Suele ocurrir y con una mayor frecuencia a lo
imaginado, que un suceso imprevisto obligue a uno tener que dejar de lado el
proyecto de desarrollo laboral y profesional, por un tiempo determinado. Los
motivos pueden ser múltiples –enfermedad, despido laboral, traslado a otro
país,...– motivo por el cual los dejo librados al pensar de cada uno de
ustedes.
Estas señales,
que pueden repetirse en más de una oportunidad, son más propias del destino personal de cada uno. De allí
que encierran un misterio y un mensaje que, por lo general, ni se nos
ocurre considerar ni mucho menos aceptar. En cambio los asociamos, habitualmente,
con los sucesos de “mala suerte”.
Más de uno termina así desmotivándose y hasta
deprimiéndose por lo sucedido. Otros, en cambio, lo “viven” como una oportunidad, ya sea para ajustar todo
aquello que consideran es lo mejor que deberían hacer, o bien como un “desafío”
que la vida les presenta para “probarse” en sus convicciones y vocación.
Nada
está perdido
El tener que afrontar cualquier tipo de
circunstancias no significa necesariamente llegar a perder la cosecha interior,
por más doloroso que sea lo que nos está sucediendo en el mundo exterior.
Tampoco supone el “bajar los brazos”, aunque sepamos de casos que así lo
hicieron, y que más tarde terminaron lamentándose por ello.
La vida, mal que nos pese, es una “carrera de
obstáculos” y es parte de los desafíos
que fueron “puestos” para “ayudarnos” en nuestro desarrollo como individuos. De
ello tampoco están a salvo los que se interesan por el Personal Branding, por
ser éste funcional a los resultados de las cosas que hacemos y cómo las
hacemos.
Entonces, el volver
a comenzar forma parte del desarrollo personal. Podrá ser un antes o un
después del plan que se está llevando a cabo, no necesariamente para ser
vivenciado como un “castigo de los dioses”, sino como un signo oportuno de
mejora y superación.
Así como un inventor vive probándose a sí mismo,
avanzando tenazmente hasta alcanzar su objetivo –quizás se trate de un buen
ejemplo de “re-iniciador serial”– cada uno de nosotros no debería abandonar
“su” proyecto, sobre todo cuando el mismo es funcional a la vocación y misión en la vida.
En consecuencia, nada estará perdido en la medida
que uno decida ser consecuente con aquello que siente que vale la pena hacer.
Seguir
adelante
Si todo lo tuviéramos bajo control y el riesgo
reducido a su mínima expresión, seguramente que no estaríamos lo
suficientemente motivados para llevar a cabo las cosas. Por más desagradable
que nos resulte el tener que “competir” –por lo que ello implica en sí mismo– bien vale el esfuerzo, la sagacidad y el amor
propio que en tales circunstancias ponemos en acción, para “emular” a todos
aquellos que aspiran a neutralizarnos en el logro de nuestros objetivos.
Sin embargo, debemos estar preparados al imprevisto
en cuestión y preguntarnos acerca del por
qué y el para qué del mismo. Así
como actuamos proactivamente toda vez que retiramos las piedras que nos impiden
avanzar en nuestro camino, no debemos olvidar que existen fuerzas o impulsos
externos que no siempre vamos a poder evitar.
Estos imprevistos no tienen en sí mismo la
“intencionalidad” del perjuicio, sino que están obrando de acuerdo a las leyes
universales y a la época en que nos toca vivir. Si bien la historia reúne los
ejemplos más dramáticos que nos podamos imaginar, el ser humano viene
demostrando su “don” para emerger de todo ello y volver a comenzar.
La enseñanza que nos legó al respecto el psiquiatra
austríaco Viktor Frankl, es bien contundente. Entre los años 1942 y 1945 supo
“sobrevivir” a varios campos de concentración durante la 2ª Guerra Mundial. Y
como “vivenció” que siempre es posible volver
a comenzar, plasmó y nos ofrendó “su” legado en la obra El Hombre en Busca
de Sentido; allí descubriremos que siempre hay razones muy válidas para retomar
el camino del que, “inexplicablemente”, hemos sido apartados de un modo
imprevisto y doloroso.
¡El portador de Tu Marca Personal no se
abandona frente a los imprevistos y las eventuales “amenazas” que puedan salir
a su encuentro en la vida, porque gracias a la “misión” sabe que sus obras
tienen un sentido y una razón de ser!
José
Podestá