No Somos Máquina

27 mayo 2018 ·


Seguramente que muchos no están predispuestos en aceptar o admitir que el ser humano es una máquina. Sin embargo hay personas que no sólo lo afirman, sino que también lo “ejercitan” en su actividad o profesión. Para ello basta con dos ejemplos:

- En el ámbito de las organizaciones, el área de personal tiende a reducir al ser humano a la categoría de “recurso humano”, tal como si fuera una “cosa”, una “materia prima” pasible de extraerle todas sus potencialidades o parte de un “engranaje” afín y homogéneo al equipo de pertenencia.

- En el ámbito de la medicina y la psicología, es un ser que posee una “bomba” –el corazón– una fábrica de azúcar –el hígado– un “centro de informaciones” –el cerebro. Aquí todo se reduce a la materia, es decir, a lo físico-orgánico que se visualiza, ignorándose el atributo anímico-espiritual que nos individualiza, por el hecho de tratarse de algo meramente intangible y de “dudosa” comprobación, porque no resiste la “prueba” de la ciencia natural o materialista. De allí que el psicólogo no reconozca el alma humana, sino la “psique” asociada al cerebro, que es un órgano material.

Sin embargo, el ser humano también alimenta la percepción del hombre-máquina. Lo vemos en aquellos individuos hiperactivos que consideran el dormir y el ocio como una “pérdida de tiempo”, porque lo importante es hacer y hacer. En esta “patología” están incluidos los denominados “workalcoholic”, es decir los adictos al trabajo, a pesar de que en la práctica no exista nada que los obligue a ello. De allí lo patológico de tal actitud.

¿Por qué aún subsiste?

Más allá de las señales concretas del cambio acelerado y permanente al que estamos expuestos a diario, no todas las personas e instituciones son plenamente conscientes de ello. ¿Por qué? Porque no hemos sido preparados para los cambios, ni tomamos la iniciativa de prepararnos para ello. Entonces, no nos llama mucho la atención que un médico crea que la mejor manera de “curar” al paciente es “medicándolo”, a fin de que su “cuerpo-motor” funcione a la perfección.

Además, las señales del entorno en el cual vivimos, trabajamos e interactuamos nos van desgastando, por el hecho de que no todo es estable, ni cada cosa permanece en su lugar como  antes. Y como todo viene de la mano del cambio, lo primero que debemos admitir e incorporar en los tiempos que corren es:

- Que lo único fijo es el cambio constante.

- Si no lo vivenciamos, nuestra “máquina” quedará obsoleta y pasible de recambio, porque los que “saben” considerarán que ya no calificamos como “recurso humano”.

¿Dónde está la “máquina”?

Ya he manifestado en otra oportunidad que toda organización o emprendimiento es un conjunto de personas. El resto son oficinas, “máquinas”, sistemas, procesos que caducan y se desactualizan constantemente. En el momento en que se tome consciencia de ello y se lo acepte como “verdad”, cambiará por completo la forma de abordar los problemas, pues ya no estamos ante un organismo frío, apático, distante de la realidad y de las personas.

Si los directivos de la organización estuvieran más atentos, no se llegaría a la situación patológica ya mencionada, y se erradicarían los conceptos de “recursos humanos” y de “capital humano”, por ser tóxicos y denigrantes para la condición humana.

Entonces, al no calificar la persona como una “maquina” y por estar interactuando en la estructura informal de la organización, ésta debería de “ocuparse” por plasmar y hacer realidad un clima y ambiente de trabajo óptimos.

El área de las personas, por su parte, al haber eliminado el “cepo de recursos humanos”, en lugar de la gestión de talentos se podrá concentrar en la gestión de las expectativas, los miedos, las decepciones, las simpatías y antipatías, la armonía y los conflictos, el estilo de liderazgo, el prestigio de pertenencia, la comunicación,… Quizás y sin darse cuenta de ello –porque la “ciencia” no lo admite– el área de las personas terminaría ocupándose del “alma de la organización”, por la importancia y trascendencia que ello tiene para su permanencia en el tiempo.

En la medida que la organización por un lado, y el profesional independiente por el otro, consideren que sus colaboradores son personas que están predispuestas en hacer realidad su misión, estarán logrando mejores resultados y una destacada reputación en la comunidad. Esto es perfectamente viable a partir del momento en que:

- Se erradique el concepto del “hombre-máquina”.

- Se potencie el espíritu transformador y creativo que anida en el ser humano.

