Más que una imposición, el trabajo es una natural
necesidad de realización del ser humano. Así como en tiempos de la caverna el
hombre debía salir de “su” cueva para poder alimentarse, hoy parte de “su”
hogar para ganarse los ingresos necesarios para subsistir e incluso mantener a
su entorno familiar.
Quizás sin darnos cuenta, desde que nos levantamos
estamos trabajando para los demás, ya
sea cómo:
- Empleado, en la oficina.
- Profesional, para los clientes o pacientes, según
la especialidad.
Pero también están aquellos que, decididamente, trabajan
para sus prójimos. Tal el caso del trabajador o asistente social, los que están
al frente de alguna ONG o bien se desempeñan dentro del área
pública-gubernamental, brindando soluciones para los excluidos y para los
millones de seres humanos establecidos en la base de la pirámide social.
En
función de
Como individuos que somos nos cuesta pensar o
aceptar que el trabajo o el emprendimiento que uno lleva a cabo, por más que
responda a un específico móvil personal, es y está en función de nuestros prójimos.
Trabajar para los demás puede ser una elección
consciente, y en algunas vocaciones esto es evidente. Sin embargo, todos trabajamos para los demás en nuestra
vida vocacional. Es algo que no podemos evitar, ya sea por la división del
trabajo en nuestra sociedad o por las convicciones personales de cada uno.
Cuando los sociólogos y psicólogos nos recuerdan que
el hombre es un ser social, no se limitan exclusivamente al ámbito de las
relaciones que debemos cultivar en pos de nuestro crecimiento personal, sino
también al “sentido” que debemos imprimirle al trabajo.
Seguramente que algunos de ustedes pensará, con
razón, que esto no es tan así. Más aún, es cierto que hay personas que trabajan
para sí o directamente “ni” trabajan porque decidieron, por ejemplo, sacar un
importante rédito a sus finanzas personales, logrando así vivir de renta y
aspirando a tener cada vez más dinero hasta llegar a ser “millonarios”.
Efectivamente, también existen individuos que, por ciertas limitaciones o
circunstancias, tienen un exacerbado perfil materialista, como también hay
otros que independientemente de ser millonarios, no dejan de donar importantes
sumas de dinero para la investigación y la asistencia social.
Entonces, salvo determinadas “patologías” cargadas
de un egoísmo extremo, lo cierto es que la inmensa mayoría hace lo que hace en
función de un objetivo social, aunque no se dé cuenta de ello. ¡Enhorabuena!
Toma
de consciencia
Es bueno conocer que nuestra individualidad está
atrapada en paradojas relacionadas con nuestras aptitudes y educación. Y esto
muchas veces nos impide alcanzar los logros exteriores.
De allí que es muy “saludable” que aprendamos a
vivir en dos niveles de consciencia. Una dirigida a la vida diaria y otra al
despertar de nuestra segunda individualidad, la que anida en el interior de
nuestro ser. Si bien ésta es una “carencia” en los tiempos actuales –debido a
la presión que las circunstancias nos imponen para mostrar “resultados ya”– no podemos
“ni” debemos como personas claudicar en la “escucha” y el conocimiento de
nuestro ser interior. ¿Por qué´? Porque justamente es el que nos permitirá “darnos
cuenta” del sentido que tiene nuestro trabajo-profesión para los demás,
evitando también que nuestro proyecto personal pueda apartarse de la misión y vocación respectivas.
Personal
Branding social
Quienes se interesan por su Personal Branding lo
hacen, por lo general, motivados por un “rédito individual”. En ello han
influido todos aquellos especialistas en el tema que vienen sosteniendo, quizás
por desconocimiento, que se trata de un recurso-herramienta equiparable al
marketing. Pero lo cierto es que, en realidad, sus móviles son muy distintos.
Uno tiene que ver con el ser humano en
función de y el otro con los objetos, las cosas y las mercaderías.
Sabiendo a partir de ahora que nuestro trabajo
vincula con lo social y que estamos por ello trabajando para los demás, el
Personal Branding que sepamos construir, posicionar y desarrollar, tendrá un
valor agregado directamente proporcional al “efecto social” que produzca en los
prójimos. De allí que poco y nada de ello tendrá sentido cuando se lo pretenda
“potenciar” a través de las redes sociales, porque no se trata de la
“visibilidad” ni tampoco de la “calidad” del impulso personal que uno le pretenda
asignar, sino del sentido social que ello “realmente” tenga para los demás.
¡El portador de Tu Marca Personal no se
descuida en “conversar” con su ser interior, porque sabe que gracias a él podrá
evitar errar el camino que lo conduzca a brindar y capitalizar sus logros
exteriores!
José
Podestá