Tanto en los medios de comunicación como en los
eventos relacionados con el área de personal, uno suele escuchar por parte de
las organizaciones que “no hay suficiente talento” en el mercado. Sin embargo
no es tan así. En realidad, lo que viene ocurriendo es que las nuevas
generaciones tienen sus reparos, porque perciben que muchas compañías cuentan
con un historial al que no desean adherir ni compartir.
El
Personal Branding como un activo
La realidad mencionada se viene manifestando desde
hace varios años, de parte de muchos empleados que no tienen ningún “temor” en
manifestar, a través de las redes sociales, las políticas y conductas que
llevan a cabo algunas compañías.
En la medida que una empresa no sea un buen lugar para
trabajar, difícilmente podrá sumar a las personas con talento. ¿Por qué? Porque
la falta de transparencia y reputación en las organizaciones no se
suple necesariamente con una “atractiva remuneración”, tal como suponen muchos
“empresarios”.
Siendo la organización una comunidad de personas que
en forma mancomunada se unen y participan en pos de un proyecto, a cada una de
éstas les importa lo qué hacen y cómo lo hacen, porque, en definitiva luego
terminarán impactando en sus respectivos Personal Branding.
De allí que ante la crisis de confianza sin
precedente hoy en el mundo, sumada a la posverdad
o mentira emotiva reinante, la
información haya perdido su peso relativo. No sorprende, entonces, que desde su
fundación en 1998, Google logre que más de la mitad de sus nuevos empleados
ingresen como “referidos” de personas que ya trabajan en la empresa; en algunos
años llegó a superar el setenta por ciento, a pesar del avance de la
inteligencia artificial.
Es por ello que la reputación, a pesar del avance de la tecnología, pasó a ser mucho
más importante que la información, incluso en las redes sociales. En LindedIn,
por ejemplo, todos comparten sus impresiones sobre las diferentes culturas de
trabajo, y al momento que un postulante toma la decisión, la reputación, más que la información, es
la que determina su elección.
Entonces, para aquellos que les importa desarrollar
y posicionar el Personal Branding como un activo deberían tener en cuenta,
entre otras cosas, lo siguiente:
- La transparencia
cultivada en “tu” proyecto laboral y profesional es un factor clave. De allí
que se le preste cada vez más atención a la reputación
de la organización, en relación a lo que uno aspira trabajar o en los servicios
a brindar.
- El desempeño profesional hace al cincuenta por
ciento restantes. En la medida que la persona no sea eficaz y eficiente en lo
suyo, percibirá también una merma “real” de la reputación entre sus pares o ante la comunidad profesional.
- El proyecto laboral y profesional tiene también un
trasfondo social. No es un fin en sí mismo para el simple logro de una mejora
económica o de poder, ni tampoco se agota en ello.
- El Personal Branding tampoco es un fin, sino el
resultado del reconocimiento que los “otros” –tus prójimos– te brindan a raíz
de tu aporte y contribución. También es “atemporal”, como es el caso de todos aquellos
que son recordados a través de la historia. Tampoco se constituye
necesariamente es un activo “exclusivo” de los que han realizado grandes hazañas
en la vida; también vale para la inmensa mayoría de individuos que brindan
pequeñas contribuciones a través de su oficio o servicio.
- De lo que se trata es de ser una persona honesta,
veraz, humilde y capaz de generar “confianza” en los demás.
¡El portador de Tu Marca Personal no se ocupa
por anteponer la reputación y la
transparencia en su obrar, porque éstas directamente afloran y fluyen desde la
actitud, el compromiso y la responsabilidad que caracterizan el hacer que
brinda a sus pares y a la comunidad!
José
Podestá