Cuando se
alcanza la cima de un sector, área o nivel máximo de una organización, el beneficiado
comienza a percibir, básicamente, dos cosas:
a.
Sentimientos de soledad.
b. Que el
poder no es absoluto, sino acotado.
Entre los
que se interesan en el Personal Branding, como en aquellos que compiten por
escalar posiciones, existe la creencia o la ilusión de que al llegar al puesto
máximo aspirado se podrá gozar de un generoso espacio de libertad y poder. En
realidad, cualquier líder de una unidad de una empresa a ese nivel tiene que
lidiar con demandas de mayor complejidad, que no llegaba a registrar cuando se
hallaba trabajando en el llano.
La presión constante
Tal vez
muchos idealizan los cargos de supervisión, jefatura, gerencia o dirección
porque no sólo permiten acceder a una significativa mejora salarial, sino que
también se llega a gozar de mejoras cualitativas y de mayor reconocimiento.
Ambas son
verdades a medias porque la mejora salarial es inherente a la responsabilidad
asumida y compensatoria de los espacios o momentos de libertad y de privacidad
familiar, que frecuentemente se ven invadidos por las urgencias e imprevistos. Asimismo, el tener una oficina amplia y
muy confortable, disponer de un automóvil y eventual chofer, pasar a ser
miembro de una calificada asociación, etc., más que mejoras cualitativas son amenities complementarios que para nada
hacen a una mejor calidad de vida.
A ello se
suman las eventuales presiones ejercidas por sus pares, que intentan hacer
valer, ya sea porque aspiran quedar mejor posicionados ante sus superiores o porque
no están dispuestos a perder conquistas y beneficios ya adquiridos.
En medio de las cosas
Lo
mencionado es simplemente para desmitificar el halo o la ilusión que muchos
proyectan, por desconocimiento, hacia las personas que ocupan cargos superiores
en las distintas cimas de la organización.
Lo cierto
es que a medida que se va subiendo por la estructura empresarial, no implica
necesariamente quedar posicionado por encima de algo sino en medio de más
cosas. Esta realidad, que lamentablemente se descubre cuando ya se está en la nueva posición, hace que una parte
de los promovidos se lamenten al poco tiempo por ello. Y en la medida que no logren
gestionar adecuadamente sus emociones, pueden llegar a ser víctimas de alguna
enfermedad.
Pero por
suerte existen cada vez más empresas que están revirtiendo el trato hacia el
personal. Esto ayuda muchísimo al ejecutivo, especialmente en el caso de
aquellos que horizontalizan su
gestión y asumen el rol de un liderazgo que pone en acción las potencialidades
de sus empleados, al tiempo que los van estimulando y premiando en el logro de
los resultados.
La democratización del poder
En la media
que las organizaciones se van dando cuenta que el empleado es el verdadero
artífice del logro de la misión y la visión, y el supervisor o jefe formal es el facilitador de todos los elementos que la empresa pone a
disposición de las personas, el poder pasa a tener otro significado y valor.
Ello se
constituye en un factor clave para todos aquellos que vienen trabajando en el desarrollo y el
posicionamiento del Personal Branding. Además, el cambio en el ejercicio y
relación de poder que las organizaciones van adoptando para aggiornarse a la nueva realidad, debiera
también ser capitalizado por todos aquellos empleados y ejecutivos que vienen
avanzando en sus respectivos planes de carrera laboral y profesional.
¡El
portador de Tu Marca Personal cuenta con varias cosas a su favor, además de
tener en claro el sentido que el trabajo tiene en su vida y lo que implica el poder
acotado!
José
Podestá