Cuando uno planifica una actividad, un proyecto o
una profesión sabe, de antemano, que no necesariamente saldrá todo tal como fue
previsto. Alguno de ustedes se podrá preguntar para qué perder el tiempo,
entonces, en la planificación. Por supuesto que ésta tiene su razón de ser,
básicamente por lo siguiente:
- Para poner en blanco y negro a dónde se pretende
llegar y cuándo.
- Para reducir el riesgo, sabiendo que nunca se lo
podrá eliminar.
- Para ordenar los esfuerzos y los pasos a seguir.
Se trata, pues, de una valiosa herramienta de
gestión. Pero nunca un fin en sí misma, como a más de uno le gustaría que así
fuera.
También es cierto y quizás alguno de ustedes tenga conocimiento
de ello, que existen personas que “nunca” planifican y sin embargo les va bien
en la vida. Más aún, hasta les suele ir mejor que aquellas que planifican. ¿Por
qué? Por la sencilla razón de ser personas muy “intuitivas”. Y que por ello no
necesitan recurrir al lápiz y papel, porque todo se les va representando en
imágenes en su interior. Y también es muy bueno que así lo puedan hacer, porque
para ello disponen de esa habilidad.
Siempre
hay sorpresas
Sin embargo, cualquiera sea el perfil de la persona
–racional o intuitiva– no por ello está exenta de quedar expuesta al devenir del
contexto y de los cambios; esto no era tan frecuente en el ayer y por ello la
vida transitaba por un estadio que para algunos les resultaba bastante
“monótono y predecible”. Hoy, por supuesto, estamos en las antípodas de ese
escenario.
Sin caer en los sucesos extremos –catástrofes,
guerras, hiperinflación, etc.– los imprevistos a los que debemos enfrentarnos
no necesariamente suelen ser tan malos. Por lo general, nos ayudan a
replantearnos alguna de las etapas del proyecto en cuestión e incluso hasta el
de poder optimizarlo, porque en su momento era algo que no estaba en nuestra
consideración.
También
postergaciones
Una mujer que decide tener familia y dedicarse al
cuidado maternal de su hijo, realiza una
sabia postergación ya sea en su carrera laboral o profesional. ¿Por qué?
Porque se trata de una etapa vital de su vida que no es “una más”, sino de una
importancia extrema como es la de concebir a un nuevo ser que pueda
incorporarse a la vida, para llevar a cabo “su” misión para la cual “decidió”
venir a la Tierra y por ello “eligió” a sus padres, no a otros.
También hay postergación cuando, por ejemplo, surge
la necesidad u oportunidad de tener que cambiar de país en un momento
determinado, ya sea por razones laborales, profesionales o políticas. En este
caso la decisión no sólo puede afectar directamente al involucrado sino que, a
veces, al resto de su núcleo familiar, con lo que esto representa para las misiones de cada una de las personas.
Menciono este caso, en particular, porque se trata de uno de los más frecuentes
que viene acompañando al proceso de la globalización en el cual nos encontramos
insertos.
No
tanto en el Personal Branding
Más allá de las sorpresas o postergaciones, la
identidad de la persona la seguirá acompañando en su devenir, incluso en el
nuevo contexto cultural o étnico al que le haya tocado arribar.
Cuando el ser humano se encuentra ante un giro de
ciento ochenta grados en aquello que con tanto esmero planificó o llegó a
intuir, para nada está en presencia de un fracaso. La conocida expresión “las
cosas no me salieron como las había imaginado” no debería ser sinónimo de
frustración, ni mucho menos de renuncia o de abandono. Recuerden que nadie está
exento de ello, motivo por el cual no se trata de caer en un lamento pero sí en
“repensarlo” como un nuevo desafío.
Si tenemos en cuenta las tres razones de la
planificación mencionadas anteriormente, y si el sustento de la misma partió de
la misión y de la vocación que le dieran origen en su
esencia, para nada se debería alterar el proyecto personal. Así como el
camionero se vio expuesto en su trayecto a tener que sortear en la ruta distintos
obstáculos –inundación agravada por lluvias imprevistas, rotura de un puente,
etc.– y tener que “detenerse” finalmente en una posada sin poder llegar a destino
en la fecha y horario previstos, no por ello claudicó en su trabajo; por
experiencia sabe muy bien que en su profesión se requiere de flexibilidad y
adaptación responsable a las circunstancias.
Así, las personas que en la vida se han visto expuestas
a fuertes desafíos existenciales, como fue el caso del psiquiatra austríaco Viktor
Frankl –autor del libro “El hombre es busca de sentido”– quien tuvo que vivir,
padecer y superar tremendos condicionamientos en los campos de concentración
nazis de Auschwitz y Dachau, ello nos da una
idea de lo que los seres humanos podemos llegar a alcanzar cuando se tiene un “proyecto”
que responde a la misión existencial,
y además cuenta con la motivación y el impulso interior de llevarlo a cabo, es
muy difícil que se pueda claudicar. Luego, el Personal Branding pasará a tener
una relevancia vital en la identidad y reputación de esas personas.
¡Para el
portador de Tu Marca Personal no existen obstáculos o barreras que atenten
contra su misión y vocación, ni mucho menos en el preciado legado que está
dispuesto a ofrendar a sus prójimos!
José Podestá