Como individuos o personas somos seres que podemos llegar,
por nuestras obras realizadas, a la estima y valoración de nuestros prójimos –y
eventualmente de la historia. Vemos que esto le vale tanto al encumbrado
científico, empresario, deportista o artista, como así también al denominado hombre común, es decir, a la legión de
individuos que por distintas circunstancias no han llegado a tener las
posibilidades o el reconocimiento, como en el caso de los líderes, de los
famosos, pero que gracias a su tenacidad, proyectos y esfuerzos, también han
podido trascender.
Todos
estamos “llamados a ser”
Más allá de la fuerza del destino o del karma que a
cada uno nos acompaña a lo largo de la vida, en nosotros anida de forma
manifiesta u oculta alguna habilidad o talento. Si bien es cierto que para
algunos les resulta más fácil descubrirlo y ponerlo en acción, a la inmensa
mayoría les cuesta darse cuenta de ello. Más aún, ni saben que pueden llegar a
destacarse en un oficio, hasta que un día –por obra del destino– descubren el camino de su realización y trascendencia
personal.
Es por ello que para aquellos que piensan transitar
en el desarrollo y el posicionamiento del Personal Branding, se les solicita,
entre las primeras tareas que deberán realizar con total honestidad, profundizar
en el autoconocimiento integral. Es decir, pensar y reflexionar en temas tales
como:
-¿Quién soy?
-¿Cuáles son mis valores, fortalezas y debilidades?
-¿Qué sentido tiene en mi vida lo que estoy
realizando o deseo encarar?
-¿Cuál es la vocación que realmente me apasiona?
A medida que se avanza en este proceso de
autoconocimiento, uno comienza a vivenciar cosas que hasta ese momento
desconocía de su propio ser. Esto nos dice que, más allá de lo que cada uno
aspira llegar a descubrir y realizar en las etapas de su vida, es muy importante
ir indagando en uno mismo el potencial, las carencias, las cosas que lo
disgusta o motiva, la imagen que refleja en los demás. Desde ya que no se trata
de hacerlo una sola vez en la vida –porque vamos cambiando paulatinamente,
mientras el contexto lo hace a mayor velocidad– sino todas las veces que cada
uno lo sienta necesario o eventualmente por septenios, es decir, cada siete
años.
No
se trata de un “deber” sino de una necesidad
existencial
Seguramente que a muchos de ustedes les llamará la
atención la velocidad del cambio que se viene dando en el tiempo y cómo luego
ello termina impactando en la sociedad, en el trabajo, en la profesión y, en
definitiva, en nuestra vida de relación.
Se trata, por cierto, de un fenómeno concreto y
actual. Pero lo que está en claro es que los patrones y paradigmas o modelos
sobre los que definimos nuestros proyectos o el plan de carrera, si no los
actualizamos es muy probable que terminen jugándonos una mala pasada por hacer
quedado “obsoletos”.
Si esto es lo que ocurre en nuestro mundo exterior,
algo también estará sucediendo en nuestro mundo interior. Si bien las
“urgencias” nos llevan a ser altamente dependientes de lo que ocurre fuera de
nosotros, es muy importante que no olvidemos que esa “realidad” –que generalmente
no suele ser tan real– terminará condicionando nuestro comportamiento,
disparando nuestras emociones e incluso potenciando nuestro estrés.
En la medida que no paremos la pelota, para poder nivelarnos física y anímicamente,
terminaremos por ser arrastrados o condicionados por los sucesos que impactan
en nuestros sentidos y el organismo. Entonces, no está mal recordarnos que el
ser humano –como artífice de los sucesos dados en el planeta Tierra– ha venido
a la vida para dejar un legado, cualquiera sea su magnitud o trascendencia. La
historia y la biografía de nuestros conocidos nos hablan también de ello.
¡El portador de Tu Marca Personal es un
hacedor potencial de obras y sucesos que van dando el sentido esperado por él
en la vida, para luego constituirse en un legado de valor y reconocimiento
entre sus prójimos!
José
Podestá