La innovación, la tecnología, la realidad
económico-social y el cambio generacional van modificando en conjunto el
vínculo y la dependencia laboral, aunque no se tenga plena consciencia de ello.
Lo que en el ayer se consideraba como un “deber ser”
–estar a disposición de una organización en relación estable y con dedicación
exclusiva– hoy dejó de ser necesariamente así. Si por la naturaleza del
trabajo, proyecto o negocio se justifica que la persona se desempeñe en
relación de dependencia, será formalmente contratado “in-house”. Caso contrario,
se lo estará convocando para que “desde afuera” provea el servicio de su
especialidad de un modo frecuente o esporádico.
Casi
lo mismo
Seguramente que hay individuos que prefieren
sentirse contenidos y plenamente dedicados a una organización, no sólo por
seguridad económica, sino también porque les importa de esa forma llevar a cabo
su proyecto laboral y profesional. Pero también se da el caso de aquellos que
privilegian disponer de un mayor grado de libertad que les permita poder diversificar
el “riesgo” de la dependencia, a través de una “cartera” de clientes –organizaciones
de todo tipo y tamaño– sin por ello excluir tampoco algún emprendimiento
personal.
Ambos enfoques coinciden en la realización de una
tarea concreta, afín al puesto de trabajo o al servicio de su especialidad.
Esto no significaba que en el ayer no existieran personas que aspirasen a lo
mismo. Pero había un impedimento cultural que no lo tornaba viable, porque el
empleado tenía que “deberse” a la organización en cuestión; incluso sin poder
hacer ninguna otra actividad profesional o “marginal”, porque de ser
descubierto podía llegar a ser despedido.
De todos modos, ambos enfoques priorizan hoy el
tener que llevar a cabo o brindar el trabajo en cuestión con total solvencia y
compromiso. Incluso es muy factible que el empleado estable decida en algún
momento pasar a ser un proveedor freelance
de la organización, y viceversa. En estos casos, al cambiar el tipo de vínculo-contratación,
el ex-empleado no deberá omitir tomar todos los recaudos legales en materia de
prestación de servicios, aportes impositivos y de seguridad social.
Lo que seguramente el sistema no podrá sostener en
el tiempo es el modelo de la relación estable o de dependencia para “todos” sus
empleados, por los motivos ya mencionados anteriormente. Pero ello no tiene un
efecto tan dramático para las nuevas generaciones, porque justamente éstas son
más proclives a evitar el “anclaje” en una determinada organización. Además, el
atractivo de la globalización, sumado a la mayor facilidad de poder viajar y
“probar” desarrollarse en otros contextos, hace que exista una motivación muy
distinta en materia de prestación laboral y profesional.
Plan
excluyente
El poder ser el realizador-constructor del propio
destino, más allá de lo motivante y atractivo, no excluye el deber contar con
un plan personal de desarrollo laboral y profesional. ¿Por qué? Porque con ello
se podrá acotar o minimizar el riesgo y la incertidumbre, y tener más en claro
cuáles son los pasos conducentes hacia el logro de los objetivos temporales
propuestos.
Lo importante, más allá de estar en el rol de freelance o en relación de dependencia,
es no dejar nunca en manos de “terceros” lo que cada uno tiene previsto
realizar, de acuerdo a su misión y vocación elegida. Ello supone estar
“alertas” cuando se escucha decir, dentro de la organización u otro ámbito, que
“nosotros nos ocuparemos de tu futuro”. Nadie puede arrebatarnos ese derecho,
porque el mismo es inherente a la naturaleza y el destino humano.
Personal
Branding vigente
Si bien todos tenemos una identidad que nos
singulariza desde que “arribamos” al planeta Tierra –nuestro nombre y apellido–
también es cierto que a través de nuestro desempeño vamos generando una imagen
que será percibida por los demás. El problema-desafío luego radica en el nivel
de “calidad” que esa imagen termina produciendo en nuestro ámbito de relación:
familia, trabajo o sociedad.
De allí que en los últimos años se esté dando una
mayor importancia e interés al desarrollo y el posicionamiento del Personal
Branding. Más allá del refrán que dice “es importante no sólo ser, sino también
parecer”, aquí tampoco uno puede dejar en manos de terceros –el público en
general– que piensen o se imaginen cosas que para nada son útiles para el
desarrollo profesional.
A medida que uno se va aproximando a las metas del
proyecto laboral –sea en el rol estable
o de freelance– podrá in
capitalizando los resultados de la “huella” o de la “estela” del propio
accionar en la mente de los “otros”. Aquí podrá ocurrir que una gran mayoría no
esté pendiente ni “preocupada” por ello –porque sabe que lo realizado tiene en
cuenta a sus prójimos. Pero también habrá personas que por no tener en claro
que el Personal Branding es el resultado del obrar responsable en el tiempo,
terminen siendo “victimas emocionales” de lo que los “otros” piensan o dicen
por la forma superficial de cómo están llevando adelante su trabajo o
profesión.
Desde ya que el Personal Branding no corrige este
tipo de desviaciones, sino que se encarga de mostrarlas tal cual son.
¡El portador de Tu Marca Personal se
concentra y hasta se “desvive” por hacer las cosas acordes con su misión,
porque sabe que de esta manera podrá llegar y servir mejor a sus prójimos!
José
Podestá