 ¡El portador de Tu Marca Personal no sólo es un impulsor del cambio, sino también un ser predispuesto en generar soluciones con foco en los resultados, y en todo aquello que le permita transformar y mejorar su obrar en pos de las necesidades de sus prójimos!
José Podestá

Transparencia y Reputación

20 mayo 2018 ·


Tanto en los medios de comunicación como en los eventos relacionados con el área de personal, uno suele escuchar por parte de las organizaciones que “no hay suficiente talento” en el mercado. Sin embargo no es tan así. En realidad, lo que viene ocurriendo es que las nuevas generaciones tienen sus reparos, porque perciben que muchas compañías cuentan con un historial al que no desean adherir ni compartir.

El Personal Branding como un activo

La realidad mencionada se viene manifestando desde hace varios años, de parte de muchos empleados que no tienen ningún “temor” en manifestar, a través de las redes sociales, las políticas y conductas que llevan a cabo algunas compañías.

En la medida que una empresa no sea un buen lugar para trabajar, difícilmente podrá sumar a las personas con talento. ¿Por qué? Porque la falta de transparencia y reputación en las organizaciones no se suple necesariamente con una “atractiva remuneración”, tal como suponen muchos “empresarios”.

Siendo la organización una comunidad de personas que en forma mancomunada se unen y participan en pos de un proyecto, a cada una de éstas les importa lo qué hacen y cómo lo hacen, porque, en definitiva luego terminarán impactando en sus respectivos Personal Branding.

De allí que ante la crisis de confianza sin precedente hoy en el mundo, sumada a la posverdad o mentira emotiva reinante, la información haya perdido su peso relativo. No sorprende, entonces, que desde su fundación en 1998, Google logre que más de la mitad de sus nuevos empleados ingresen como “referidos” de personas que ya trabajan en la empresa; en algunos años llegó a superar el setenta por ciento, a pesar del avance de la inteligencia artificial.

Es por ello que la reputación, a pesar del avance de la tecnología, pasó a ser mucho más importante que la información, incluso en las redes sociales. En LindedIn, por ejemplo, todos comparten sus impresiones sobre las diferentes culturas de trabajo, y al momento que un postulante toma la decisión, la reputación, más que la información, es la que determina su elección.

Entonces, para aquellos que les importa desarrollar y posicionar el Personal Branding como un activo deberían tener en cuenta, entre otras cosas, lo siguiente:

- La transparencia cultivada en “tu” proyecto laboral y profesional es un factor clave. De allí que se le preste cada vez más atención a la reputación de la organización, en relación a lo que uno aspira trabajar o en los servicios a brindar.

- El desempeño profesional hace al cincuenta por ciento restantes. En la medida que la persona no sea eficaz y eficiente en lo suyo, percibirá también una merma “real” de la reputación entre sus pares o ante la comunidad profesional.

- El proyecto laboral y profesional tiene también un trasfondo social. No es un fin en sí mismo para el simple logro de una mejora económica o de poder, ni tampoco se agota en ello.

- El Personal Branding tampoco es un fin, sino el resultado del reconocimiento que los “otros” –tus prójimos– te brindan a raíz de tu aporte y contribución. También es “atemporal”, como es el caso de todos aquellos que son recordados a través de la historia. Tampoco se constituye necesariamente es un activo “exclusivo” de los que han realizado grandes hazañas en la vida; también vale para la inmensa mayoría de individuos que brindan pequeñas contribuciones a través de su oficio o servicio.

- De lo que se trata es de ser una persona honesta, veraz, humilde y capaz de generar “confianza” en los demás.

¡El portador de Tu Marca Personal no se ocupa por anteponer la reputación  y la transparencia en su obrar, porque éstas directamente afloran y fluyen desde la actitud, el compromiso y la responsabilidad que caracterizan el hacer que brinda a sus pares y a la comunidad!
José Podestá

La Vocación Humana

13 mayo 2018 ·


Cuando se alude al término vocación, uno tiende a asociarla directamente con la profesión que se piensa estudiar o llevar a cabo –en el caso de los que deciden prepararse para una actividad futura– o aquellas que ya vienen ejerciendo las personas en la actualidad.

Sin embargo, hay una instancia preliminar a la que uno debería remitirse, pero que por desconocimiento mayoritario no se hace. Ello tiene que ver con la vocación humana, es decir, aquella que anida en nuestro ser y que se encuentra a la espera de ser “descubierta” por uno mismo. Por lo general, ésta no suele coincidir siempre con la vocación en ejercicio; prueba de ello es la gran cantidad de personas que dicen no estar conformes con la elegida, ni mucho menos con lo que hacen.

Misión y algo más

Los que se interesan en el Personal Branding se encuentran, de entrada, con la necesidad de tener que ponerse a pensar, meditar y reflexionar básicamente acerca de:

- Cuál es mi misión en la vida.

