El Primer Trabajo, La Vocación

24 diciembre 2017 ·

Por lo general la vocación se la relaciona con el proceso de indagación profunda al que recurre toda persona, en algún momento de la vida, para poder determinar el mejor curso de acción. Por tanto, tiene que ver con sus intereses y habilidades, y el motivo-razón de su misión. Recién cuando uno tenga en claro el porqué de su razón de ser en la Tierra, podrá plasmar su vocación a través de:

- El trabajo u oficio al que se siente llamado; emprendedor, cocinero, carpintero, agricultor,… 

- Los estudios terciarios o universitarios que le permita adquirir los conocimientos para el posterior ejercicio de la profesión.

Aunque a veces pueda pasar desapercibido, el tema de la habilidad es muy importante. ¿En qué sentido? Si a uno le encanta algún deporte o un instrumento musical, pero no tiene las destrezas para ello, evidentemente no podrá realizarse en la práctica, con lo cual llegado el momento podrá sentirse muy frustrado por ello. Sin embargo y si conserva tal “pasión”, seguramente que podrá llegar a destacarse eventualmente como comentarista deportivo, crítico musical o lutier. Esto ya nos dice algo muy interesante: que la vocación no siempre puede estar centrada en lo específico, sino también en lo complementario y vinculante. Y para saberlo, reitero, se necesita indagar nuestro ser interior.

Ahora bien, en la presente sociedad competitiva y de consumo se tiende a creer que para progresar es clave realizar un estudio universitario, luego una maestría, para finalmente culminar en el doctorado. Otra postura la avala diciendo que, además, en una “garantía” para acceder a los mejores puestos e ingresos salariales; un13% busca una carrera que le asegure un buen porvenir económico. Sin embargo la realidad no siempre lo torna viable  sino que, incluso, lo señala como algo que está “reservado” sólo para los “más capaces”. ¿Por qué? Porque siempre las posibilidades son limitadas.

El desafío parte del ser

El despertar de la vocación en muy personal; radica en el espíritu, se relaciona esencialmente con la esfera de los valores y por ello es también una categoría moral. Tiene que ver con el destino individual; de allí que toda vocación exige una sana, fecunda e ineludible desigualdad humana. Así como hay niños que desde pequeños les dicen a sus padres lo que quieren ser el día de mañana, también hay personas de la tercera edad que recién en ese estadio de su vida “descubren” cuál era su vocación, y se ponen a trabajar en ella con entusiasmo y pasión.

En la parte central de estos ejemplos se encuentra la gran mayoría. Y por cierto a muchos no les resulta nada fácil. Por lo general no hemos sido debidamente preparados para ello. De allí que no se tenga en claro para qué uno ha venido a la vida, es decir, cuál es mi misión y el sentido de la misma. Otros, quizás más proactivos, acuden en algún momento a los test orientativos –sean de tipo presencial o de “rápida” resolución online– pensando que con ello se les aclarará el panorama. Pero cuando uno observa las estadísticas, éstas terminan confirmando que más de la mitad que “eligió” seguir tal carrera la abandona en el primer año; un tercio de ellos deja la universidad definitivamente Y lo que es peor, casi el 80% de las personas no conocen “su” vocación. Tengamos aquí en cuenta que habiendo promediado los diez y ocho años de edad es cuando se vislumbra la vocación profesional.

Lo llamativo de esta realidad es que el problema mencionado no es nuevo. Se viene dando a través del tiempo, sin que padres ni pedagogos se ocupen demasiado de ello. Por tanto, en la medida que no se tome plena conciencia y se esté plenamente persuadido que el primer trabajo “serio” en la vida tiene que ver con definir “mi” vocación, no se debería comenzar ningún estudio antes de ello. De esta forma, no alimentaríamos a las estadísticas de turno.

Quizás algunos de ustedes puede haber escuchado o bien conoce personas que les han dicho que “lo que hago o estudié nunca me gustó, pero es lo que me permitió ganar buen dinero, viajar y darme los gustos en vida”. Esto para nada es un buen ejemplo a “imitar”, porque de lo que se trata es justamente de “hacer” lo que uno se propuso “antes” de nacer. Y para ello el “sinceramiento” interior es factor clave.

Lo mencionado nos ratifica que resulta bien difícil encontrar la propia trayectoria personal.

La “tentación” exterior

Si bien es común ver que los colegios y las universidades cuentan con programas de orientación vocacional, ello no es necesariamente la mejor solución, pero sí una ayuda “preliminar” para la reflexión interior, profunda, que cada uno deberá posteriormente hacer. Tengamos aquí siempre en cuenta de quién está partiendo el “servicio”. Por supuesto que para la universidad –que suele contar hoy con una gran sobreoferta de cursos de todo tipo– es una manera de poder ir “orientando” a sus futuros “clientes” hacia la grilla de “sus” respectivas especializaciones. Pero esto no suele necesariamente estar en “sintonía” con la misión y la vocación de los alumnos.

De lo que se trata es de observar “cuidadosamente” todas estas soluciones “externas y de paso”, para luego poder tomar literalmente  “al toro por las astas”, es decir, llegar a determinar si lo que me “promete” el mundo tiene algo que ver con lo que estoy llamado a ser en la vida.

Una vez que el primer trabajo esté resuelto, recién podré pensar en el sentido que para mí ha de tener el futuro posicionamiento y desarrollo del Personal Branding, por el hecho de ya haber comenzado a transitar el camino que sé es el que “estaba” reservado para mí.

¡El portador de Tu Marca Personal no necesariamente es un universitario o académico, sino aquél que lleva adelante lo que siente que está llamado a ser, irradiando pasión y entusiasmo en lo que sabe que debe ofrendar!

José Podestá

 

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