Somos individuos, nos asiste el misterio –muchos
dicen no saber quiénes son– poseemos un reloj biológico, pensamos distinto
–gracias a Dios–, nos movemos a nuestro ritmo. Entonces, ¿por qué hay seres que
se creen superiores –por ejemplo, algunos políticos, directivos o jefes– que
pretenden, como dice el refrán, de “ponernos a todos en la misma bolsa”?
Inseguros
e ignorantes
Seguramente que la mayoría de ustedes tiene bien en
claro el concepto de “inseguro”, pero no siempre el de “ignorante”, porque de
por sí es un término bastante amplio. Con este calificativo no me estoy
refiriendo al analfabeto ni tampoco al que no sabe nada, sino a aquella persona
que detenta un poder –por ejemplo, tiene gente a su cargo– pero no sabe cómo
tratar al ser humano, a pesar de que él también lo es. Entonces, “considera”
que “su” gente es como un “rebaño” y por ello pasible de exigirles resultados
similares, en tiempo y forma. Ni se le ocurre “pensar”, que ante un mismo
problema o desafío, no todos actuamos ni respondemos de la misma manera
–nuevamente, gracias a Dios–, porque si así fuera no estaríamos frente a un
“rebaño humano”, sino más bien ante un “escuadrón de robots”.
Nuestra sorpresa ante tal proceder llega a
deslumbrarnos cuando descubrimos que la persona que procede de tal manera
cuenta, además, con un título o un doctorado universitario. Pero luego nos
tranquilizamos al recordar que así como “el
hábito no hace al monje”, tampoco es “certificado de garantía” que una
persona tenga títulos universitarios, cuando en la práctica carece del
elemental “sentido común” en aquello que dice y, además pretende, que luego los
otros respeten y cumplan con sus directivas. ¡Y pensar que algunas
organizaciones hasta les pagan un sueldo por ello!
No
todos rendimos por igual
En época de Henry Ford y de la producción en cadena,
comenzó a “tipificarse” los distintos procesos y a determinar el tiempo
promedio en que un operario debía llevar a cabo su tarea, en el puesto de
trabajo asignado. Al respecto, el actor y director de cine Charles Chaplin
llegó a desmitificar tal disparate en su película “Tiempos Modernos”. Ustedes
quizás querrán saber por qué lo recuerdo hoy en día. Por la sencilla razón que
el ser humano no es pasible de “imponerle” un tiempo cronometrado para la
realización de “su” trabajo, por la sencilla razón de que contamos para ello
con nuestro propio ritmo físico y anímico.
Sin embargo, también hubo más tarde una corriente de
“intelectuales” psicólogos que sugirieron a la organización crear un clima de
inseguridad, porque estaba “demostrado” que ante un ambiente de tales características,
el personal se concentraría en hacer “su” trabajo en el tiempo estipulado; caso
contrario, sabía que podría llegar a perder el empleo. Tenemos aquí otro buen
ejemplo del término “ignorante”, al que me había referido al principio; de allí
el subrayado que hice de la palabra “intelectuales”.
Entonces, como no todos rendimos por igual y porque
también existen organizaciones orientadas hacia el personal, éstas logran de su
gente los mejores resultados, en tiempo y forma. Han migrado del trabajo por “horario”
al trabajo por “objetivos”, porque dentro del mismo subyacen los resultados.
Así, los equipos interdisciplinarios y étnicamente heterogéneos de estas
organizaciones se amalgaman y disfrutan de lo que hacen, porque en definitiva,
son los que a su “ritmo” están llevando adelante sus propios proyectos.
Personal
Branding y ritmo
Lo mencionado vale también para el emprendedor y el
profesional independiente. ¿Por qué? Porque de nada vale establecerse un
estándar de realización para que luego, por nuestra constitución o limitación
física y anímica, no vamos a poder concretar. O lo que es peor, si uno se lo
termina “auto-imponiendo” –para no perder tiempo– en el corto plazo lo estará
“pagando” con su salud.
Así como en cada etapa de la vida vamos haciendo las
cosas en función de nuestros objetivos y proyectos, lo mismo vale para el
tiempo y el ritmo que hemos de
asignarles y que, en definitiva, será el óptimo que nuestra biología nos
permita hacer. De allí que el desarrollo y posicionamiento del Personal
Branding está lejos de ser una “carrera de postas”, sino más bien la sumatoria
de aquellos sucesos que nos permiten ir proyectándonos en imagen y reputación,
en la medida que nuestro ritmo personal
nos asista.
¡El portador de Tu Marca Personal respeta su
ritmo porque sabe que se trata de un proceso de obrar sucesivos, que para nada demanda
sacrificar ni perjudicar el sentido de su misión!
José
Podestá