- Para qué he venido a la Tierra.

- Cuál es el sentido de estar haciendo lo que hago, y si ello realmente es conducente para mí proyecto de desarrollo personal, profesional y social.

Estas preguntas básicas tienen como objetivo, no predisponer al mal humor de las personas, sino de llegar a ser verdaderos “disparadores” útiles y un punto de partida para la “escucha” de la voz interior.

Esto para nada es un atributo exclusivo o una “barrera de entrada” establecida para poder incursionar en el Personal Branding. Si nos remontamos a la historia, nos encontramos que Sócrates –filósofo griego que viviera entre los años 470 y 399 a.C.– solía decir y repetir: “Conócete a ti mismo”. ¿Ello qué significa? Concretamente, “cuidarte” de ti mismo. ¿Cómo? Trabajando tu identidad. ¿Para qué? Para ser más uno mismo en la profundidad de tu ser interior.

De esta forma llegaremos a poder vislumbrar y encontrar las respuestas pertinentes a nuestra misión y el sentido que deberíamos imprimir a nuestra existencia. Entonces, uno comienza a darse cuenta que las “señales” para elegir la vocación no están afuera, sino dentro de cada uno de nosotros. Por el contrario, si vemos en perspectiva lo que viene sucediendo en el curso de la historia, nos llevaríamos una gran sorpresa, básicamente porque:

a. La sabiduría la fue perdiendo la humanidad con el advenimiento del conocimiento.

b. El conocimiento se ha ido “licuando” por la sobreoferta y la “volatilidad” de la información.

c. La vida profunda “anclada” en nuestra interioridad, la hemos venido perdiendo por el impacto de lo meramente cotidiano. Además, la vida se está desarrollando de un modo fragmentario, en lugar de integral; nos cuesta concentrarnos por la dispersión de nuestros actos.

Por supuesto que no “debemos” estar ajenos ni tampoco aislarnos de los sucesos del mundo exterior. Si bien habitamos en él, también está en cada uno de nosotros sumar lo mejor de sí para dejar una “huella” para beneficio de nuestros prójimos.

Cómo “trabajar” la búsqueda de la vocación

Lo mencionado hasta ahora ya nos pone en alerta en el sentido que nadie nos puede decir qué vocación debemos elegir; seguramente que ustedes saben de personas e instituciones que lamentablemente pretenden  “imponerlo”, por propio “interés”.

Por tratarse la vocación de un llamado a conocerse a sí mismo, es necesario y conveniente seguir algunos pasos, como ser:

1. Aceptar mi ignorancia. Ello me abre actitudinalmente para poder escuchar la voz interior.

2. Predisponerme al silencio. Si bien el silencio está hoy muy devastado, no se trata en absoluto de hacer un silencio pasivo, sino verdaderamente profundo y “activo”, en el sentido que me permita “ver”, “escuchar” y “leer” desde otro lugar. ¿Cómo? Dialogando con aquellos textos y biografías que te puedan llegar a inspirar y también con las personas, a partir de tu corazón, no con la “razón”. El diálogo de corazón te brinda la posibilidad de poder interactuar con el otro, para “escucharte” mejor, en un silencio compartido.

3. Ser humilde. No se trata de imponerte frente a los demás, sino de balancear las cosas aunque no estés de acuerdo con el punto de vista ajeno. Tengamos en cuenta que no nos corresponde “cambiar” a la gente a nuestro arbitrio, pero sí cambiar uno mismo. Al respecto, Gandhi solía decir: “Se tu mismo el cambio que quieres para el mundo”.

De esta forma la vocación te permitirá desarrollar tus potencialidades, dando lo mejor de ti para beneficio del oficio o profesión que hace al sentido de tu vida. Si bien esta búsqueda interior hará aflorar también tus “sombras”, produciendo tal vez un cierto grado de “tensión”, ello no es un impedimento porque gracias a tu silencio interior, podrás llegar a aceptar también las “luces” que estarán siempre por delante de tus sombras.

¡El portador de Tu Marca Personal es el que ha logrado conexión entre los dos “dobles” que anidan en su interior: el “timonel” que está a cargo de la navegación y el quehacer en su vida, y el “capitán” que sabe hacia dónde debe ir para el cumplimiento de su misión!
José Podestá

El Promedio, Una Inmoralidad

06 mayo 2018 ·


Los que se interesan por el Personal Branding no son para nada entusiastas de llegar a ser considerados personas promedio. Con ello me estoy refiriendo al conjunto de herramientas que permiten hacerlo –como el CV y los test– para luego poder concretarlo en el encasillamiento grupal de personas.

