar en el ámbito de una
organización, el área de personas debería
tenerlo muy en claro, para evitar futuros conflictos y frustraciones entre las
partes.
Desde ya que el contar con un perfil individualista
no es excluyente, en absoluto, para desempeñarse en una compañía, dado que
existen áreas que permiten e incluso “demandan” este tipo de perfil, como ser:
auditoría, I&D, patentes y marcas, creatividad, medios, entre otros.
Además, no necesariamente el individualista es por naturaleza una persona parca
o antisocial, más allá de las consabidas excepciones producidas por algunas
circunstancias psicológicas.
Así como la tendencia del trabajo desde el hogar
“obligó”, en cierta medida, a que las personas sean “disciplinadas” para poder
llevarlo a cabo, lo mismo está ocurriendo con el aprendizaje y el estudio en la
plataforma digital, cualesquiera sean los niveles –secundario, terciario,
universitario y de posgrado. Por tanto, el problema para “funcionar” eficientemente
en esta modalidad suele afectarle más al ser social que al individualista.
Este escenario se complica más a partir de la
confluencia étnica en el ámbito de las organizaciones, debido a la creciente
necesidad de tener que estar interactuando ante una realidad culturalmente
heterogénea, más allá que el trabajo se realice de modo presencial u online, o
a través de distintas subsidiarias. Esto nos obliga a ser cada vez más
permeables y “dúctiles” en el trato, relación y asimilación de las culturas,
como condición básica y necesaria para poder alcanzar los objetivos
compartidos.
Lo mencionado también vale para las profesiones
independientes. ¿Por qué? Porque cada vez más son menos “independientes” de lo
imaginado, debido a que ha comenzado a tener lugar la necesidad de vincularse
–personalmente o vía online– también con colegas, clientes o “pacientes” de
otras geografías y culturas.
Todo esto que en la actualidad ya es parte de
nuestro estilo de vida, trabajo y profesión, fue anticipado en 1968 por el
filósofo canadiense Marshall McLuhan, al acuñar y aplicar la expresión de
“Aldea Global” inicialmente al campo de los medios, con el posterior efecto que
luego tuvo lugar con la globalización propiamente dicha. McLuhan sostuvo que “el medio es el mensaje”, sin saber que
años más tarde el hombre también se constituyó en un “medio” que comunica y
hace.
El momento de
transición que estamos transitando hoy, pareciera ser que tendrá una
duración mayor a la prevista, debido al avance tecnológico e innovación
permanentes. Todo ello hace que estemos trabajando e interactuando en un
hábitat carente de fronteras, en la que todos somos parte activa de una
geografía expansiva en donde el ser humano ha tomado su “posesión”.
Personal
Branding ampliado
La expansión global y el protagonismo del ser humano
permiten que el Personal Branding se constituya en un recurso clave para la
identidad, trayectoria y reputación de las personas. Se trata de una
oportunidad y desafío porque está dejando de estar meramente anclada en el área
doméstica-residencial, para “ganar” también su “espacio” global.
Para ello, una vez más, el plan-proyecto laboral y
profesional cobra una dimensión superlativa. Sin ello difícilmente se podrá
lograr un desarrollo y posicionamiento armónicos del Personal Branding, además
de ser vital para el “anclaje” de su portador en las diferentes comunidades
globales en las que tiene previsto llevar a cabo su misión.
Un director de orquesta, como por ejemplo Daniel
Baremboim, ya sea en su rol como pianista o al frente de las orquestas
Staatskapelle Berlin y West-Eastern Divan, realiza un trabajo de excelencia que
bien le vale el reconocimiento y estima internacional. En la Orquesta del Diván
no dudó reunir a jóvenes músicos talentosos de origen palestino, árabe e
israelí, como ejemplo de contribución hacia la comunión y convivencia de credos,
y de un modelo social alternativo en el que se unen la moral y la estrategia,
la razón y la emoción; se trata de una lección que ni la política ni los
políticos terminan de aprender de la música. Baremboim cuenta con un sitio en
la Web en el que resume y potencia su Personal Branding, siguiendo una línea coherente
y afín con su misión-destino, procedentes de una rigurosa
honestidad intelectual.
Todo lo expresado también vale para las personas que
en lo suyo llevan a cabo su desarrollo laboral y profesional en comunidades
mucho más acotadas, pero no por ello carentes de gran significación, aunque su
labor no llegue a trascender incluso las fronteras del país de residencia.
En ambos casos el logro termina siendo la expresión
de la misión-destino individual, expresados a través de la vocación y la pasión que cada uno brinde en lo suyo, para beneficio
de sus prójimos.
¡El portador de Tu Marca Personal sabe que su
aporte y eventual dimensión para nada debe prescindir de los seres humanos, más
allá de cuales fueren su etnia, cultura y credo!
José
Podestá