Ambos términos permiten identificar a todas aquellas personas, más allá del nivel etario, que poseen educación superior, idiomas y hasta maestrías, pero que perciben un salario de hasta mil dólares o euros mensuales.
Seguramente que desde México hasta la Argentina y Chile, sin omitir a España, coexiste un gran segmento de empleados y profesionales que se encuentran en esa situación, presentando dificultades de consumo más allá de los gastos fijos básicos mensuales. Esta realidad no está, necesariamente, vinculada a la crisis global hoy vigente sino a un problema estructural realmente serio, como ser:
- La precariedad de la oferta laboral global, especialmente la proveniente de aquellas empresas que aún están organizadas por funciones estandarizadas y de baja generación de valor. Esto deriva, lamentablemente, en una “masa” indiferenciada de empleados.
- La gran cantidad de empleados con similar nivel de formación y escasa o nula diferenciación, lo que imposibilita distinguirlos en términos de habilidades o talentos para lo laboral o profesional. De esta forma, en el momento de una búsqueda quedan expuestos a ser elegidos o seleccionados en función del nivel más bajo de salario postulado.
Estamos pues ante un nefasto círculo vicioso que se retroalimenta de la misma realidad cotidiana. Lo primero que aquí uno se pregunta es: ¿Qué hacer?
Creer que la empresa cambiará rápidamente de actitud-enfoque es como pretender que dejen de pensar que el empleado es un “recurso,” en lugar de valorarlo como persona a partir de sus competencias y talentos. Por suerte ya hay empresas –las innovadoras y consustanciadas con las nuevas reglas de la economía– que no dudan en considerar que la ventaja competitiva hoy depende de la calidad de sus empleados.
En lugar de esperar a que en el resto de las empresas se produzca tal milagro, el puntapié inicial deberá partir necesariamente de uno mismo. Esto implica, una vez que uno se dio plena cuenta de ello o se decidió convertirse en el verdadero artífice de su destino laboral-profesional, ponerse a trabajar seriamente en temas básicos, como ser:
1. Quién soy yo –con total honestidad y realismo– y cuál es la visión u objetivo de largo plazo que me propongo alcanzar en lo laboral-profesional-social.
2. Qué habilidades y talentos ya dispongo para ponerlos en práctica en la empresa u organización en donde me encuentro trabajando. Seguramente que si lo hecho es lo adecuado, los colegas comenzarán a ver dentro de un tiempo que uno se está desempeñando con un estilo diferente y aportando nuevo valor.
3. Qué cosas necesitaré incorporar, pulir o eliminar mientras voy camino hacia el cumplimiento de la visión.
4. Qué herramientas complementarias utilizaré y / o desarrollaré para potenciar o apuntalar mi identidad en el ámbito en donde me desempeño. Los abordajes aquí son variados. Pueden ir desde la participación en alguna asociación vinculada al trabajo-profesión, pasando por la redacción de artículos, desarrollo de un blog, etc.
Más allá de otras cuestiones que también deberán ser tenidas en cuenta, el trabajar en Tu Marca Personal se constituye en el camino-respuesta para dejar de pertenecer a la “sociedad de los clones” y que en la práctica se caracteriza por la imposibilidad de llegar a tener pleno reconocimiento laboral-profesional-social y de ingresos.
Seguramente que no todas las personas piensan que el Personal Branding sea el camino o la solución, como así también hoy vemos la gran cantidad de empresas que aún consideran al empleado como un objeto-recurso. Pero para aquellos individuos que sienten que por allí no pasa su futuro ni mucho menos desean convertirse en “víctimas de la igualdad,” sí pueden hacer su abordaje a partir de Tu Marca Personal.
En consecuencia, pertenecer o no al mercado laboral-profesional mildolarista o mileurista es una decisión personal más que coyuntural. Seguramente que ustedes ya conocen algunos casos de individuos que se dieron cuenta de ello, elaboraron una estrategia de Marketing Personal y hoy disfrutan del reconocimiento-valoración por las cosas que hacen.
