Cuando se alude al término vocación, uno tiende a asociarla directamente con la profesión que
se piensa estudiar o llevar a cabo –en el caso de los que deciden prepararse
para una actividad futura– o aquellas que ya vienen ejerciendo las personas en
la actualidad.
Sin embargo, hay una instancia preliminar a la que
uno debería remitirse, pero que por desconocimiento mayoritario no se hace.
Ello tiene que ver con la vocación humana,
es decir, aquella que anida en nuestro ser y que se encuentra a la espera de
ser “descubierta” por uno mismo. Por lo general, ésta no suele coincidir
siempre con la vocación en ejercicio;
prueba de ello es la gran cantidad de personas que dicen no estar conformes con
la elegida, ni mucho menos con lo que hacen.
Misión y algo más
Los que se interesan en el Personal Branding se
encuentran, de entrada, con la necesidad de tener que ponerse a pensar, meditar
y reflexionar básicamente acerca de:
- Cuál es mi misión
en la vida.
- Para qué he venido a la Tierra.
- Cuál es el sentido de estar haciendo lo que hago,
y si ello realmente es conducente para mí proyecto de desarrollo personal,
profesional y social.
Estas preguntas básicas tienen como objetivo, no
predisponer al mal humor de las personas, sino de llegar a ser verdaderos
“disparadores” útiles y un punto de partida para la “escucha” de la voz
interior.
Esto para nada es un atributo exclusivo o una “barrera
de entrada” establecida para poder incursionar en el Personal Branding. Si nos
remontamos a la historia, nos encontramos que Sócrates –filósofo griego que
viviera entre los años 470 y 399 a.C.– solía decir y repetir: “Conócete a ti
mismo”. ¿Ello qué significa? Concretamente, “cuidarte” de ti mismo. ¿Cómo?
Trabajando tu identidad. ¿Para qué? Para ser más uno mismo en la profundidad de
tu ser interior.
De esta forma llegaremos a poder vislumbrar y
encontrar las respuestas pertinentes a nuestra misión y el sentido que deberíamos imprimir a nuestra existencia. Entonces,
uno comienza a darse cuenta que las “señales” para elegir la vocación no están afuera, sino dentro de
cada uno de nosotros. Por el contrario, si vemos en perspectiva lo que viene
sucediendo en el curso de la historia, nos llevaríamos una gran sorpresa,
básicamente porque:
a. La sabiduría la fue perdiendo la humanidad con el
advenimiento del conocimiento.
b. El conocimiento se ha ido “licuando” por la sobreoferta
y la “volatilidad” de la información.
c. La vida profunda “anclada” en nuestra
interioridad, la hemos venido perdiendo por el impacto de lo meramente
cotidiano. Además, la vida se está desarrollando de un modo fragmentario, en
lugar de integral; nos cuesta concentrarnos por la dispersión de nuestros
actos.
Por supuesto que no “debemos” estar ajenos ni
tampoco aislarnos de los sucesos del mundo exterior. Si bien habitamos en él,
también está en cada uno de nosotros sumar lo mejor de sí para dejar una
“huella” para beneficio de nuestros prójimos.
Cómo
“trabajar” la búsqueda de la vocación
Lo mencionado hasta ahora ya nos pone en alerta en
el sentido que nadie nos puede decir qué vocación
debemos elegir; seguramente que ustedes saben de personas e instituciones que lamentablemente
pretenden “imponerlo”, por propio
“interés”.
Por tratarse la vocación
de un llamado a conocerse a sí mismo, es necesario y conveniente seguir algunos
pasos, como ser:
1.
Aceptar mi ignorancia. Ello me abre actitudinalmente para
poder escuchar la voz interior.
2.
Predisponerme al silencio. Si bien el silencio está hoy muy
devastado, no se trata en absoluto de hacer un silencio pasivo, sino
verdaderamente profundo y “activo”, en el sentido que me permita “ver”,
“escuchar” y “leer” desde otro lugar. ¿Cómo? Dialogando con aquellos textos y
biografías que te puedan llegar a inspirar y también con las personas, a partir
de tu corazón, no con la “razón”. El diálogo
de corazón te brinda la posibilidad de poder interactuar con el otro, para
“escucharte” mejor, en un silencio compartido.
3. Ser
humilde. No se trata de imponerte frente a los demás, sino de balancear las
cosas aunque no estés de acuerdo con el punto de vista ajeno. Tengamos en
cuenta que no nos corresponde “cambiar” a la gente a nuestro arbitrio, pero sí
cambiar uno mismo. Al respecto, Gandhi solía decir: “Se tu mismo el cambio que quieres para el mundo”.
De esta forma
la vocación te permitirá desarrollar
tus potencialidades, dando lo mejor de ti para beneficio del oficio o profesión
que hace al sentido de tu vida. Si bien esta búsqueda interior hará aflorar
también tus “sombras”, produciendo tal vez un cierto grado de “tensión”, ello
no es un impedimento porque gracias a tu silencio interior, podrás llegar a
aceptar también las “luces” que estarán siempre por delante de tus sombras.
¡El portador de Tu Marca Personal es el que
ha logrado conexión entre los dos “dobles” que anidan en su interior: el
“timonel” que está a cargo de la navegación y el quehacer en su vida, y el
“capitán” que sabe hacia dónde debe ir para el cumplimiento de su misión!
José
Podestá