Es común ver, en las empresas, el tiempo que la dirección ejecutiva le dedica a la búsqueda de nuevas ideas. Creen, aún, que el pensar es parte exclusiva de su tarea. Honestamente no está mal que “piensen” así, porque es lo que han venido haciendo en las últimas décadas: es una proyección de un estilo de management que fue exitoso en otro contexto que poco y nada tiene que ver con el actual.
Si en la actualidad uno observa y escucha que el jefe le dice y recuerda a sus empleados que “aquí el que piensa soy yo, porque para eso me pagan”, seguramente que esa empresa está en problemas. ¿Por qué? Porque hoy es fundamental que el personal aporte y sume su conocimiento en las tareas que realiza, con el objetivo de lograrse la tan preciada ventaja competitiva.
La mayoría de las ideas para mejorar el rendimiento corporativo y las ganancias no son descubiertas en el laboratorio ni tampoco por el aislamiento en que opera la oficina del director ejecutivo. Aunque a muchas empresas les cueste admitirlo –especialmente aquellas que vinculan aporte del empleado con una posterior demanda salarial– el manantial de ideas está en los empleados.
Los que por desconocimiento no lo entienden así se preocupan por retener a los pocos talentos que tienen, cuando en realidad hasta el cadete es un portador importante de talento al servicio de la tarea por la cual ha sido contratado. Al respecto, y como un ejemplo elocuente de la miopía que hoy padece la mayoría de las organizaciones que no ven ni valoran las oportunidades de la nueva economía, vale mencionar la actitud que muestra desde el inicio Howard Schultz –CEO de Starbucks– con sus empleados.
“Todo comienza con ellos: de la calidad del personal depende la marca”.
Cuando el gerente general cree que quienes lo rodean no entienden lo que se necesita o son incapaces de ver el panorama completo, estamos ante el caso del triste y lamentable ejecutivo que está usurpando el puesto. ¿Por qué?:
a. Porque no se ocupó de encuadrar la estrategia corporativa a nivel del personal.
Por ello asume que no le es útil. Entonces,… ¿para qué los tiene?
b. Porque está literalmente fuera de la realidad del contexto y los cambios socio-culturales que se vienen dando desde el inicio de la globalización. Esto explica el alto nivel de rotación de CEO’s que últimamente vienen realizando las empresas, por carecer de un líder consubstanciado con el desempeño que hoy se espera de él.
La situación anterior incluso lleva a cometer otro error: contratar a una consultora para que ayude a retomar el rumbo. Es muy probable que la consultora tenga bien en claro lo que se debe hacer y lleve a cabo un trabajo impecable. Pero luego éste no suele materializarse porque el director general asume que es algo muy “teórico” o “que no es para nosotros”. Entonces, la consultora que logró brindar un servicio de excelencia y cobrar por ello un honorario envidiable, termina haciendo el mejor negocio.
En cambio lo anterior puede obviarse cuando en la empresa hay convicción del rol que deben cumplir y asumir los empleados. En la medida que cuenten con personal potencialmente apto para sumar valor a las cosas que hacen a diario, se tornará viable la gestación de adecuados procesos de innovación y cambio, con el beneficio motivador y de buen clima laboral que ello produce.
¡Las empresas que innovan en el valor son las que hoy marcan la diferencia, gracias al personal. No retienen talentos, por la sencilla razón que éstos no tienen previsto irse porque están motivados y además ocupados en el desarrollo de Tu Marca Personal!
Si en la actualidad uno observa y escucha que el jefe le dice y recuerda a sus empleados que “aquí el que piensa soy yo, porque para eso me pagan”, seguramente que esa empresa está en problemas. ¿Por qué? Porque hoy es fundamental que el personal aporte y sume su conocimiento en las tareas que realiza, con el objetivo de lograrse la tan preciada ventaja competitiva.
La mayoría de las ideas para mejorar el rendimiento corporativo y las ganancias no son descubiertas en el laboratorio ni tampoco por el aislamiento en que opera la oficina del director ejecutivo. Aunque a muchas empresas les cueste admitirlo –especialmente aquellas que vinculan aporte del empleado con una posterior demanda salarial– el manantial de ideas está en los empleados.
Los que por desconocimiento no lo entienden así se preocupan por retener a los pocos talentos que tienen, cuando en realidad hasta el cadete es un portador importante de talento al servicio de la tarea por la cual ha sido contratado. Al respecto, y como un ejemplo elocuente de la miopía que hoy padece la mayoría de las organizaciones que no ven ni valoran las oportunidades de la nueva economía, vale mencionar la actitud que muestra desde el inicio Howard Schultz –CEO de Starbucks– con sus empleados.
“Todo comienza con ellos: de la calidad del personal depende la marca”.
Cuando el gerente general cree que quienes lo rodean no entienden lo que se necesita o son incapaces de ver el panorama completo, estamos ante el caso del triste y lamentable ejecutivo que está usurpando el puesto. ¿Por qué?:
a. Porque no se ocupó de encuadrar la estrategia corporativa a nivel del personal.
Por ello asume que no le es útil. Entonces,… ¿para qué los tiene?
b. Porque está literalmente fuera de la realidad del contexto y los cambios socio-culturales que se vienen dando desde el inicio de la globalización. Esto explica el alto nivel de rotación de CEO’s que últimamente vienen realizando las empresas, por carecer de un líder consubstanciado con el desempeño que hoy se espera de él.
La situación anterior incluso lleva a cometer otro error: contratar a una consultora para que ayude a retomar el rumbo. Es muy probable que la consultora tenga bien en claro lo que se debe hacer y lleve a cabo un trabajo impecable. Pero luego éste no suele materializarse porque el director general asume que es algo muy “teórico” o “que no es para nosotros”. Entonces, la consultora que logró brindar un servicio de excelencia y cobrar por ello un honorario envidiable, termina haciendo el mejor negocio.
En cambio lo anterior puede obviarse cuando en la empresa hay convicción del rol que deben cumplir y asumir los empleados. En la medida que cuenten con personal potencialmente apto para sumar valor a las cosas que hacen a diario, se tornará viable la gestación de adecuados procesos de innovación y cambio, con el beneficio motivador y de buen clima laboral que ello produce.
¡Las empresas que innovan en el valor son las que hoy marcan la diferencia, gracias al personal. No retienen talentos, por la sencilla razón que éstos no tienen previsto irse porque están motivados y además ocupados en el desarrollo de Tu Marca Personal!
José Podestá