Seguramente que desde México hasta la Argentina y Chile, sin omitir a España, coexiste un gran segmento de empleados y profesionales que se encuentran en esa situación, presentando dificultades de consumo más allá de los gastos fijos básicos mensuales. Esta realidad no está, necesariamente, vinculada a la crisis global hoy vigente sino a un problema estructural realmente serio, como ser:
- La precariedad de la oferta laboral global, especialmente la proveniente de aquellas empresas que aún están organizadas por funciones estandarizadas y de baja generación de valor. Esto deriva, lamentablemente, en una “masa” indiferenciada de empleados.
- La gran cantidad de empleados con similar nivel de formación y escasa o nula diferenciación, lo que imposibilita distinguirlos en términos de habilidades o talentos para lo laboral o profesional. De esta forma, en el momento de una búsqueda quedan expuestos a ser elegidos o seleccionados en función del nivel más bajo de salario postulado.
Estamos pues ante un nefasto círculo vicioso que se retroalimenta de la misma realidad cotidiana. Lo primero que aquí uno se pregunta es: ¿Qué hacer?
Creer que la empresa cambiará rápidamente de actitud-enfoque es como pretender que dejen de pensar que el empleado es un “recurso,” en lugar de valorarlo como persona a partir de sus competencias y talentos. Por suerte ya hay empresas –las innovadoras y consustanciadas con las nuevas reglas de la economía– que no dudan en considerar que la ventaja competitiva hoy depende de la calidad de sus empleados.
En lugar de esperar a que en el resto de las empresas se produzca tal milagro, el puntapié inicial deberá partir necesariamente de uno mismo. Esto implica, una vez que uno se dio plena cuenta de ello o se decidió convertirse en el verdadero artífice de su destino laboral-profesional, ponerse a trabajar seriamente en temas básicos, como ser:
1. Quién soy yo –con total honestidad y realismo– y cuál es la visión u objetivo de largo plazo que me propongo alcanzar en lo laboral-profesional-social.
2. Qué habilidades y talentos ya dispongo para ponerlos en práctica en la empresa u organización en donde me encuentro trabajando. Seguramente que si lo hecho es lo adecuado, los colegas comenzarán a ver dentro de un tiempo que uno se está desempeñando con un estilo diferente y aportando nuevo valor.
3. Qué cosas necesitaré incorporar, pulir o eliminar mientras voy camino hacia el cumplimiento de la visión.
4. Qué herramientas complementarias utilizaré y / o desarrollaré para potenciar o apuntalar mi identidad en el ámbito en donde me desempeño. Los abordajes aquí son variados. Pueden ir desde la participación en alguna asociación vinculada al trabajo-profesión, pasando por la redacción de artículos, desarrollo de un blog, etc.
Más allá de otras cuestiones que también deberán ser tenidas en cuenta, el trabajar en Tu Marca Personal se constituye en el camino-respuesta para dejar de pertenecer a la “sociedad de los clones” y que en la práctica se caracteriza por la imposibilidad de llegar a tener pleno reconocimiento laboral-profesional-social y de ingresos.
Seguramente que no todas las personas piensan que el Personal Branding sea el camino o la solución, como así también hoy vemos la gran cantidad de empresas que aún consideran al empleado como un objeto-recurso. Pero para aquellos individuos que sienten que por allí no pasa su futuro ni mucho menos desean convertirse en “víctimas de la igualdad,” sí pueden hacer su abordaje a partir de Tu Marca Personal.
En consecuencia, pertenecer o no al mercado laboral-profesional mildolarista o mileurista es una decisión personal más que coyuntural. Seguramente que ustedes ya conocen algunos casos de individuos que se dieron cuenta de ello, elaboraron una estrategia de Marketing Personal y hoy disfrutan del reconocimiento-valoración por las cosas que hacen.
>
José Podestá