El ego es el opuesto más directo de la empatía. ¿Por
qué? Porque todo aquello que se fue
construyendo en pos de una sana armonía y felicidad, se “rompe” cuando alguna
de las partes “claudica” por distintos motivos ante su propio ego.
Si bien en las últimas décadas el ser humano vivió
frecuentemente en un estado de “latente” confrontación –incluso consigo mismo–
existe una profunda razón que no siempre la tenemos en cuenta. Ocurre que
nuestra inteligencia viene evolucionando en sentido negativo, concibiendo
preferentemente lo falso, el error, el engaño y a pensar el mal.
Ello no es nuevo ni propio del hoy. En tiempos de
los misterios griegos y egipcios, se “sabía” que la inteligencia humana se
encaminaba hacia el mal, y que cada vez sería más difícil reconocer el bien por
medio de la simple inteligencia. ¿Esto qué significa? Que la humanidad se
encuentra en una transición, porque cuando el hombre fuerza su inteligencia consigue
vislumbrar el bien. Pero en los hechos que vemos a diario, incluso en el ámbito
de las organizaciones, la inteligencia humana se viene inclinando cada vez más a
pensar el mal y a implantarlo en la moralidad, así como en el conocimiento,
engendrando el error.
Esta realidad, que la estamos percibiendo cada vez
con mayor frecuencia, nos señala que la inteligencia inspira en el hombre
actual tanto orgullo y arrogancia, con lo cual se va retroalimentando el
desarrollo unilateral de la inteligencia ante la ausencia-vacío del yo
espiritual, que también anida en nuestro interior. Entonces, la supremacía del ego encuentra el
terreno propicio para producir los conflictos “domésticos” al que nos
autoexponemos –muchas veces hasta como actores principales– de la mano de su principal
aliado: el egoísmo.
Si ustedes reflexionan sobre las múltiples
crueldades que se dan en el mundo de hoy, salpicando la evolución de nuestra
cultura –apenas comparables a la de los tiempos bárbaros– no dudarán en admitir
el proceso de la decadencia de la
inteligencia.
Con claridad ya se dejan ver dos cosas importantes:
- Hombres muy inteligentes con una manifiesta
propensión hacia el mal. Ello no está circunscripto a ningún nivel
socioeconómico, profesional o laboral específico. Tampoco etario, como es el
caso que está teniendo la expansión “global” del bullying en las escuelas; lo mismo ocurre con el mobbing, en las organizaciones.
- Muchas personas que reprimen inconscientemente el
aspecto negativo de la inteligencia, pero no luchando contra ella sino
dejándola “dormitar”. Lo vemos, por ejemplo, cuando la sociedad se muestra
pasiva e indiferente ante cualquier tipo de desmán en perjuicio de sus
prójimos; incluso lo escuchamos en expresiones tales como: mientras a mí no me pase, no es
mi caso, etc.
Darme
cuenta
Más allá de estar también uno involucrado en alguno
de los dos procesos mencionados, es a partir de esta toma de consciencia en que
podremos cambiar y mejorar.
Si lo llevamos al terreno práctico, pensando incluso
en el Personal Branding, vamos a poder llegar a percibir que en cualquier
organización civil, política, sindical o laboral, existe un “caldo de cultivo”
para que broten los egos. Sin irnos tan lejos, en la formación del grupo al que
aspiramos a integrar, deberemos llegar a transitar por varias etapas:
- La inicial, en donde impera el respeto y por lo
general todo está bien visto.
- La turbulenta, cuando emergen los líderes –el
formal y los informales– con sus respectivos “egos” puestos en acción.
- La normativa, en la que se fijan las reglas
básicas que van a conformar la cultura de la organización.
- La puesta en acción, en donde cada uno sacará a
relucir sus capacidades y habilidades en pos del resultado y compromiso
asumidos.
Así como una excelente estrategia puede sucumbir
debido a una mala ejecución, también puede perderse cuando los egos, las
envidias y otros componentes “tóxicos” personales entran en acción.
Contrariamente a lo que se piensa, el problema no está en el conflicto, sino en
cómo cada uno gestiona sus emociones. Si bien el debate puede generar un
avance, en el instante en que los egos toman partido, lo que de allí prospera
es imposición y luego la presencia de los perdedores.
Lo que se debería evitar es la pérdida del
equilibrio relacional, y desde la dirección de la organización crear las condiciones
generales para evitarse la acumulación de poder. Caso contrario reinará el desconcierto,
porque nadie sabe hacia dónde dirigirse para hacer una propuesta interesante.
El resultado de ello seguro que ustedes se lo imaginan: mayor estrés, baja
productividad, magros resultados y eventuales personas que terminarán siendo
despedidas.
Entonces, si el líder aspira a prosperar
necesariamente deberá apostar mucho más al debate, al consenso, al logro de
acuerdos y a evitar la división. Por eso es parte formal del grupo, en donde
sus integrantes ya tienen bastante con llevar adelante sus respectivos
proyectos, que el tener que además soportar presiones “malsanas” de gente que,
por su egoísmo y ridícula aspiración de poder, dejan de ser empáticos y
honestos consigo mismo.
¡El portador de Tu Marca Personal necesita
priorizar su inteligencia emocional y la empatía social, para evitar caer en el
error, el orgullo y la arrogancia, pues con ellos jamás podrá llevar a buen
puerto su misión y vocación de vida!
José
Podestá