Desde la mirada de los que recurren a estas herramientas, por supuesto que no está mal llegar a formarse una primera impresión de las cosas; más aún, hasta lo consideran básico y necesario para luego poder avanzar en aquellos casos o situaciones que valen la pena investigar o considerar. Pero desde el lado del que pretende llegar a ser tenido en cuenta por sus condiciones y potencial, no deja de ser una mortificación y frustración. ¿Por qué? Porque llega a intuir que en la forma de cómo está “formateado” el formulario de CV que debe completar a título de presentación, lo están obligando y condicionando a “encasillarse” dentro de la legión de los “promedios”.

Ganadores y perdedores

El que implementó la herramienta “cree” que con ella gana tiempo y “dinero”, porque así puede comenzar por citar y entrevistar a todas aquellas personas que solicitaron la más baja pretensión salarial. Por supuesto que en la lista de perdedores quedaron todos aquellos que cuentan con las mejores condiciones y habilidades –tal como lo establece el puesto en cuestión– pero no tuvieron el espacio ni la forma de poderlo expresar.

Así estaría reflejada la aparente situación, pero lo cierto es que el resultado es exactamente el inverso. ¿Cómo ello es posible? ¡Muy simple!:

- El aparente ganador es el que pierde, porque su herramienta  –en este caso el tal requerido CV– sólo lo conduce a rodearse de personas promedio, al que los retribuirá con sueldos también promedio.

- El postulante de “valor” es el que gana, porque al verse excluido por la perversa selección que ostenta esa organización, se ha evitado perder “su” tiempo como “uno más” de un “rebaño” promedio que, en esas circunstancias, poco y nada contribuiría en el desarrollo de su Personal Branding.

Lamentablemente este paisaje se replica en las magras condiciones de contratación a las que hoy se ven expuestos los jóvenes, como así también los inmigrantes que por razones coyunturales y de irresponsabilidad institucional, se vieron obligados a migrar de su patria.

No somos “promedio”

Si bien desde lo anímico-espiritual el ser humano necesita estar “bien parado” para poder mantenerse en el “centro” de su individualidad, no por ello es válido, ni justo, ni ético, el que “otros” pretendan resumirlo en un promedio, junto con sus pares. Justamente porque somos personas, no animales ni objetos de categorías similares.

Por supuesto que abundan las organizaciones que optan por considerar al empleado, ejecutivo o profesional como “recurso” o “capital humano”. Pero también es cierto que existe una nueva “generación” de directivos y ejecutivos que cuentan con una actitud más humanista y de valoración-respeto hacia sus prójimos, ocupándose desde sus organizaciones por hacer las cosas de diferente manera.

También es otro dato positivo el surgimiento de nuevos emprendimientos –quizás como efecto-rechazo a la institucionalización del “promedio”– que se interesan por contratar personas con talento para sumarlas a sus proyectos, permitiéndoles poder así desarrollarse y “crecer” no solamente en lo económico, sino también como personas comprometidas por lo social, ambiental y comunitario.

Lo expresado no se limita exclusivamente al ámbito organizacional. Vale también para los profesionales que brindan sus servicios a terceros. Seguramente que ustedes tienen ejemplos de “profesionales” que bien les vale el mote de “promedio”, por la forma básica y poco comprometida de su labor hacia sus prójimos. Los podemos también ver en aquellas organizaciones de salud atendiendo, con desinterés y sin motivación alguna, a sus pacientes. Así y sin darse cuenta están “alimentando”, a la inversa, a su Personal Branding.

Qué nos dice nuestro Yo

El ser humano tiene una misión y un compromiso ante la vida. Para ello “decidió” venir al planeta Tierra; sus padres no sólo fueron los que lo hicieron posible, sino que también le impulsaron la herencia apropiada para su destino. Así como hay quienes no se dan cuenta o “no quieren darse cuenta” de ello, hay otros que para nada necesitan que alguien se los recuerde, que les digan lo que tienen y deben hacer, o peor aún, que pretendan resumirlos a un “recurso humano” factible de “monetización”.

Entonces, de lo que se trata es de tener en claro el norte al cual se desea llegar –para ello se deberá escuchar la voz interior– tomar las riendas de la vida y obrar en consecuencia. Porque, en definitiva, es mucho mejor equivocarse a veces en lo que uno hace –es parte del aprendizaje natural– que estar bajo el arbitrio de gente que poco y nada les importa ni mucho menos les interesa el desarrollo de las personas.

¡El portador de Tu Marca Personal es “capitán” de su propio destino, motivo por el cual se ocupa por estar atento a las inclemencias del tiempo que en el trayecto de su vida deberá afrontar, para así poder llevar adelante su vocación puesta al servicio de sus prójimos!
José Podestá

 

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